Hace algunos años, la gran mayoría de los internautas querían tener su propia página web en internet. Yahoo! Geocities disfrutaba de su edad de oro y lo más común era que las personas con conocimientos utilizaran código HTML básico para tener un rincón en el ciberespacio donde mostrar su perfil o sus aficiones.
Pero llegó el boom de los blogs, seguido de los CMS o Content Management System (Wordpress, Drupal, Joomla…). Todos nos hicimos un blog y lo llamamos la Web 2.0, la web que hacían los propios usuarios y no unos pocos desarrolladores y empresas que controlaban la información que se difundía. Y después llegó la era social, donde la información se compartía tan rápido que provocó que todo el mundo se olvidara de sus blogs personales.
Así hemos acabado hasta hoy, donde un internauta tiene cuentas en varias redes sociales y servicios. Hemos llegado a un punto en el que las webs personales hechas por nosotros mismos dejan de tener sentido. Lo más ‘artesanal’ que se puede ver ahora mismo por parte de un usuario no profesional son algunas páginas web hechas con aplicaciones como RapidWeaver, que nos dan una facilidad pasmosa para crear estructuras web complicadas. Pero hasta esa tarea se ha visto eclipsada por los servicios web.
Actualmente, los que quieren encontrar datos de una persona en internet no buscan una web personal, ni un dominio propio. Si quieren datos generales buscarán su cuenta de Facebook o de Twitter, si quieren su perfil profesional buscarán su cuenta de LinkedIn, si quieren ver su portafolio fotográfico buscarán una cuenta de Flickr, si quieren ver sus trabajos como diseñador buscarán en Dribbble… y podríamos seguir en un largo etcétera.
Ahora mismo, una web personal hecha por nosotros mismos será, como mucho, un conjunto de enlaces a todos esos perfiles de los servicios y redes sociales que usemos. De hecho incluso una web personal de ese estilo puede generarse con el servicio about.me. Es por eso que cuando veo a un profesional enlazando directamente a uno de esos perfiles, más que ver a alguien despreocupado por su imagen en la red veo a alguien que sabe aprovechar sus recursos para mostrar su información de forma eficaz. Ya he visto a docenas de personas que contratan un dominio y lo redirigen directamente a los perfiles de algunos de esos servicios.
Por supuesto, este fenómeno puede ser atroz para nuestra privacidad. No hace falta que mencione los problemas que ha ido teniendo Facebook a lo largo de su historia con nuestros perfiles privados (el más reciente uno que mostraba nuestra agenda1 telefónica en sus páginas por la cara), aunque la competencia más reciente como Google+ parece que aprende de esos fallos. Simplemente hay que echarle un buen vistazo al acuerdo de licencia (sí, ese que siempre ignoramos) y presionar para que mejore si ha2ce falta. En muchos casos funciona, y si el servicio debe hacer caso a los usuarios para que tenga el éxito que quiere.
Imagen | Bisonblog
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