Con la llegada de la versión preliminar de Android 13, se descubrió la posibilidad de utilizar Windows 11 en una máquina virtual en un Google Pixel 6. Los usos prácticos de una novedad así no son muchos, a priori, pero siempre es emocionante ver cómo en un hardware móvil de bajo consumo se puede ejecutar un sistema operativo completo de escritorio, aunque sea en su versión ARM.
Indagando un poco más en el asunto, descubrí que aunque esta nueva función era novedad en Android, lo que había soñado cuando se lanzó Windows para ARM se había cumplido: hace meses habían conseguir instalar Windows 10 y 11 en smartphones con Android, sin trucos como máquinas virtuales.
La lista de dispositivos es reducida, pero el sistema se ejecuta nativamente y con dual boot con Android, justo como imaginé que algún fabricante con espíritu algo loco podría llegar a lanzar en algún momento. No he podido probarlo de primera mano al no tener a mi alcance un dispositivo compatible, pero he estado viendo vídeos y el rendimiento, con las limitaciones, es lo mejor que puede ser.
Hacks que sirven de poco, pero que demuestran lo que Windows Phone pudo llegar a ser
Los responsables de la hazaña de haber logrado ejecutar Windows 10 y 11 nativamente en smartphones con Android son el Renegade Project. Aprovechando las similitudes entre el Snapdragon 850, un chip para portátiles, y el Snapdragon 845, orientado a smartphones, que comparten plataforma, el equipo responsable ha conseguido que Windows funcione en terminales con ese SoC, entre los que se encuentran algunos modelos tan populares como los Samsung Galaxy S9 (versión con Qualcomm), Xiaomi Mi 8, Xiaomi Mi Mix 3, OnePlus 6 y 6T, Pocophone F1, Mi Mix 2s, etc. A ellos se suman otros modelos con Snapdragon 835 y 855, como OnePlus 7 o Xiaomi Mi 9. Eso sí, como expresa una nueva lista, muchos de ellos ya no tienen desarrollo activo.
En la web de dispositivos puedes comprobar todos los modelos compatibles, y qué funciona y qué no (las cámaras, por ejemplo, no tienen drivers y no funcionan). El proceso de instalación, detallado en la web de soporte, no es demasiado complicado, aunque sí requiere dominio de herramientas como fastboot, TWRP Recovery y otros.
En canales de YouTube como el chino Geekerwan pude comprobar bien de qué son capaces estos smartphones con Windows 11. Sus pruebas están orientadas a gaming, y logran ejecutar títulos como 'CS:Go' con cierta fluidez, dejando imágenes como dos personas jugando a este shooter, cada una desde su móvil, y con teclado y ratón gracias al soporte de USB de estos terminales y por supuesto de Windows 11.
En dispositivos como el OnePlus 6T que utilizan para la prueba, Windows 11 reconoce 8 GB de RAM, todos los que el terminal tiene en sus entrañas. Es buena señal porque muestra que para ciertos usos, el hardware de un móvil moderno podría ser más que suficiente. Ese pensamiento se refuerza cuando, más allá del gaming, se realizan test de rendimiento.
En Cinebench R23, por ejemplo, el OnePlus 6T y su Snapdragon 845 consiguen 254 puntos de CPU en single core, y 1011 puntos en multi core. Partiendo de que es una aplicación x86 emulada en un sistema operativo ARM, Windows 11 aquí está al nivel de multi core de un Intel i5-4200U de 2013, que tan usable sigue siendo equipado junto a un SSD en portátiles de la época.
Ejecutando Geekbench 5 en su versión ARM, es decir, moviéndose nativamente, el Snapdragon 845 de estos OnePlus alcanza 1746 puntos en multi-core y 467 puntos en single-core. Comparando con el rendimiento del 845 en un OnePlus 6 en Android, obtenemos que en multi-core, Geekbench 5 es un 28% más rápido que en Windows. Aun así, y aunque suene poco, hablamos de cifras en Windows comparables a las que obtuve en mis pruebas de rendimiento y eficiencia con un MacBook Air M1 con solamente los núcleos de alta eficiencia activados. Y con esa potencia, el sistema era plenamente usable, aunque notablemente más lento que con los núcleos de alto rendimiento también activados.
Quizá, lo más triste del estado de la ejecución de Windows 11 a día de hoy sea la imposibilidad de conectar a pantallas externas (en la mayoría de modelos) de mayor tamaño con las que verdaderamente poder sacar partido al sistema. Y no es tanto por una limitación de Windows sobre ARM como por los dispositivos, que no incluyen salida de vídeo por USB-C en la mayoría de casos. Lo que sí han conseguido es hacer mirroring de pantalla vía WiFi a televisores que soporten Miracast, por ejemplo, pero la latencia es alta.
El sueño de la convergencia sigue vivo, pero tan lejano como siempre
Todas las posibilidades abiertas por Windows 11 en un smartphone no hacen más que recordarnos a las promesas del Ubuntu Phone, de Continuum en los Lumia y de Samsung DeX. Sin embargo, más de un lustro después de demostrar tanto potencial, el avance real en convergencia, en la posibilidad de utilizar nuestro móvil como PC, es pírrico.
Ninguna gran compañía más allá de Samsung está apostando por aprovechar los potentísimos procesadores de smartphones para sacar partido a aplicaciones complejas fuera de iOS y Android, pese a que posibilidades existen todas las del mundo. Apple, con sus M1-M3, que no dejan de ser chips móviles mejorados, ha demostrado que el mercado de escritorio se puede revolucionar con piezas móviles de bajo consumo. Ahora solo queda que apliquen la lógica a la inversa, es decir, que sus sistemas móviles adquieran todas las posibilidades de escritorio. Probablemente sea cuestión de tiempo y de intereses, pero la realidad es que la convergencia queda muy lejos al ritmo al que vamos. Los últimos iPhone poco o nada han aportado en ese sentido.
Una versión anterior de este artículo se publicó en 2022.
En Xataka | Por qué el "modo escritorio" y lo de plantear un Android para PC parece una oportunidad perdida para Google
Imagen | Geekerwan
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