El tribunal londinense de Woolwich se prepara para escuchar en estos momentos los alegatos finales de la audiencia sobre la extradición a Suecia del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, acusado allí de supuesta agresión sexual.
Como los secuestrados de la CIA que hacían escala en las cárceles del piloto de la transición egipcia, Omar Suleimán, jefe de los servicios secretos de Mubarak, Julian Assange se enfrenta a un viaje a Suecia que puede ser la antesala de otro más largo a EE.UU donde se buscan pruebas para condenarle por terrorismo (o lo que surja). Pero la defensa del australiano sigue confiando en la justicia británica y en la "poderosa batería" de razones legales con las que ha armado los argumentos de su defensa.
Los magistrados dilucidarán a partir de estos argumentos de la defensa y de los representantes legales de las dos mujeres que desde territorio sueco demandaron al fundador de WikiLeaks por presuntos delitos sexuales. Así como de la Fiscalía sueca, dependiente del gobierno, que todavía confía en llevarse a Assange en el viaje de vuelta a Estocolmo. El fallo del tribunal sobre la la eventual extradición podría darse a conocer hoy, aunque algunas fuentes lo consideran poco probable.
Los abogados de Assange sostienen que los cargos presentados en su contra forman parte de una conspiración política y han pedido cancelar el traslado a Suecia por ausencia de garantías de un juicio justo. Además los tipos penales y conceptos manejados por la acusación ("violación leve") y otros similares no encajan con la legislación británica. Tampoco un juicio a puerta cerrada como el que le espera en Suecia y que representaría en palabras de uno de sus abogados '"una flagrante injusticia'" que nunca debería ser permitida por el Reino Unido.
La acusación contra el fundador de WikiLeaks la dirige un influyente despacho de abogados que pertenece a dos significativos políticos del Partido Socialdemócrata sueco. Una de las denunciantes, la principal, colaboró en Cuba con un pequeño partido de la Internacional Socialista y denigró publicamente (y misteriosamente) a otros colectivos de izquierdas anticastristas, ajenos a ese "grupúsculo" venido posteriormente a más.
La defensa del fundador de WikiLeaks mantiene que las acusadoras pueden tener "intereses ocultos" para inculpar a su cliente y que la Fiscalía sueca depende o actúa por presiones del poder político. De hecho no ha movido un músculo para investigar el espionaje que desde 2002 desarolla con total impunidad la embajada de EE.UU en Estocolmo cebando SIMAS con datos personales de miles de ciudadanos como en el caso de Noruega y la habitación 618.
El abogado sueco de Assange asegura que nunca en su carrera profesional se había topado con un caso tan "débil" como el presentado contra su cliente en Suecia y dijo que las pruebas que había podido ver, pero de las que no se le había permitido sacar copia, apenas se sostienen.
El equipo legal señaló al tribunal que los mensajes de Twitter y en un blog de las denunciantes, incluidos entre esas pruebas, llevaban a pensar que éstas tenían "intereses ocultos" a la hora de hacer sus acusaciones, pero también y especialmente destacan desde la defensa de Julian Assange que la fiscal nunca quiso interrogarle en Suecia, hasta que el "sospechoso" había salido del país, y lo que todavía llama más la atención, "no ha querido acudir a declarar a Londres".
Mientras los investigadores estadounidenses siguen sin encontrar evidencias para llevar ante los tribunales al fundador de WikiLeaks, según informa el periódico The Wall Street Journal, citando fuentes oficiales familiarizadas con este asunto. Pero la escala sueca es vital para dar caza al hombre que está revolucionando el orden establecido. No hay pruebas, pero las "habrá".
Foto | justiceimagesEn Nación Red | EE.UU contra Julian Assange: la escala sueca