El avión aterriza. Sales de él con ganas de llegar a tu destino y descansar. Pero antes de salir del aeropuerto, un agente te solicita que desbloquees tu smartphone y que facilites las contraseñas de tus redes sociales. Mirará tus contactos, tus emails, tus fotos. Incluso si has hecho algún chiste en Twitter. En el mejor de los casos, después de unos minutos u horas, podrás entrar en Estados Unidos.
Puede que pronto esta surrealista situación se dé cuando cualquier extranjero quiera entrar a EE UU, incluso por unas pequeñas vacaciones, según los funcionarios de la administración Trump que están realizando una revisión de los procedimientos de investigación en los aeropuertos.
Los oficiales tendrán el poder de evitar la entrada a cualquier pasajero que no tenga razones evidentes de una entrada "legitima" al país. No se a expuesto qué se hará en caso de que el pasajero se niegue a ceder su contraseña.
"Si hay alguna duda de las intenciones del sujeto al entrar a Estados Unidos, ellos tendrán que probar que vienen por razones legitimas", dijo Gene Hamilton, consejero del Secretario de Seguridad Nacional John Kelly.
Las medidas, que todavía no han sido públicamente detalladas, podrían afectar también a países aliados como Alemania, Francia o España. Lo que generaría un gran impacto a la industria turística estadounidense y podría llevar a los ciudadanos americanos a someterse a medidas parecidas en los aeropuertos de sus destinos.
Donald Trump ha hecho hincapié en “reforzar” las fronteras estadounidenses desde que tomó el cargo. Una de sus promesas electorales claves dentro de su discurso populista. Desde prohibir la entrada a cualquier persona con nacionalidad de la mayoría de países musulmanes a prohibir llevar portátiles si provienes de cierto país. Esta última medida también se ha impuesto en Reino Unido, que impide a los pasajeros llevar portátiles o tablets en su equipaje de mano si viajan desde Turquía, Arabia Saudita, Jordania, Líbano, Egipto y Túnez.
Además de la vulneración evidente de la privacidad y seguridad de las personas, se ha de tener en cuenta que las medidas necesitarían de una gran inversión de recursos para llevar a cabo estas tareas. Y, obviamente, quien quiera llevar a cabo acciones terroristas no llevará un smartphone que delate sus planes, ideología o próximos movimientos.
“Si saben que vamos a mirar sus móviles y que les vamos a preguntar sobre su ideología, se desharán de sus móviles”, dijo la senadora demócrata. “¿Adivináis qué harán cuando les preguntemos por su ideología? Mentir. ¿Pondremos también polígrafos?”
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