Josep Jover es el abogado que le ganó el pulso del canon digital a las entidades de gestión españolas ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Un infatigable defensor de la sociedad digital abierta que además preside APEMIT (Asociación Española de Pequeñas y Medianas Empresas de Informática y Nuevas Tecnologías).
Ahora también es colaborador de Nación Red.
Ante los últimos acontecimientos como el pasotismo de los grandes partidos políticos respecto a los problemas de la ciudadanía que dicen representar, los medios de comunicación que toman postura contra aquello que no pueden dominar o la aprobación de normas como la de la nueva ley de Sinde que comporta otra notable restricción de libertades para los consumidores a favor de instituciones privadas y de más que opaco funcionamiento, servidor de Vds., como ciudadano y sólo eso, quiero manifestar públicamente lo siguiente:
PRIMERO.- Que llevamos más de dos décadas en que se legisla obsesivamente contra los ciudadanos con el fin de intervenir la intimidad de sus comunicaciones y la privacidad de su casa y hasta el último euro del que pueda disponer. Todo para que se pueda comprobar si el ciudadano hace lo que interesa a los poderes fácticos en cada momento del día y de la noche. La última, es obligarnos a decidir entre seguridad e intimidad metiéndonos en unos conflictos que los ciudadanos, ni hemos generado ni hemos alimentado, pero sí que estamos pagando en nombre de la democracia.
SEGUNDO.- Que no contentos con tenernos cosidos a impuestos directos e indirectos, todos de dudoso retorno social, como es de ver en la actual crisis, nos han llovido una colección de tasas, exacciones parafiscales y cánones que importan más que los propios impuestos directos. Podemos empezar por el canon digital y acabar con el canon del agua que sale del grifo, pasando por la electricidad, el gas, el teléfono, las carreteras o la gasolina. Todos ellos a favor de entidades privadas muchas de ellas transnacionales.
TERCERO.- Que el afán recaudatorio ha impedido lo que es más elemental, la progresividad de las cargas fiscales, “el que más tiene más paga”. Ahora pagan más, los que son más. Eso se usa, además, como una herramienta coercitiva para el ciudadano y consumidor; librándose de ella los que pueden. Un ejemplo claro son las multas y sanciones, donde si no interesa, el que puede, recurre hasta el infinito o simplemente, cambia la norma.
CUARTO.- Los ciudadanos se han dado cuenta de que han depositado su confianza en una clase política sin autoestima ni sentido del ridículo, en unos jueces cobardes, en unos periodistas desleales que juegan a ser Dios, y acabando por unos funcionarios públicos que miran para el otro lado con tal que a ellos no se les moleste y permitan autoregenerarse y reproducirse hasta el infinito.
Sólo un dato: Tiene más funcionarios el Ayuntamiento de Madrid que la Unión Europea.
QUINTO.- Somos conscientes de que pertenecemos a una sociedad donde, desde hace generaciones, los padres han malvendido el futuro de sus hijos a cambio de sobrevivir en el presente, envolviéndose en la bandera y los tópicos para amagar su desnudez. Pero ahora ya no queda nada. Ni tan siquiera futuro. Sólo un fascismo/franquismo mal enterrado.
Ante esta situación de desprotección de la sociedad y de sus ciudadanos, pero teniendo bien claro que sin nosotros, todos ellos no son nada. Propongo el siguiente decálogo de actuación personal y social:
No se puede ser neutral, no se debe permanecer indiferente
1) Tal vez, antes de promulgar más y más leyes .... debemos cumplir y hacer cumplir las que ya existen. Al igual encontramos que nos sobran la mitad. Si tenemos que legislar, que sea para crear una sociedad abierta al futuro, no por que le tenemos miedo a lo que ha de venir.
2) Debemos rescatar el malogrado concepto de "función pública" con funcionarios más independientes, eficientes y bien pagados, que tengan claro que están al servicio de los ciudadanos, que es quien les paga el sueldo, y no al revés.
3) Las víctimas, y no el Estado son el objeto del Derecho Penal. No es ni justo ni razonable legislar por el "que dirán" o usar una tipología de víctimas para conseguir votos. Legislar, mirando las portadas de los periódicos y escuchando a los bocazas que viven, y muy bien, de quien dice la animalada más grande en los medios de comunicación, es indecente.
4) El Estado debe ser el garante y promotor de los derechos individuales de los ciudadanos, no la herramienta para ponerlos desarmados en manos de los grandes poderes. Es necesaria una revisión y simplificación del sistema impositivo. Sobre todo de los impuestos indirectos, cánones, tasas, subvenciones y aportaciones, directas y encubiertas, y exacciones para-fiscales.
5) Los derechos a la privacidad, acceso libre a la cultura, la salud, al conocimiento ya la información son la base de una democracia sana. Todas las trabas a estos derechos pervierten la democracia. Viejos y jóvenes son las personas que necesitan una especial protección.
6) Las subvenciones de carácter público no son un regalo a algunos particulares y empresas cercanos al poder, son inversiones de carácter estratégico, que una vez cumplidos sus fines, subvención y resultados, directos o indirectos, deben revertir al patrimonio de todos.
7) Los ciudadanos son gente mucho más sensata y preparada que lo que los poderes públicos les reconocen. Es hora de que irrumpan las herramientas de participación directa y decisión.
Para evitar la voracidad recaudatoria actual, elemento esencial de la coacción al ciudadano, el dinero obtenido de las sanciones de tráfico y de las sanciones de hacienda, será el dinero que se dedicará, por entidades ciudadanas e independientes, a la cooperación con el tercer mundo.
8) Con siete años, cualquier cargo electo puede encauzar sus ideas de mejora de la sociedad. Después debe retornar a su vida privada y profesional.
9) Somos una sociedad más sana, solidaria y cohesionada de lo que nosotros mismos pensamos. Es responsabilidad nuestra denunciar a los que hacen negocio del odio, los prejuicios y la desconfianza.
También es responsabilidad de todos que los autores estén protegidos y puedan decidir ellos, sin coacciones y en cada momento, que se hace con su obra. Como máximo, a los 25 años, toda obra intelectual y similar pasará a dominio público.
10) Por ello, apostamos por vivir dentro del marco de la Unión Europea. No nos podemos quedar ideológicamente en el siglo XIX, la época de los estados-nación, donde el poder se delegaba a ciertas castas. Como sociedad compleja que somos, tenemos que evolucionar hacia esta nueva situación. No tenemos lugar ni futuro en el mundo si no sabemos evolucionar. No tenemos tampoco futuro, sin los otros ciudadanos europeos.
En poco tiempo han desaparecido conceptos y valores hasta ahora tan sólidos como: frontera, ejército, o moneda. Otros, se están sometiendo a profunda revisión y uniformización comunitaria como el Derecho, la policía, la propiedad o las relaciones laborales. ¿A qué esperamos a jugar en el nuevo escenario?. La Red lo permite y nos valida.
La Europa multiétnica y plurilingüística, donde los ciudadanos toman las riendas de su futuro, es el modelo de sociedad y libertades. No hay otro.
Foto | Jon DíezFoto