Charlottesville es el punto de mira de todas las miradas en Estados Unidos. Allí, un grupo de revueltas racistas han vuelto a poner de manifiesto un eterno problema que (desgraciadamente) vive este país.
Como suele ocurrir en este tipo de casos, las redes sociales se inundan de comentarios de ambos "bandos" de la historia, y en algunas ocasiones se utilizan estas plataformas para identificar a las personas que la protagonizan.
Un buen ejemplo de lo peligrosas que pueden ser las redes sociales es lo que le ocurrió a Kyle Quinn, un investigador que trabaja en el Engineering Research Center de la Universidad de Arkansas.
Después de salir del trabajo, decidió pasar la noche del viernes con su novia y un amigo. A la mañana siguiente se despertó con un escenario aterrador: le habían identificado como uno de los racistas que se manifestaban en Charlottesville, y comenzaron a llegarle todo tipo de amenazas.
Para empezar, él vive a casi 2.000 kilómetros de distancia del epicentro de todas las protestas. El problema se originó porque en una de las imágenes aparece alguien muy parecido a él con una camiseta que pone "ingeniero de Arkansas". Para Internet, esto fue todo lo que hizo falta para inculparle:
This isn't KYLE QUINN .:. Who is he ??? #Namethenazi ???? .:. pic.twitter.com/8P6pNlukeC
— Ferris Bueller (@YoungWaxGod) 13 de agosto de 2017
Quinn, que está al cargo de un laboratorio que se decida a la investigación para curar heridas, vio cómo rápidamente sus redes sociales se llenaban con insultos, amenazas, etc. Cientos de desconocidos pedían que se quedara sin trabajo, y además comenzaron a compartir la dirección de su casa en las Red.
Preocupado por su integridad y la de su mujer, decidió escapar de su casa y pedir asilo a un amigo. El mismo afirma haber experimentado en primera persona el acoso que viven las celebridades, sin que la gente compruebe si ciertas cosas son verdad o mentira:
He dedicado toda mi vida a ayudar a otras personas, intentando mejorar su salud y formando a la próxima generación de científicos.
Como vemos, nos encontramos ante un nuevo caso de doxxing, una práctica que (tristemente) cada vez es más común. Esto vuelve a recordarnos que no debemos alzarnos como jueces tan rápidamente, y las redes sociales pueden ser unas herramientas que destrozan las vidas de muchos inocentes.
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