La productividad ha pasado a ser un tema de debate, por el hecho de que los jefes lo utilizan como excusa máxima para obligar a sus trabajadores a volver a las oficinas aunque así no lo quieran. Hay quienes dicen que es echar balones fuera y no asumir responsabilidades. Eso, a pesar de que no hay estudios concluyentes que afirmen que trabajar desde casa nos hagan menos productivos.
Algunos afirman esto y otros, por el contrario, dicen que en la oficina nos despistamos más, por el ruido y las charletas con los compañeros. Sea como fuere, es algo que nos preocupa, también a los trabajadores, que queremos dar lo mejor de nosotros. Más incluso en el caso de los freelance.
Hemos visto que trabajar menos te hace más productivo con datos internacionales que dan la razón a la reducción de la jornada laboral; o que el enfado nos hace ser mucho más eficientes en el trabajo y la psicología explica qué hay detrás de esto. También que los empleados son menos productivos cuando no están motivados en sus empresas y que sus jefes los quieran meter en oficinas no ayuda.
Hoy vamos a conocer una técnica para sacar lo mejor de ti en tu día y que consiste en dividir la jornada en 3 espacios según lo que nuestro cuerpo y cerebro tiene la capacidad de hacer.
La técnica del 3-3-3
Oliver Burkeman es el autor de Four Thousand Weeks: Time Management for Mortals y también quien ha definido este método del 3-3-3. En esencia, el método 3-3-3 es sencillo: asigna tres tareas esenciales cada mañana, tres más por la tarde y, finalmente, deja espacio para tres tareas adicionales para abordar a tu propia discreción.
Uno de los principios clave del método de Burkeman es el énfasis en la priorización. Al limitar las tareas diarias a un número manejable, nos vemos obligados a discernir los objetivos más críticos.
Este proceso de selección deliberado obliga a las personas a centrarse en lo que realmente importa, fomentando un sentido de propósito y dirección en su trabajo. Al mismo tiempo se adapta a la naturaleza impredecible de la vida diaria, dejando tres tareas adicionales para llevar a cabo cuando se decida o se pueda.
Pero esto no es todo: es muy importante organizar las tareas de forma que las más intensas y demandantes ocupen las horas de mayor productividad, que suelen ser las primeras del día. A medida que va transcurriendo la jornada laboral, se va bajando la intensidad del trabajo y la demanda de concentración.
Dividir bien las horas
Personalmente, ya vimos aquí en un artículo cómo en mis primeras horas del día soy muy productiva e ir a la oficina haría que esas horas de concentración máxima que tengo recién levantada, se fueran en prepararme y viajar y a una oficina si no teletrabajase.
El primer 3 de la fórmula hace referencia a las tres primeras horas de trabajo. En las primeras horas de la jornada cuando tu cerebro está más descansado y por tanto, cuando encontramos el momento idóneo para las actividades de trabajo profundo que requiera mucha concentración. Por ello, se recomienda que las reuniones las dejes para más tarde, que desactives notificaciones o que silencies tu móvil y te deshagas en general de otras distracciones durante esas horas que son oro para la concentración.
En la segunda parte del día, escoge tres tareas que sean más pesadas o que te consumen más tiempo, pero no necesiten concentración absoluta. Ahí puedes meter las llamadas, las reuniones.
Finalmente, dedica la tercera parte a tareas de mantenimiento necesarias del día a día, como responder mails y mensajes o planificar el día siguiente.
Imagen | Foto de Matt Ragland en Unsplash
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