Gracias a Mariano Rajoy, un fantástico ministro de Cultura según la SGAE, la ley Sinde ha recuperado además del oxigeno para resucitar, un protagonismo estelar que ha permitido contemplarla en todo su esplendor. Sobremanera potenciales electores de centro-derecha que no se habían fijado hasta hoy en la letra pequeña y ahora han descubierto que esa ley no les gusta nada. De las mejoras ni se han enterado.
¿Esto es lo que apoya mi partido?, comenta un concejal popular de una importante ciudad española. Causa asombro, sí, sobre todo entre los votantes populares que se sienten liberales y a los que les provoca un escalofrío (el mismo que cuando la Ley Corcuera) leer lo de la Comisión de la Propiedad Intelectual (Sección Segunda) que arrasa con las competencias judiciales e inaugura la censura administrativa en la red. Una Sección presidida por el Subsecretario de Cultura (o la persona en la que éste delegue) que parece una pesadilla o capítulo gris de Cuéntame (antes de Suárez).
En el centro-izquierda ya sólo el diario El País vende la consigna Pons/Lassalle de las garantías judiciales. Así tituló el día de autos. En la derecha mediática también han surgido pelotaris (publicidad institucional mediante). En la noche fría de Radio Intereconomía escuché a la directora de una tertulia alabar la "nueva" Ley Sinde con los mismos argumentos que El País: ninguno. Sonó música y era la cuña de publicidad que patrocina el programa: la Generalitat Valenciana. Viejos periodistas, viejos políticos. Senadores sin derecho.
Estos días en Nación Red recibimos muchos mails de "anónimos" ciudadanos, que son los verdaderos artífices de la resistencia y la revolución democrática, en Túnez, en Egipto, en Bélgica y en ¿España?, que nos preguntan ¿qué podemos hacer?.
En uno de los mejores artículos que se han escrito después de la derrota tienes la respuesta. Hay partido.