En mayo de 2018, un juez dictaminó que Donald Trump no puede bloquear a usuarios en Twitter, ya que se trata de una falta a la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que se refiere precisamente de la libertad de expresión.
Recordamos que, una vez elegido presidente, Trump decidió no utilizar la cuenta oficial (@POTUS) y en su lugar seguir usando su perfil personal con todos los riesgos de seguridad que esto conlleva.
Lo confirma el CEO de Twitter
Está claro que no rigen las mismas normas para un usuario "normal" de Twitter y para la cuenta del presidente de los Estados Unidos (o de un país, en general). Además de no poder bloquear, hay otras peculiaridades, que pronto dejarán de aplicarse en el caso de Trump.
La relación entre Trump y Twitter siempre ha sido algo tensa, una situación que ha empeorado en los últimos meses. Jack Dorsey, CEO de Twitter, confirmó hace unas horas que Trump perderá "su estatus especial" a partir del mes de enero.
Eso significa que cuando Trump deje de ser presidente será tratado como el resto de usuarios de Twitter, y podría enfrentarse a una posible suspensión de su cuenta si publica tweets que infringen las normas de la plataforma.
Así lo aseguró el propio Dorsey durante una comparecencia ante la Comisión Judicial del Senado: "si un usuario de repente ya no es un líder mundial, esa partícula en particular desaparece".
"Una función crítica de nuestro servicio es proporcionar un lugar donde la gente pueda responder abierta y públicamente a sus líderes y hacerlos responsables. Teniendo esto en cuenta, hay ciertos casos en los que puede ser de interés público tener acceso a ciertos Tweets, incluso si de otra manera estarían violando nuestras reglas".
Son declaraciones de un portavoz de Twitter a TechCrunch. El límite para este tipo de cuentas especiales es bastante extremo, y para que se eliminen sus tweets tendría que ocurrir alguno de los siguientes casos:
- Promover el terrorismo
- Amenazas claras y directas de violencia contra un individuo
- Publicación de información privada, como la dirección de una casa o un número de teléfono personal no público
- Publicar o compartir fotos o vídeos íntimos de alguien que hayan sido producidos o distribuidos sin su consentimiento
- Participar en conductas relacionadas con la explotación sexual infantil
- Alentar o promover el daño autoinfligido
Hay otro aspecto a tener en cuenta. Tras varios meses de encontronazos, podría ocurrir que cuando llegue enero Trump decida abandonar Twitter e irse a otra plataforma (estos días se habla mucho de Parler: una nueva red social donde aseguran que pueden "hablar sin censura" y que se está llenado de simpatizantes de Trump).
No significa que la supervivencia de Twitter dependa de Trump, pero si (en ese momento) el ex presidente de los EE. UU. alienta a sus millones de seguidores a abandonar la red social, eso podría dañar la plataforma de un modo que todavía cuesta imaginar.
Lo que parece estar claro es que pronto llegará a su fin la era de los tweets incendiarios de Trump y las diferentes maneras que Twitter ha tenido que elegir para "apagarlos".
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