Fue difícil abstraerse del último Black Friday. Todos, también nosotros, hablamos sobre él y sus ofertas. Es una de las mejores épocas del año para conseguir toda clase de productos a precios reducidos y ahorrar un poco. Sin embargo, este año el viernes negro ha dado que hablar por su impacto en algunas tiendas físicas de Estados Unidos y algunas partes del mundo: prácticamente ninguno.
Sirva como ejemplo la recopilación de fotografías colgadas en redes sociales que ha hecho Business Insider, con pasillos de superficies comerciales prácticamente vacíos, o el famoso vídeo divulgado por Twitter en el que un solitario comprador accede de buena mañana a una tienda británica. El cámara de televisión que se ve a la izquierda de las imágenes, seguramente, no pudo evitar preguntarse por qué no encontró al gentío que esperaban quienes le mandaron allí.
La respuesta la dan grandes exponentes teóricos del marketing mundial como Seth Godin: "Creo que Amazon puede haber cambiado esto para siempre".
El comercio electrónico y las tiendas vacías
Godin alude en su artículo un texto que escribió hace cuatro años en el que definía al Black Friday como "una invención deliberada de la National Association of Retailers", la asociación de minoristas estadounidenses.
Según él, no solamente servía para promocionar de una forma ideal las tiendas en los medios durante un día de escasa actualidad informativa después del Día de Acción de Gracias. Era, además, la oportunidad de crear una nueva norma cultural. Por eso tilda la jornada de "trampa mediática" y admite que funcionó durante tanto tiempo.
Este año, no obstante, para Godin ha sido el último Black Friday en Estados Unidos y puede que sea uno de los últimos en otras partes del mundo. Entendiéndose el día como la jornada que viene celebrándose en el país de las barras y las estrellas desde hace años. Las imágenes, como hemos visto, pueden estar dándole la razón.
This is by far the calmest black friday ever pic.twitter.com/EwErZ9EF1S
— WorkclockLordRay (@WCLordRay) 23 de noviembre de 2017
A medida que los centros comerciales siguen muriendo, a medida que los minoristas de todas partes luchan por encontrar una razón por la que la gente debería gastar tiempo y dinero extra para visitarlos, la dinámica del rebaño del Black Friday se está desvaneciendo. Es difícil meterse en un frenesí cuando estás sentado en casa, con la bata, mirando fijamente a una pantalla.
La afirmación que hace el empresario norteamericano puede resultar extraña para aquellos que viven la jornada en sus países desde hace apenas un lustro, primeramente como una costumbre comercial adoptada en la red y más tarde trasladada a los comercios a pie de calle.
No es lo mismo un Black Friday en la calle que en casa con la bata puesta
Pero en Estados Unidos, donde lo habitual era abarrotar las tiendas desde primera hora en busca de gangas, donde surgió el Cyber Monday como traslado de las ofertas del día después de Acción de Gracias a Internet, es donde cobra todo su significado.
No debe extrañar que Jeff Bezos, fundador y CEO de Amazon, se haya convertido en el hombre más rico del mundo superando a Bill Gates. La semana pasada las ventas del rey del comercio electrónico aumentaron un 18,4 %, sus acciones un 2 % y, con todo ello, su fortuna superó los 100.000 millones de dólares. Un efecto colateral del viernes negro.
El cambio en los hábitos de consumo
Las cifras de negocio durante la famosa jornada no dejan de ser abultadas y marcan récords años tras año en Internet. Las ofertas continúan poniendo a prueba servidores de todo el mundo mientras los equipos de sistemas cruzan los dedos para que nada se rompa y las compras continúen sin detenerse.
Al al otro lado, más allá de los ceros y unos, las tiendas físicas siguen registrando buenas ventas aunque ya no viven de forma generalizada las imágenes de grandes colas, salvo excepciones justificadas por promociones fuera de toda normalidad. El bullicio constante a lo largo de todo el día es parte del pasado.
La razón es Amazon, sí, el resto de comercio electrónico, la desestacionalización de las rebajas y el cambio en los hábitos de consumo que de forma notable se vive en Estados Unidos y poco a poco se traslada al resto del mundo. Si la fiebre del Black Friday se viven en la Europa occidental como algo más o menos novedoso, reciente, en su lugar de origen el desenfreno consumista por las compras a lo largo de todo un día se serena año tras año llevándonos a comercios más tranquilos.
Como recoge The Washington Post, hace un año se registraron 154 millones de compradores el fin de semana de Black Friday en el país, un 32 % que en 2011.
Las razones, además de que muchos compradores opten por hacer por Internet, desconectando de la dinámica creada en una tienda física, comprenden principalmente la extensión de los descuentos a lo largo de una temporada y de todo el año. Haber ampliado de un día a varios y de ahí a todo un periodo comprendido durante varias semanas ha rebajado la atracción. Se ha perdido el sentido de oportunidad única que tenía el Black Friday en el pasado. Los grandes descuentos se suceden a lo largo de todo un año y los días de ofertas concentradas tienen lugar recurrentemente más allá de la tradicional fecha que marcaba el inicio de las compras navideñas.
El comercio electrónico, con el viento a favor, afronta el reto de continuar satisfaciendo las demandas constantes de buenos precios y rebajas frecuentes por parte de los compradores. El comercio tradicional, con tiendas cada vez más tranquilas en días clave, se enfrenta a otra encrucijada: hacer de las compras en un establecimiento una experiencia diferenciadora que valga la pena.
En El Blog Salmón | Así ha sido el Black Friday en España en los últimos años
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