A veces encuentras el amor donde y con quien menos te lo esperas. Puede que llegue mientras estás de Erasmus pero en otras ocasiones resulta que el amor de tu vida era alguien que lleva toda la vida viviendo en tu misma manzana y hasta ahora no habías reparado en su existencia. Algo así le pasó a Channon Perry y a su pareja Dan, que llevaban un lustro compartiendo ciudad y universidad pero se conocieron a través de una aplicación de ligue.
¿Habría surgido la chispa del amor más allá de las apps de citas? Es decir, a la vieja usanza de chica conoce a chico y se da el flechazo. Channon tenía una duda y una profesión como analista de datos que le ayudaría a resolverla.
La historia de Channon y Dan era como la de otras muchas parejas que se conocieron durante la pandemia: encontraron el amor online, en Bumble. Aunque su relación comenzó en 2020 (vaya año para empezar nada, ¿o quizás el mejor?), ambos compartían ciudad desde 2015 y de 2015 a 2018 también Universidad. Con esta premisa, era teóricamente imposible que nunca hubieran coincido, pero hay una herramienta presente en nuestros teléfonos que puede desentrañar el misterio: el historial de ubicaciones de Google, que recopila datos del GPS en segundo plano.
¿Habrían tenido la oportunidad de oportunidad antes de establecer contacto visual al compartir localización? Respuesta corta: sí, 41 veces en total.
Respuesta larga: un experimento con unos datos que cualquiera tiene al alcance de la mano y algo de código.
El experimento
Cualquiera puede solicitar y descargar el historial de localizaciones de Google Maps desde Google Takeout y obtener una carpeta comprimida de archivos JSON. A partir de aquí comienza un proceso de depuración de datos, estableciendo marcos de tiempo y precisión para no perderse entre la paja de registros innecesarios.
En cuanto a precisión, considera los decimales del GPS y la intensidad de la señal del GPS, ciñéndose a un radio de 111 metros para conseguir un equilibrio entre cantidad y calidad de datos obtenidos.
En cuanto al tiempo, establecen límites para los dos conjuntos de datos teniendo en cuenta un rango que les permita abarcar la fecha más antigua posible de coincidir y la última, con el hito de mudarse y por tanto estar en la misma ciudad, Ciudad del Cabo, como punto de partida. Para trabajar con un número de datos representativo y eficaz, establece periodos de tiempo de 10 minutos, un margen equilibrado entre cantidad, el movimiento de la persona y el registro del GPS.
Una vez combinados ambos registros, los analiza y se encuentra otra piedra en el camino: mientras que el 98% de los registros de Channon alcanzaban el nivel de precisión necesario, los de Dan eran solo del 45%. Channon achaca esta diferencia a la falta de datos móviles (el precio en Sudáfrica es elevado) o a tener el teléfono apagado. Además también pueden originarse lagunas cuando no pueden recopilarse las ubicaciones por la configuración de privacidad.
Finalizado el cruce de datos y con estas premisas, ya tiene los lugares más visitados por ambos:
Ubicaciones comunes donde ambas personas habían sido registradas en algún momento durante el período de tiempo analizado. Los colores indican quién hizo la mayor cantidad de registros en cada ubicación.
2729 coordenadas donde ambos han estado en ese lustro, la mayoría de ellos sus respectivos hogares, estudios, trabajos, carreteras principales de dentro y alrededores de la ciudad. Tiene sentido. Ya tenemos los lugares, pero falta saber cómo cerca en el tiempo estuvieron allí. Una pista: entre 2016 y 2017, cuando Shannon todavía no se había graduado, estuvieron más cerca que nunca de un potencial encuentro durante su época universitaria.
¿Dónde has estado todo este tiempo? Delante de tus narices
Concretamente, solo en el campus de la universidad coincidieron hasta en 33 ocasiones registradas (Channon está representada con el punto azul y Dan con el rojo), llegando incluso a estar verdaderamente próximos. Eso sí, tengamos en cuenta que esto significa que se habían acercado a más de 111 metros en un lapso de tiempo de 10 minutos.
Sin ir más lejos, el 16 de agosto de 2017, una semana antes de que se conocieran de verdad, sus coordenadas coinciden espacio tiempo cerca de la cafetería del edificio de ciencias sociales donde ella solía almorzar. ¿Pasaría de largo? ¿Llegaría tarde a clase? ¿Se estaría tomando un café placidamente?
A partir de aquí, Channon estima que debieron cruzarse 41,25 veces considerando tanto qué porcentaje de datos cumple los estándares de precisión y la fecha cuando ella dejó de ir al campus. Concluye que es probable que se cruzaran cada dos semanas durante tres años mientras "estaban con la cabeza agachada o en las nubes", prestando poca atención a lo que les rodeaba. A veces no nos percatamos de la presencia de otras personas y lógicamente desconocemos la importancia que pueden acabar teniendo estas en nuestras vidas.
Una versión anterior de este artículo fue publicada en 2023.
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