Quienes hablan de que proteger la propiedad privada es impedir la difusión de la cultura tienen un grave problema: los remordimientos de conciencia del que roba y se busca una excusa romántica para justificar su propia cutrez.
Lo de ahí arriba, no es fácil calificarlo, son declaraciones de Antonio Guisasola, presidente de la Asociación de Productores de Música de España (Promusicae) que se pueden leer hoy en un periódico regional.
Aunque la mayoría de nuestros lectores conocerán al señor de Promusicae, también habitual informador y consejero de la embajada de los EE.UU, nos permitiremos recordar que su asociación, gran lobby de la industria musical española, suele ser la más decidida y contumaz a la hora de pedir penas de cárcel (o celebrarlas) y de llamar ladrones a los internauta españoles.
Sin olvidarse de “los que hablan de que proteger la propiedad privada es impedir la difusión de la cultura tienen un grave problema: los remordimientos de conciencia del que roba y se busca una excusa romántica para justificar su propia cutrez. U otro más grave todavía: el cinismo”, explica Guisasola.
Me parece que los que tienen un grave problema son los representados por este señor tan faltón, cuestión de imagen, que lleva años confundiendo al personal equiparando el negocio montado a partir de la radio fórmula con la música:
Durante la última década (y no hablo en sentido figurado, sino de sus buenos 3.650 días con sus correspondientes noches), la única ley que ha imperado en la música española ha sido la del salvaje Oeste. Nuestro sector ha sufrido ataques inaceptables, un expolio masivo primero en las mantas y luego en las redes. Hasta ahora, la clase gobernante había reaccionado con el viejo método de silbar y mirar hacia otro lado. Y no nos encontrábamos ante una cuestión baladí: estamos hablando de un sector que hace frente a un desplome del 80 por ciento en sus ingresos, de un saqueo que se ha llevado por delante varios miles de puestos de trabajo y de la pérdida de una parte sustancial de nuestro músculo creativo. Hemos salido perdiendo todos. No solo la industria musical, sino también la cultura española y, de forma particularmente devastadora, nuestra imagen y presencia en el exterior.
Para saqueo el de las frecuencias del oligopolio de la radio fórmula y sus 40 Vips de las multinaciones. Desde el abrazo de Eisenhower. 50 años después y saliendo de la embajada del primo de Zumosol. Antonio Guisasola tiene razón: “La única ley que ha imperado en la música española ha sido la del salvaje Oeste”.
Ya lo dijo Cayo Lara: “la Ley Sinde del PP y el PSOE es la de las multinacionales discográficas”, podía haber dicho la de Guisasola. Aunque dice el de Promusicae que la ley se queda corta. Como las sentencias.
Foto | mermadon
Vía | La Nueva España