Eran tantos que el juez tuvo que seleccionar. Algunos habían enviado un burofax desde allende los mares para que conste en acta. Otros estaban allí desde primera hora. Alguna había hecho varias transferencias "por si le bloquean más cuentas". Peter Tatchell, el líder del movimiento gay australiano movilizó a sus activistas. ¿En metálico?. Todos a los bancos.
Pequeñas aportaciones de internautas, miles cada día. En lo que parece una bofetada de la historia a la traición de Obama. Allí estaba la popular Bianca Jagger, activista de Amnistía Internacional. Allí llegaba un mensaje de sus amigos de Kenia. Assange acabó con el tirano que los sujuzgó. Fue su primera "misión".
Ha llamado... y al escuchar el nombre de la personalidad que estaba dispuesta "a poner el dinero que haga falta", todos se quedan paralizados. Fue una fiesta de la solidaridad. La colecta de una universidad, la anciana que llegó en metro. Los currantes de allí al lado. La city.
Los libdems, socios de la coalición gubernamental, acongojados. "Nos lo harán pagar". Las bases liberales. Gente seria. "Si hay extradicción a Suecia como escala a EE.UU se acabó." Ay, las extradiciones. Hoy lo explica el propio Assange: "Lo que más me preocupa es una extradición a Estados Unidos." Cameron ante la historia.
Ellos, los libdems, se opusieron a la guerra de Iraq. Ahora saben que sus líderes sufren las presiones de Hillary Clinton, pero las bases no van a tolerar titubeos con el Pentágono, aquí nadie habla de Obama. Sí se habla del único gobernante que se ha atrevido a cazar a un topo y exponerlo al escarnio público. El alemán es colega de Internacional.
Un ministro del actual gobierno, que no quería pactar con los conservadores, cree que es el camino pero aplaude a Clegg por ser el primero y casi único gobernante europeo que ha pedido investigar las revelaciones de WikiLeaks. Pero las bases exigen más.
Se sugiere un próximo cataclismo electoral con Los Verdes en Francia y Alemania como nuevos referentes de la izquierda. Ya han superado la barrera del 20%. Solana lo sabía, recuerda un Lord antiwar. Blair y Brown lo hacían. Pero casi nada como la vergüenza nacional. Un discurso para la galería y bajada de pantalones en la intimidad de la embajada. Dicen que IU se dispara en las encuestas (no publicadas) esta semana. No me extraña.
Mientras, llega el sobre de Patricia David, profesora de educación jubilada o del director de cine Ken Loach, "qué más necesitamos". De una chica de 15 años que ya ha hecho su transferencia desde la cuenta de su hermana, o de sir John Sulton, palabras mayores, ex secretario de Estado laborista y ex presidente de la editorial Faber & Faber.
No faltaba el periodista Phillip Knightley, ni Jemima Khan, la modelo multimillonaria dedicada a causas sociales con la suficiente capacidad financiera para comprarse la manzana. Es la hija rebelde de James Goldsmith.
Sarah Saunders, propietaria de una empresa de catering, que ha puesto todo lo que tenía en el banco. Vaughan Smith, uno de los periodistas más respetados del mundo, "lo que haga falta" y mi casa. Allí llegó Assange acompañado de Kristinn Hrafnsson, el hombre leal que hará explotar la olla podrida como le pase algo al australiano. El único al que no le cambió mucho la expresión. El del botón nuclear siempre lo pasa mal. John Pilger, otro que tal, también estaba algo ofuscado, el juez no quiso su dinero. Por nómada. "Otro australiano peripatético". Risas.
Los servicios secretos alucinados: ahora están todos juntos y en casa de Vaughan Smith conspirando. La realidad hace mucho que ha superado a todas las ficciones. Entonces llegó el aval de John Sulton, premio Nobel de Medicina. La Revolución de las personas decentes e informadas. El poder de las inmensas minorías en acción. ¿Qué hiciste tú cuando lo de Assange?. Es la Revolución de Internet. Política 100%. El martes se juega en casa.
En la noche estelar seguían llegando ofrecimientos para financiar la batalla: Hanif Kureshi, Tracy Worcester, el escritor paquistaní Tariq Ali; Hanif Kureishi, director de cine, guionista y escritor británico; Fatima Bhutto, sobrina de Benazir Bhutto; la corresponsal de guerra Yvonne Ridley, Helena Kennedy...
Clegg llamó al premier.
Foto | The Prime Minister's Office En Nación Red | Julian Assange: "Gracias a la gente de todo el mundo que ha tenido fe en mí"