Airbnb nació como proyecto de consumo colaborativo, para alquilar habitaciones o pisos enteros en días en los que el propietario (o anfitrión como mencionan en la empresa) puede hacerlo. Y de ahí ha nacido algo de lo que Airbnb presume bastante: personas que pueden conseguir dinero extra muy necesitado con esos alquileres para poder vivir mejor.
Pero esta tendencia está haciendo que empiece a predominar otra figura: la del anfitirión "full-time". O sea, las personas que convierten los alquileres de Airbnb en su actividad laboral única y de la que consiguen todas sus ganancias. Representa ya casi un 30% de los ingresos totales de Airbnb y el porcentaje sigue creciendo.
Eso, según un estudio reciente de la Penn State’s School of Hospitality Management, es "alarmante" ya que convierte a Airbnb en el mediador de algo que se puede parecer más a un negocio no regulado que en un servicio de consumo colaborativo de alquileres.
"Propietarios hechos empresarios" o "familias de clase media"
Por lo visto la tendencia de anfitriones que alquilan varias propiedades o habitaciones al mismo tiempo representan 500 de los 1.300 millones de dólares que ha ingresado Airbnb entre septiembre de 2014 y septiembre de 2015, y se centra sobretodo en las grandes ciudades donde la demanda es mayor. El estudio cita a Miami como la ciudad donde se nota más esta tendencia, con un 61,3% de los ingresos generados por este tipo de anfitriones (que representan un 7% de todos los anfitriones de la capital de Florida).
Airbnb ya se ha defendido frente a este estudio, argumentando que utiliza datos mal interpretados y señalando que dicho estudio ha sido encargado y pagado precisamente por la competencia (la American Hotel & Lodging Association) a través de su portavoz Nick Papas:
Este estudio utiliza información engañosa para hacer reclamaciones falsas y atacar a familias de clase media que comparten sus casas y utilizan el dinero para pagar las facturas. Una mayoría apabullante de anfitriones de Airbnb son personas de clase media que comparten ocasionalmente sólo la casa en la que viven, y mientras éstos se quedan con el 97% del precio que ponen, los hoteles se quedan con gran parte de lo que ganan fuera de esta comunidad.
Más allá del debate de si son datos preparados para perjudicar a Airbnb o no, lo cierto es que el fenómeno de las habitaciones y casas compartidas que se alquilan sigue surtiendo efecto. En un año, Airbnb ha pasado de representar el 3,6% de las estancias en los Estados Unidos a representar el 5,4% de ellas. Para que comparéis, sólo cinco cadenas de hotel han llegado a representar el 5%.
Así que la tendencia sigue. Unos defienden a Airbnb por representar la evolución de las estancias vacacionales o puntuales frente al negocio clásico de los hoteles, y otros les acusan de esconder precisamente otro negocio que perjudica los precios de compra y alquiler convencional de pisos en las grandes ciudades entre otras cosas. Para Kathleen Lugar, CEO de la American Hotel & Lodging Association, algunos anfitriones se han convertido en "propietarios empresarios que tienen una clara actividad comercial".
Imagen | Open Grid Scheduler
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