Google Translate o el Traductor de Google es una de las herramientas más valoradas de la compañía de Mountain View. Lo es por la democratización que ha permitido desde sus comienzos como servicio, pero también por cómo no deja de mejorar, pese a casi no tener competencia gratuita y no tener publicidad.
En ese sentido, Google ha renovado su interfaz, haciéndola más limpia e integrada con las líneas de diseño que se están impulsando en el resto de productos, como por ejemplo en Gmail. Suponen cambios ligeros, pero que se diferencias bastante de la carrera de Material Design que Matías Duarte inició en el Google I/O de 2014.
Pero la gran novedad del Traductor de Google es una función estrella que agilizará la traducción de muchos trabajos académicos, y sobre todo lo hará más cómodo, y no es otra que la traducción de documentos completos.
En la parte inferior de cuadro de introducción de texto se encuentra el acceso a "Historial", que permite ver las traducciones recientes, "Guardadas", que muestra traducciones que se quieran consultar en otro momento y "Comunidad", que lleva al área para mejorar colaborativamente.
Con prisa y sin mucha pausa, así mejora el Traductor de Google
Estas funciones y nuevo diseño se unen a los progresos "bajo el capó" que Google ha hecho en los últimos tiempos para mejorar la calidad de las traducciones. De ser muy robóticas y arcaicas, el servicio ha pasado a traducir expresiones que a una persona con buen nivel de idiomas (sobre todo en inglés) no se le vienen rápido a la cabeza.
La gran responsable volvió a ser la inteligencia artificial, que con una red neuronal se acerca, según Google, a la traducción de humanos, particularmente, entre otros, con el español y el inglés. Recientemente, esta nueva tecnología de traducción llegó de forma offline a los dispositivos móviles, algo que muestra el sentido de la inteligencia artificial móvil de la que tanto se habla estos días.
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