Esta semana se está llevando a cabo en Londres la Campus Party Europe, donde no pocos españoles y emprendedores y aficiondos a las nuevas tecnologías de otros países se han reunido en el O2 Arena para compartir y llevar a cabo ideas. Y entre otras cosas hemos asistido a una ponencia de Alex 'Sandy' Pentland, director del programa de emprendedores del Media Lab del MIT (Massachusetts Institute of Technology), que nos ha dado su granito de arena para demostrar que el futuro de las nuevas tecnologías pasan por los datos.
Lo llaman Big Data: cada día la actividad de todos los internautas, empresas e instituciones genera terabytes y terabites de datos que, a pesar de que son monetizados, quedan repartidos por los servidores sin aprovecharse todo lo que podrían. Para Alex, estamos en una "década de los datos" donde pronto empezaremos a ver grandes avances que no sólo beneficiarán a servicios de internet, sino que también repercutirán positivamente en nuestra calidad de vida.
h2. Los datos de las redes sociales esconden mucho más de lo que creemos
La clave está en cómo se aprovechan nuestros datos. Siempre damos por sentado, por ejemplo, que los datos que dejamos en servicios como Foursquare o Facebook son muy atractivos para las empresas que quieren mostrarnos anuncios. En esas redes sociales publicamos lo que nos gusta, los sitios a donde vamos, las películas que vemos... es oro puro para los publicistas que quieren saber cómo atraer nuestra atención hacia un banner.
Y no todo son anuncios: los restaurantes que tienen su local en Foursquare encuentran útiles datos sobre qué días son los que más gente viene, o a dónde van después de comer en el local (si van a una heladería quizás sería buena idea colocar helados en el menú)... son casos en los que la gran masa de check-ins puede aportar información interesante para mejorar un servicio.
¿Pero qué hay más allá? ¿Qué ocurre cuando los datos que nos proporciona una aplicación de forma masiva son analizados en profundidad?
Pentland ha puesto el ejemplo de los puntos de recogida, puntos de llegada y rutas que nos ofrece una aplicación de taxis en San Francisco. Dicha aplicación, que ofrece el servicio de llamar a un taxi desde tu smartphone, recopila anónimamente esos datos y forma un gran gráfico que se puede superponer en un mapa. El resultado no es sólo que podemos ver las rutas más usadas de San Francisco dependiendo de la hora del día que sea, sino que también podemos deducir conclusiones mucho más inesperadas: todas las personas que piden un taxi para ir a una zona determinada de San Francisco a una hora determinada son amantes del género musical punk, otra zona nos dice que hay cierto grupo de aficionados al teatro... hay "tribus" de personas que no se comunican entre ellas pero se revelan clarísimamente en estos datos. Se forman, en definitiva, patrones.
Los beneficios de aprovechar bien el Big Data se hacen evidentes cuando nos damos cuenta de otros datos que se pueden deducir: una zona de llegada de taxis concentra una buena parte de enfermos de diabetes, otra zona siempre origina conflictos debido a gente que ha bebido demasiado... el análisis exhaustivo de esos datos bien relacionados entre sí nos puede evitar disgustos grandes.
El simple hecho de que, por ejemplo, podamos reducir la espera de un taxi a meros segundos gracias a que el fenómeno Big Data haya recopilado datos acerca de nuestras preferencias de ocio o costumbres en según que días no se queda simplemente en que ahorramos tiempo para el usuario. También reducimos la contaminación emitida por el taxi, mejoramos la eficiencia de éste con lo que gana más dinero en menos tiempo... son un conjunto de beneficios que generalmente nadie tiene en cuenta y que podrían mejorar muchísimo las condiciones de vida de todos los usuarios. Especialmente en grandes metrópolis donde cada vez hay menos espacio para vehículos y donde se podrían evitar auténticas epidemias, valga la prueba de la infografía que se pudo hacer con el brote de cólera que hubo en Londres.
En resumen: si todos los datos de todos los grandes servicios se pudieran relacionar para poder obtener información como esta, las mejoras serían muy grandes y por todos los niveles de la sociedad. No nos quedaríamos en un simple "ahora sabrás dónde tocan tu música favorita en tu barrio", sino en efectos mucho más relevantes para todos.
h2. ¿Y quién se encarga de guardar todos esos datos?
Por supuesto, no falta el debate de la ética. Todo este escenario parece prometedor, pero siempre hay que preguntarse quién se encargará de gestionar toda esa información. Que por cierto es completamente anónima, pero sigue otorgando enormes capacidades a los encargados de administrarla. Para Alex hace falta que las empresas y los profesionales evolucionen, y que sobretodo pasar de que los usuarios acepten unas condiciones de las empresas para que traten sus datos a la posición inversa: que sean las empresas las que tengan que aceptar unas condiciones de datos. Y si en algún momento queremos que nuestros datos se eliminen de sus servidores, que se haga de la forma legal más rápida posible.
Las pruebas que se están viendo en sitios como África, donde se han hecho experimentos en los que todas las operadoras han aportado los datos anónimos de sus usuarios para ser analizados en masa, ya están dando sus frutos. Alex nos ha asegurado, terminando su conferencia, que si conseguimos nuevos modelos de negocio que respeten la ética y que puedan tener acceso a todos los datos anónimos para analizarlos podremos mirar hacia el futuro con mucho más optimismo. De repente, cosas como los check-ins cobran algo más de sentido.
Imagen | José Gouläo En Genbeta | Big Data, cuando el interés comercial pasa por encima de la privacidad
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