Apoyar la ley Sinde perjudica a la ciudadanía
Juan Carlos Rodríguez Ibarra
El presidente de la Asociación de Internautas, Víctor Domingo, ha criticado la remodelación del gobierno, anunciada hoy, al entender que supone un desprecio absoluto para los ciudadanos no haber cesado a la actual ministra de Cultura, Angeles González-Sinde, siendo "la más impopular" del Ejecutivo.
Enrique Dans relata con claridad lo que ya parece inexorable: "Dos partidos en los que se supone que habitan diputados inteligentes y, en algunos casos, usuarios de Internet, van a dar legitimidad a uno de los asaltos a la democracia más importantes vividos en la historia de este país: a cambio de unas transferencias, el Partido Nacionalista Vasco y Coalición Canaria van a otorgar su voto positivo a la Ley de Economía Sostenible, un texto en el que una serie de lobbies corruptos introdujeron de manera completamente irregular una disposición final completamente fuera de contexto con el único fin de favorecer sus intereses económicos por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos".
En adsl zone confirman lo evidente: "Cada vez es menos noticia que los políticos reculen en sus decisiones y promesas y en el caso de la Ley Sinde no va a suceder lo contrario. Partidos como Coalición Canaria y el Partido Nacionalista Vasco se disponen a apoyar ahora una ley de la que renegaron en su momento". Desde adsl zone también se preguntan: ¿Por qué Sinde se mantiene en el Gobierno después de la reestructuración?, ¿Han seguido primando los intereses de unos cuantos sobre los de los ciudadanos?.
España sufre una anomalía política que la hace, una vez más, diferente. Partidos políticos nacionalistas de centro-derecha ejercen de "partido bisagra" anteponiendo la defensa de sus proyectos nacionales a la causa de la libertad de todos o al interés general. No tienen más principios que los nacionales. Son capaces de apoyar la congelación de pensiones, que un mes antes han criticado duramente en el Congreso, cuando se les ofrece avanzar en las que son sus reivindicaciones históricas. La causa nacional. Ese altar en el que se sacrifica también el Internet español. Todo por la causa.
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