Alexander Haig (foto) ejemplificó nuestra mejor tradición de los guerreros-diplomáticos que dedicaron sus vidas al servicio público. – Barack Obama.
Se hacen cábalas sobre las líneas rojas con las que el PP mancha sus propias enmiendas en lugar de defender sus moderados principios. Se hacen cábalas sobre la composición de la Comisión de Economía del Senado que “verá” la Ley Sinde y que está presidida por un convergente que tiene experiencia en el ámbito cultural pues fue consejero de Cultura en el último gobierno de Jordi Pujol y ha sido miembro del Consejo de Administración del Teatro Nacional de Catalunya, del Consell Social de la Llengua Catalana, del Patronato del Gran Teatro del Liceu, del Palau de la Música Catalana y del Orfeón Catalán.
Pero sobre todo se hacen cábalas sobre la fecha del pleno en el que se votará la Ley Sinde. La mayoría (también las fuentes populares del ABC) “apuestan” por el 23 de febrero para dar el golpe al combativo internet español que ha defendido con dedicación, valor e inteligencia la libertad en la red pero también la democracia que los partidos instalados han convertido en partitocracia al servicio de unas pocas empresas en las que nunca falta un buen sillón y “salario” para todo ex.
Pocos recordarán de nuestros lectores lo que pasó en España hace 30 años. Aquella noche en la que el secretario de Estado norteamericano, el general Alexander Haig, declaró que el asalto de los guardias civiles al Congreso (habían secuestrado a los diputados y el gobierno de España) era un “asunto interno” de los españoles. En definitiva que a la Casa Blanca le importaba un pimiento que la democracia se apagase en España.
Aquel indecente general en cuyo sillón hoy se sienta Hillary Clinton, que tampoco parece muy normal, simboliza el mal trato que el conglomerado industrial y militar de EEUU ha dado a España con la colaboración de significativos funcionarios, banqueros, periodistas, editores, empresarios y políticos de la izquierda y la derecha.
30 años después nos preparamos para otra violación de la soberanía, la dignidad y la libertad en la que también está presente la sombra del Made in USA. Nos cuentan, por cierto o precisamente, que el 23-F será noticia muy pronto y que el embajador de EE.UU en España, se demostrará, no estuvo ese día, como se imaginaba, del lado de la democracia y del gobierno legítimo que fue secuestrado con pistolas y metralletas por los golpistas.
Puede que algún fontanero o topo tenga otra vez la tentación de jugar con las fechas por puro morbo como se ha jugado con el nombre de sociedades, operaciones policiales, grupos armados y secuestros de inocentes. Son los morbosos y tenebrosos juegos de sombras de los que están habituados a ganar.
Como el tenebroso Alexander Haig al que visitaban algunos significativos españoles en su despacho de la United Tecnologies meses antes del triunfo de Reagan en lo que ahora es un revival con las visitas de Bernardino León al despacho del también muy inquietante general y ejecutivo de las armas, el petróleo y las patentes (afortunadamente ya cesado por Obama).
Aunque por ahí fuera ya hay muchos defensores de la libertad que creen que hay un español que quiere vivir y a vivir empieza entre una España que muere y otra España que bosteza, que dijo el poeta. Lo llaman, también en el caso del internet español, la revolución de WikiLeaks que acaba de enviar al exilio al dictador tunecino.
Me cuentan que un eurodiputado del partido de Sarkozy le preguntó a un eurodiputado español, ¿qué habrían hecho los internautas españoles con la Ley Hadopi?. “Tumbarla”, le contestó orgulloso el español.
No son las descargas. Es la democracia que no se quiere secuestrada por los grupos de presión. Es la ciudadanía y su deseo de limitar el poder del poder (económico y partitocrático). Internet es una bandera de libertad y un grito que se alza para pedir más democracia. Lo ha dicho un gran intelectual español: Internet no se deja domeñar. La juventud española y los ciudadanos digitales se preparan para frenar el golpe a Internet.
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