Un Congreso proSinde (28 escaños de propina) que no representa el voto de los españoles

Un Congreso proSinde (28 escaños de propina) que no representa el voto de los españoles
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El Sistema (Rajoy hoy, Zapatero ayer) cuida a la bisagra que interesa al Sistema. Blindar esa bisagra es una garantía de futuro (para los lobbies de la Ley Sinde, por ejemplo). Pero deberían reflexionar sobre la sensación de estafa, que va en aumento. Se cuece la indignación en un ambiente de abusos y corrupción, lo que hace más grave el autismo de Rajoy frente a las demandas de igualdad ante las urnas. - Nación Red

Los tres partidos que aprobaron la Ley Sinde han sido favorecidos por la ley electoral vigente, diseñada por los reformistas del franquismo antes de la aprobación de la Constitución de 1978. Nada más y nada menos que 28 escaños es la generosa e intolerable propina que se reparten los del tripartito pro Sinde. Hoy ocuparán esos escaños que no les asignaría un reparto proporcional al número de votos obtenidos.

Es verdad que es el primer partido (22 escaños extras) y en menor medida el segundo (5) los más favorecidos por la estafa (Cayo Lara dixit) de la ley electoral, pero conviene insistir en que el "tercer partido" (proSinde) o comodín del bipartidismo, al que el PP ya le ha cedido un puesto en la decisiva Mesa del Congreso, es beneficiado con el segundo premio en términos de influencia, casi el primero algunas legislaturas, al aprovecharse de la injusta y vergonzosa situación en la que quedan otros terceros partidos con más votos.

Ver para creer: CiU (1.014.263 votos16 escaños), IU-ICV (1.680.810 votos y 11 escaños), UPyD (1.140.242 votos y 5 escaños). Es evidente que IU y UPyD no pueden ejercer la influencia que les corresponde por su número de votos, detrás de los que hay ciudadanos que no son tratados como iguales. Pero a la estafa de la ley electoral le acompaña el producto de esa cosecha: el control judicial y una red subsidiada de medios públicos y privados que contribuyen con eficacia, más o menos sutil, a cuidar la imagen de los suyos.

No es casualidad que el tripartito proSinde de la injusta ley contra Internet sea el que no quiera saber nada de reformar la injusta ley electoral. Como no es casualidad que el lobby global prefiera de "tercer partido" en el Congreso a los de Duran Lleida y contribuya generosamente a perpetuar la ley electoral que tanto le beneficia.

Pero la realidad es que con un sistema respetuoso con el principio de igualdad ante las urnas el PP no tendría mayoría absoluta y la única bisagra ya no sería CiU. El sistema proporcional, una persona/un voto, se aplica desde 1917 en Holanda. Nadie ha convencido a ese pequeño gran país de las bondades de otros sistemas que vulneran el principio de igualdad ante las urnas. No es un mal modelo. Lo más alejado de Rajoy, Rubalcaba y Duran Lleida que uno pueda imaginar.

La igualdad ante las urnas es una de las principales reivindicaciones de los indignados del 15-M. Pero la injusta composición del actual Congreso ha permitido a muchos españoles, que probablemente no se han manifestado en las calles, comprobar que el reparto de escaños se parece mucho a una estafa. Una sensación que está en la calle y por lo tanto también entre los votantes del PP y del PSOE.

Reformar el sistema electoral para hacerlo más equitativo y proporcional, con una solución intermedia, sencilla y de consenso, como es pasar de la circunscripción provincial a la autonómica, sería un pequeño gran paso cuyas consecuencias trascenderían en mucho la futura composición del Congreso.

Si Zapatero ha escuchado a las redes sociales y a algunas voces de su partido para congelar la Ley Sinde, Rajoy también debería escuchar a la calle y promover en la legislatura que hoy comienza la igualdad de los españoles ante las urnas.

Aprovecharse de las reglas del juego no ayudará a evitar la ruptura entre el mundo de la política y la calle. Rajoy tampoco debería olvidar que ha obtenido menos votos que Zapatero en 2008, cuando el PSOE obtuvo 169 diputados, y que de 35 millones de potenciales electores únicamente le han votado algo más de 10 millones. El síndrome de la Moncloa no es ajeno a ese olvido.

"La mayoría de los españoles que nos cruzamos en la calle no han votado al PP y están muy hartos", le he escuchado a un joven del partido de Rajoy. Las nuevas generaciones de políticos tienen que airear el búnker.

Imagen | Alfonso Ferrero

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