Los primeros pasos del nuevo Windows 10 de Microsoft no están siendo fáciles. Hasta ahora se había tenido que enfrentar desde con la fría acogida que había tenido su nuevo navegador hasta con unos soportes técnicos que desaconsejaban su instalación, pero parece que las cosas tampoco están terminando de mejorar después de su última gran actualización.
Y es que desde la última actualización se están empezando a multiplicar las quejas por la gran cantidad de bugs del sistema operativo. También hay quienes apuntan indignados a que durante la actualización Windows 10 les desinstaló sin permiso algunas de sus aplicaciones de monitorización de sistema, y que ahora estas no terminan de funcionar bien del todo.
Los problemas de Microsoft
A principios de mes Microsoft lanzaba la esperada primera gran actualización de Windows 10, la cual se podía descargar desde la web para realizar instalaciones limpias. Pero después de encontrarse con unos problemas con Bitlocker que impedían la activación, los de Redmond decidieron cortar por lo sano eliminando la versión ISO descargable.
Sin querer, haciéndolo Microsoft le añadió más leña al fuego y muchos usuarios lo han interpretado como la confirmación de que los bugs son un problema real. De hecho, en los últimos días se ha hablado de problemas con la suspensión del equipo, un excesivo uso de recursos de la aplicación de correo, fallos en la pantalla de bloqueo e inestabilidad a la hora de ejecutar aplicaciones.
Además, muchos usuarios también han recurrido a redes sociales y comunidades online (1, 2, 3, 4, 5) para quejarse de que en la actualización de este mes, Microsoft ha eliminado algunas de sus aplicaciones sin permiso. Las más afectadas parecen algunas herramientas de monitorización como CPU-Z, Speccy o el AMD Catalyst Control Center para tarjetas gráficas Radeon.
En mi caso, cuando actualicé a la última versión de Windows 10 también me encontré con que mi ordenador se había vuelto totalmente inestable. Sufría bloqueos, ralentizaciones por doquier y varias aplicaciones ya no funcionaban. Pero por lo menos en mi caso, después de haber restablecido de fábrica el sistema operativo la mayoría de problemas desaparecieron. Aun así, aun noto bastante inestabilidad en unas aplicaciones universales a las que en ocasiones aun les cuesta arrancar.
La posible explicación está en los cambios internos
Algunos medios como Petri.com apuntan a que los problemas con el creciente número de bugs podrían deberse a los despidos de testers de software que han ido realizando en los últimos meses. Microsoft está delegando en los desarrolladores y los miembros del programa Insider el testeo de sus actualizaciones, y eso parece estar causando más complicaciones de lo previsto.
También se apunta a que los nuevos ciclos de actualizaciones mensuales, con dos grandes actualizaciones al año, podrían estar reduciendo los tiempos de lanzamiento hasta límites en los que el producto final no sale tan pulido como debería. En cualquier caso, este medio también apunta a que estos cambios les beneficiarán a largo plazo.
Sea como fuere, e independientemente de las razones, todo están siendo problemas para Microsoft desde el lanzamiento de Windows 10. Después de los malos números cosechados por su antecesor, su nuevo sistema operativo prometía ser tan estable como lo fueron en su día Windows 7 y XP. Y aunque aun es pronto para sentenciar a un recién nacido, de momento no parece que estén consiguiendo ese aura de fidelidad que tenían las versiones anteriores.
En cualquier caso Windows 10 sigue adelante, sus usuarios sólo podemos esperar que poco a poco en Redmond vayan adaptándose a sus nuevos métodos de trabajo, y que consigan enderezar el rumbo de su sistema operativo antes de que empiece a cosechar una mala fama que les pueda costar demasiado quitarse de encima.
Vía | Ars Technica y VentureBeat
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