Julio Alonso explicaba en El País, horas después de la derrota de la Ley Sinde, que le gustaría que se abriese un periodo de debate más tranquilo:
... en el que tienen que intervenir todos para ver cómo se consiguen preservar los derechos tanto de usuarios como de los autores
Los "ganadores" reflexionaban sin hacer leña del árbol caído e incluso Enrique Dans ponía más el acento en criticar a la caterva de internautas que vota “cansina” en el Menéame que a los políticos (honestos, trabajadores y sinceros) que ha conocido últimamente.
Julio Alonso y Enrique Dans son dos de los "poderosos" a los que se refiere la ministra de Cultura en su entrevista en El País cuando dice "Los que montan líos en Internet son gente que tiene mucho poder".
Hasta hace poco había un dossier en un cajón del Ministerio de Cultura que incluía la portada de El País Semanal en la que nuestro "jefe" aparece como el amo de Internet.
Yo creo que aquello lo han interiorizado en sus peores pesadillas y no ha hecho falta el amigo publicista para darles la idea: los Señores de la Red. Oye, como si Julio Alonso fuese uno de esos Señores de la Guerra que la OTAN deja escapar con la pasta de la droga en la maleta.
Esto no lo pueden montar cuatro chavales.
Y es que si algo ha evidenciado este delirio es que son incapaces de pensar que la red y los ciudadanos digitales pueden movilizarse como lo han hecho. Por eso desde "el día D la derrota" esta es una de las cantinelas que repiten en sus mansiones del centro de Madrid o de la Sierra (o Miami).
¿Quién es ese de la Asociación de Internautas? ¿Quiénes son los cabecillas de la revuelta?. ¿Quién nos ha hecho esto?. ¿Quiénes de esos son los amigos de Pons y del PCE?
Es el cliché "sonao" del perdedor (poderoso) que a los postres llama a Teddy para preguntarle por los "Señores de la Red", como cuando el cacique del latifundio preguntaba al capataz por los intelectuales que están detrás de los que han saltado la valla.
Es el reflejo mustio del perdedor que no espera perder (nunca) y necesita algo en lo que creer para entender su derrota. El perdedor que nos llama desde el rancho: talibanes, fascistas y proxenetas. Otros nos han llamado jóvenes (?), ilusos, piratas, estafadores, anarquistas. Lo de fascistas, talibanes y proxenetas con el apoyo de la ministra:
El artículo de Alejandro Sanz me gustó
Fijaros si estamos huérfanos de poder (y representación política) que ni un partido ni un diputado (o diputada) ha pedido explicaciones (o el cese inmediato de la ministra) al presidente del gobierno por las gravísimas afirmaciones que hizo ayer. Ni el PP, ni UPyD ni Izquierda Unida. ¿Hacienda somos todos?. ¿Es lógico que le guste a una ministra un artículo lleno de insultos y que presuma de gustarle?. España y su primer ministro son diferentes.
Volviendo a los poderosos "Señores de la Red" y a los intelectuales menos exaltados que el cantante Sanz. Savater solo nos ha llamado mafiosos. ¿Quién puede acusar a los promotores del Manifiesto de estar en contra de la propiedad intelectual, de ser dogmáticos (talibanes, según Sanz) o ilusos libertarios? Os lo diré. Alguien que haya prescindido de un elemental principio intelectual: leer.
Un "Señor de la Red" y destacado bloguero de izquierdas, muy activo en el combate intelectual contra la Ley Sinde, ha escrito estos días en su blog que
Los impopulares artistas tienen razón en algunas cosas. La primera: que no es justo –aunque sea legal– que existan páginas de enlaces que se lucren con el trabajo ajeno. La segunda: que quien más gana con esta situación son las telecos, que incluso en la publicidad del carísimo ADSL que pagamos venden “descargas más rápidas”. La tercera: que hace falta un nuevo modelo tras la revolución digital.
Yo creo en la propiedad intelectual. Y creo que merece protección porque es incluso más justa que la propiedad material: porque todos nacemos con cerebro, pero no todos nacemos con herencia. Es una propiedad muy diferente porque compartir mi hipotecada casa tiene un límite –mi casa no es muy grande–, pero mi propiedad intelectual, mis ideas, se hacen más grandes cuanto más las comparto. Tras el merecido rechazo a la Ley Sinde, tras la sentencia contra el arbitrario canon digital, es el momento de buscar un nuevo acuerdo social capaz de conjugar la libertad de Internet –y sus infinitas ventajas para universalizar la cultura– con el respeto y el incentivo económico para aquellos que crean esas películas, esos libros, esas canciones. Se puede hacer, se debe hacer. Pero no vale otro parche más: hace falta una reforma integral de la ley y también de los viejos modelos de negocio.
La fuerza del diálogo y de la lectura... aunque alguno de Anonymous piensa como Ramoneda: ilusos. Los extremos se tocan. ;-)
Foto | Jesús Encinar