Hace pocas horas Spotify anunció una nueva vuelta de tuerca a su servicio, anunciando las mejoras de su sistema de descubrimiento de música y potenciando su faceta más social. Y esto demuestra que por fin han encontrado el camino que deben seguir para crecer.
Recomendaciones: Spotify ahora nos ayuda a bucear por su extenso catálogo, y a hacerlo bien
Uno de los puntos más fuertes de los servicios de streaming de música como Spotify es la posibilidad de tener un enorme catálogo musical, de millones de canciones. Y uno de los mayores problemas a los que se enfrentan es a que, muchas veces, los usuarios no saben cómo navegar a través de él, y cuando lo consiguen, no pasan de rascar un poco de la superficie.
Estos servicios tienen también una oportunidad enorme, y es el desarrollo de sistemas que permitan a los usuarios bucear por esa enorme cantidad de música. Y no basta con listar todas las canciones o con filtrar por géneros (aun a pesar de que, opino, sería una característica bastante interesante): es muy posible construir algoritmos que nos recomienden canciones en función de las que hemos escuchado o de las que hemos destacado.
Spotify añade una capa extra, le da una vuelta adicional a este sistema de descubrimiento de música. En lugar de recomendarnos música según, únicamente, nuestros gustos, aprovecha y añade los datos de nuestros amigos para poder decirnos canciones que es más probable que nos gusten.
En Spotify, la música social sale de nuestro círculo cercano
Spotify, desde hace mucho tiempo, tiene una capa social realmente interesante que nos permite un funcionamiento básico pero suficiente. Podemos compartir canciones con nuestros amigos, podemos ver sus listas de reproducción, escucharlas y suscribirnos a ellas.
Spotify hizo el ya famoso trato con Facebook hace meses, y desde entonces se han vuelto compañeros casi inseparables. Incluso los usuarios lo percibimos: para mí uno de los principales atractivos de Spotify es poder navegar por las listas de reproducción de mis amigos, poder saber qué canción escuchan en este momento e, incluso, poder escuchar música con ellos en tiempo casi real (aunque estemos en ciudades distintas).
Ahora hay una vuelta de tuerca habitual. Además de estar en contacto musicalmente con nuestros amigos, podremos seguir a nuestros artistas y celebrities preferidos para saber qué música están escuchando, qué listas de reproducción han creado, e incluso recibir notificaciones de cuándo han publicado nuevo material en el servicio, para intentar ser los primeros en escucharlos.
¿Tiene sentido? Quizá no nos interese saber qué música ha escuchado Barack Obama, pero puede que sí nos interese saber que nuestro artista preferido ha colaborado con tal artista en tal álbum, pudiendo escucharlo en el mismo momento. O saber por dónde van a moverse en los próximos meses, para, si eso, comprar las entradas de algún concierto.
¿Cuál es el camino a seguir a partir de ahora?
No hay duda que Spotify sabe lo que tiene que ser: tiene que ser un servicio basado en lo social y las recomendaciones. La idea es que no únicamente permita escuchar nuestra propia música, sino que además, gracias a él, podamos descubrir nueva música.
Su faceta social tiene verdadera importancia también, y quizá podría apoyarse en ella para transformarse en un servicio totalmente mainstream (del mismo modo que WhatsApp lo es): si mis amigos lo utilizan y lo disfrutan tanto, lo utilizaré yo también. Aunque en cierto modo ya se trata de un servicio conocido por casi todos: 20 millones de usuarios (5 de ellos de pago, de los que el 20% es estadounidense), 20 millones de canciones en su catálogo y una bestialidad pagada en concepto de derechos de autor a sus propietarios dan fe de ello.
Solo espero que no se duerma en los laureles. Tiene todavía demasiadas lagunas en su catálogo (parcialmente subsanadas, ahora que está Metallica) y demasiados frentes que mejorar (como los clientes para ciertas plataformas móviles, por ejemplo). Aunque ahora tienen un camino que seguir.
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