El 8 de junio de 1971 Raymond Samuel Tomlinson conseguía enviar el primer correo electrónico entre dos ordenadores conectados por ARPANet, precursora de la actual Internet. Los dos equipos estaban en la misma habitación, aunque ésto es lo de menos.
De forma generalizada se considera este primer envío como el nacimiento del correo electrónico. Tomlinson utilizó para identificar el destinatario un nombre de usuario, seguido del símbolo “@” y después el nombre de la máquina destino. Esta fórmula ha persitido hasta nuestros días.
Respecto del contenido del mensaje, como se trataba de una prueba, no eran más que una sucesión de letras sin sentido, tal vez las correspondientes a la primera hilera del teclado sin un orden específico. Aunque he visto por la Red varias versiones, ninguna concuerda, tampoco es importante.
Lo que sí es relevante es que desde entonces, el correo electrónico ha sido una de las fórmulas más importantes de comunicación entre los usuarios de Internet y aunque en varias ocasiones se ha dado al e-mail por muerto y enterrado, como con la aparición del Chat o las redes sociales, lo cierto es que el correo electrónico es un “cuarentón” que goza de buena salud y aún tiene futuro por delante.
Imagen | Bruno Girin
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