Bell Pottinger Group es la primera compañía de relaciones públicas del mundo. Imagen de marca, imagen de líder, imagen de país/ciudad y sobre todo servicios de lobby, ¿una Olimpiada?, ¿una Ley?. En Bell Pottinger se cuida la reputación de sus clientes con especial mimo aunque se trate del tirano de Bielorrusia y otros líderes poco respetuosos con los derechos humanos. El negocio es el negocio.
En Bell Pottinger son muy digitales y realizan para su clientes constantes modificaciones de la Wikipedia para cuidar su reputación o dañar la de los que les crean problemas a sus clientes. Tan exagerado está siendo el "afán" que Wikipedia ha suspendido al menos diez cuentas de usuarios relacionadas con la firma de la compañía. El propio Jimmy Wales, fundador de la enciclopedia online, ha salido a la palestra para decir que:
Nunca he visto un caso como este. En general, cuando hablo con las firmas de relaciones públicas éstas tienen pautas que evitan este tipo de conducta
Tratar de modificar como aparece en Google un cliente (una marca o un individuo) ya sea para "enterrar" las referencias que no interesan o al contrario, para que se haga notar en el buscador, es naturalmente uno de los trabajos cotidianos de la unidad digital de Bell Pottinger.
Las técnicas de optimización de motor de búsqueda (SEO en sus siglas en inglés) son cotidianas y legítimas aunque algunos cuestionan que lo sean cuando se bombardea desde poderosos despachos, como los de Bell Pottinger, con historias positivas (o negativas) y comentarios en internet que parecen espontáneos pero forman parte de una campaña concertada por una firma de Relaciones Públicas. Es el Astroturfing.
Pero en The Bureau For Investigative Journalism, una organización dedicada al periodismo de investigación que colabora con WikiLeaks, quisieron conocer "mejor" la compañía de relaciones públicas, que, por cierto, presume de su capacidad para sacar adelante leyes relacionadas con la propiedad intelectual. Así que decidieron hacerse pasar por intermediarios del Gobierno de Uzbekistán deseosos de recibir el asesoramiento de Bell Pottinger para promover las buenas relaciones con el Reino Unido.
Tres altos ejecutivos de la empresa de relaciones públicas, incluidos su presidente, David Wilson, y el director ejecutivo, Tim Collins, asistieron a sendos encuentros con los periodistas que aparentaban hablar en nombre de un régimen autoritario que las organizaciones en defensa de los Derechos Humanos condideran entre los más represivos del mundo. Naturalmente los de Bell Pottinger ni se inmutaron ante la posibilidad de captar como cliente al gobierno de un país de Asia Central rico en petróleo y algodón. Tan contentos estaban con la perspectiva que les prepararon la carta de servicios y clientes que encabeza este párrafo. Se lo tragaron. El documento merece un repaso, página a página.
Wilson y Collins, que estaban siendo grabados, presumieron de su influencia y de algunos de sus éxitos. En un momento dado David Wilson, el presidente de Bell Pottinger, explicó a los supuestos representantes del gobierno de Uzbekistán que la firma mantiene conexiones con la familia real británica y que la dictadura asiática podría beneficiarse de una visita del príncipe Andrés, duque de York.
Según la propuesta de Wilson, el viaje del príncipe formaría parte de una estrategia general, en un plan que su empresa diseñaría para establecer conexiones entre el régimen totalitario y el Reino Unido. Y, en un duro golpe a la imagen del príncipe, el director de la reconocida agencia señaló:
Los medios de comunicación vienen sugiriendo que Andrés es propenso a ir donde le lleve la chequera; es decir, la gente le paga para que viaje a ciertos países.
El duque ejerció durante una década como embajador especial en comercio exterior. Pero una serie de escándalos relacionados con el uso del cargo en beneficio personal le forzaron a dimitir el pasado verano.
Aunque el duque de York aún podría ser de utilidad en una región que conoce bien. En diez años de visitas, el príncipe Andrés ha estrechado relaciones con empresarios que luego le han devuelto el favor. Entre ellos se menciona a Timor Kulibayeb, yerno del presidente de Kazajistán, quien adquirió la residencia rural de la familia del príncipe Andrés, Sunninghill House, por encima del precio de mercado y cuando llevaba años deshabitada y su deterioro era obvio.
Lord Bell, el fundador de Bell Pottinger, fue uno de los grandes asesores y amigos de Margaret Thatcher. Está considerado un gran amigo de la familia real británica y uno de los hombres más influyentes del mundo. Fue asesor de Pinochet.
Vía | The Bureau For Investigative Journalism En Nación Red | El Príncipe Andrés, duque de York, nueva víctima de WikiLeaks