Este sábado los militantes del Partido Pirata español elegirán nuevo presidente y dirección con la que afontar, ahora de verdad, el desafío electoral. También los acuerdos que establecerán con los piratas catalanes que han decido impulsar un partido al margen de la estructura estatal.
Tres candidatos a la presidencia para llevar el timón de un galeón pirata de bandera española que intentará surcar los mares de la política nacional donde no existen precisamente oportunidades para las minorías salvo que se salga a la mar con un candidato o candidata de relumbrón y valoración popular.
En todo caso hace falta una opción que haga presión digital. Mucho mejor si esta sirve para que los partidos menos reticentes a la defensa de Internet se ven forzados a encarar la nave hacia la defensa radical de la libertad digital. De eso en parte dependerá el éxito o fracaso de la aventura pirata.
Suerte y viento a toda vela. El tiempo juzgará si este sábado los piratas eligen al mejor candidato y el Partido Pirata sale de la marginalidad. Difícil travesía, muy difícil, en la que los resultados electorales de Suecia también ayudarán (o todo lo contrario) a percibir más o menos posibilidades y significado (o sentido) al proyecto político del Partido Pirata.
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