El mismo concepto de 'patente de software' ha generado un intenso debate en las últimas décadas. Pero, incluso dándolo por bueno, los constantes abusos del mismo que se ejercen (y sufren) en su nombre en la industria tecnológica son motivo de preocupación. En una publicación reciente, la organización ciberactivista EFF (Electronic Frontier Foundation) nos recuerda que
"Las patentes, [que] en teoría, deberían ser un estímulo para la innovación […], en muchos casos, se convierten en una herramienta para reclamar 'propiedad' sobre lo que deberían ser elementos básicos de la actividad humana".
Lanzan esta reflexión a raíz del análisis publicado en su web de una patente estadounidense, la nº 8.655.715, que a efectos prácticos les concede la propiedad de los concursos de selfies. O, en el particular dialecto de los 'patentes de trolls':
"Un sistema y método proporcionan revisión de contenido, distribución, clasificación y acceso, y automatizan la creación y ejecución de concursos entre conjuntos de concursantes basados en contenido. El sistema y método ofrecen concursos interactivos personalizables, continuos, de múltiples niveles y rondas, con revisión experta y presentación filtrada de concursantes basados en contenido. Entre otras ventajas, los proveedores pueden utilizar el sistema y método para obtener revisión y clasificación de su contenido por expertos y consumidores".
Como bien dicen desde la EFF, "este caso ilustra la preocupante tendencia de utilizar el lenguaje del software para monopolizar actividades culturales básicas humanas".
Eres el inventor de algo que ya estaba inventado, tienes vía libre para demandar
Así, por ejemplo, esta patente (concedida a la empresa Opus One y que reconoce a su CEO, Iman Foroutan, literalmente como 'inventor' de estos concursos) incluye pasos como recibir, almacenar y acceder a datos en una computadora; clasificarlos y generar "datos de concurso"; y tabular votos y seleccionar un ganador.
Esto, esencialmente, describe el uso cotidiano de un ordenador, aplicada a la idea igualmente cotidiana de participar en un concurso, lo cual, en palabras de la EFF, "nunca debió ser elegible para una patente". Pero se le concedió, y eso ya ha tenido consecuencias legales.
Por el momento, se sabe que Opus One ya ha presentado al menos tres demandas contra pequeñas empresas de marketing que ayudan a organizar concursos online. En uno de los casos, el cliente era una radio local que animó a sus oyentes a mandar selfies madre-hija por el Día de la Madre.
Ya no es sólo que Opus One haya elegido demandar únicamente a las pequeñas empresas que no se pueden permitir el lujo de litigar en los tribunales, con lo que suele forzarlas a alcanzar acuerdos económicos extrajudiciales.
No: esto sólo es un síntoma de un problema mayor, que la EFF resume así:
"Las patentes erróneamente concedidas […] dañan el derecho de las personas a expresarse y participar en la cultura online. […] Así como somos libres en el mundo físico para firmar documentos, ordenar fotos, almacenar y etiquetar información, registrar la entrada al trabajo, quedar con alguien para tener una cita o enseñarle un idioma extranjero sin necesidad de tener que pagar tarifas exorbitantes a terceros, también debemos ser libres para hacerlo en Internet".
Y ojo, porque participar en un concurso de selfies no es, ni de lejos, la actividad informática cotidiana patentada más sencilla: la lista de patentes informáticas injustificables es larga. No es que sólo que todos los ejemplos que pone la EFF en el párrafo anterior tengan una patente asociada… es que el 'doble clic' es propiedad de Microsoft, y el desplazamiento por una pantalla usando gestos con dos dedos es propiedad de Apple.
Bien es cierto que, en su caso, no han demandado a nadie y parecen haberse conformado con mantener esas patentes lejos de las manos de los trolls de ídems, pero eso podría cambiar en cualquier momento.
Vía | EFF
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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