La lluvia y el frío podrían haber cubierto la vigésimoquinta gala de los Goya con un manto de tranquilidad, pero Anonymous se ha encargado de romperlo. Entre 700 y 1.000 personas se han plantado en la puerta del Teatro Real para manifestar su opinión en relación con la ley Sinde. Los ciudadanos, con sus rostros cubiertos con las célebres máscaras de Guy Fawkes, han recriminado al gobierno una política nefasta que no soluciona nada. A principios de la tarde, las webs de la Academia de Cine y los Premios Goya caídas adelantaban una tarde de protestas.
La policía no ha podido evitar que los manifestantes alzaran su voz. Aunque los agentes pidieran su identificación de forma insistente y preguntaran el por qué de las máscaras –a lo que algunos de ellos contestaban que era para no mojarse–, los ciudadanos se sentían en su pleno derecho a expresar su opinión. En alguna ocasión ha habido la posibilidad de algún pequeño alboroto con la policía, pero parece que no ha ido a más. No obstante, sí ha habido comportamientos reprobables, como el lanzamiento de huevos a algunos de los asistentes a la gala.
Cabe destacar la mala cobertura que ha hecho TVE sobre el acontecimiento. Es decir, se ha limitado a hablar de los zapatos y los vestidos, dejando de lado las protestas a pie de calle en la alfombra roja. Solamente el canal por streaming de RTVE ha dado una mínima cobertura a lo ocurrido, aunque el tratamiento ha sido más que reprobable. Han mostrado los manifestantes de forma clara. Sin embargo, cuando ha llegado Ángeles González-Sinde, han cambiado el audio del exterior por el del interior, de modo que parecía que nadie protestara. Los hay que lo tildan de censura.
También merece ser destacada la actitud de la actriz Assumpta Serna, que ha entrado en la gala con una máscara de Guy Fawkes de papel en la mano y un cartel que rezaba “Viva Wikileaks”. Imanol Arias también se ha desmarcado de sus compañeros, con un claro guiño a los manifestantes a su entrada al teatro.
A todo esto, Twitter ha sido, una vez más, el gran epicentro de lo ocurrido. A través de la red social, cualquier persona del mundo ha podido saber de forma constante lo que pasaba en la Operación Goya. De hecho, el hashtag #operaciongoya ha alcanzado el número uno en todo el mundo a las 20:10h, por delante de las celebridades de Estados Unidos. Y decían que éramos cuatro gatos.
Sin embargo, el momento álgido de la noche ha llegado cuando el todavía presidente de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, ha realizado su discurso. Los que aún dudaban de él en el debate de la ley Sinde han tenido hoy una prueba irrechazable de su sensatez. Ha hablado de “caminar juntos a pesar de las diferencias”, dentro de la industria del cine. En una brillante alocución, De la Iglesia ha dicho verdades como puños y ha defendido el cine. Aunque su película se haya topado con un gran chasco en los premios –os dejaremos a vosotros la reflexión de si la Academia le ha hecho el vacío–, ha triunfado como director y, sobre todo, como persona.
De la Iglesia, que ha defendido que “Internet no es el futuro, es el presente”, le ha recordado al público de los Goya que a los que trata de delincuentes es la ciudadanía, su público, quien les permite vivir de la creación del cine. Según ha afirmado, los artistas sólo ganarán al futuro si cambian, innovan y aportan un nuevo modelo de mercado que tenga en cuenta a todos. Incluso ha llegado a defender que Internet es la salvación del cine español. Finalmente, ha espetado con rotundidad que, para obtener respeto, “primero hay que respetar”.
Las caras de Ángeles González-Sinde, Leire Pajín e Iciar Bollaín eran un cuadro. No se podían creer lo que De la Iglesia decía. A cada palabra que salía de su boca, sus rostros eran el contenido de un marco colgado en un museo. Ya han aparecido grupos en Facebook en honor a sus semblantes. A Sinde se le echaba el mundo encima. Después de rebajar la tensión ante las cámaras de TVE, De la Iglesia le soltaba unas cuantas perlas para la memoria. Precisamente eso es lo que necesita la mayoría de los políticos. Alguien que diga las cosas como son, sin rodeos. Si los que aún se dedican a insultar a los ciudadanos abrieran sus ideas solamente una cuarta parte de lo que las ha abierto De la Iglesia, la crisis del cine español sería mucho menor. O no existiría.