A pesar de que, por desgracia, el fenómeno del grooming a menores -el engaño mediante tretas para conseguir la confianza del niño con fines sexuales- no es nada nuevo en Internet; esta práctica que sirve de antesala de un hecho tan grave como un abuso, protagoniza ahora unos datos alarmantes.
Así, un nuevo estudio elaborado por el Pew Research Center’s Internet and American Life Project ha puesto de manifiesto que hasta un tercio de las adolescentes se han visto obligadas a bloquear alguna vez a un “indeseable” en la red. Una tendencia que tiene lugar con mayor frecuencia en las comunidades virtuales.
Qué dicen las estadísticas
El informe, titulado Teens, Technology and Romantic Relationships, que ha sido llevado llevado a cabo mediante una encuesta a más de mil adolescentes entre 13 y 17 años; ha desvelado, asimismo que solo el 16% de los varones se enfrenta al mismo problema y que, en la mayoría de los casos, el acoso viene por parte de un conocido (en el caso de que se trate de uno de su edad, nos encontraríamos ante sexting no consentido, pero ya incidiremos sobre él más adelante).
Sin embargo, no es la única que aporta datos de esta clase, sino que otro informe publicado en la Revista Comunicar y realizado con una muestra de niños de entre 10 y 13 años –Hábitos de uso y conductas de riesgo en Internet en la preadolescencia- encontró que las chicas usaban con mayor asiduidad internet y detectó que la mayoría practicaba conductas de riesgo como “quedar con desconocidos, dar datos personales o enviarles fotos y vídeos”.
En concreto, uno de cada diez se relaciona con gente que no conoce en persona. La investigación también determinó que ellas (una de cada tres) usan la webcam con asiduidad, un empleo significativamente distinto al que le dan ellos.
Por fortuna, algunos gobiernos como el de Andalucía, han decidido poner en marcha distintos planes de actuación y protocolos para ayudar a las fuerzas de seguridad y otros profesionales a tratar con las víctimas.
Respecto a otros tipos de acoso como el sexting no consentido y el cyberbulling, hasta una cuarta parte de todos los adolescentes han bloqueado a amigos u otros en las redes sociales porque esta persona estaba coqueteando de una manera que les hacía sentir incómodos. Asimismo, la International Journal of Sociology of Education publicó otro estudio español que determinó que este último se había incrementado en frecuencia e intensidad.
Pero para comprender el calado los datos, hemos hablado con la psicóloga clínica Amparo Cervera, especializada en abusos durante la infancia.
Qué dicen los expertos
Según Cervera, cuando un menor se expone de esa manera en la red es porque existe un problema de fondo que va más allá del desconocimiento o de que se le haya dotado de las herramientas necesarias para que aprenda a no hacerlo (aunque esto, evidentemente, influye). “El problema de base es que no han tenido un apego seguro; pero claro, esto en el momento en el que sucede el acoso no se puede solucionar”, indica.
Tal y como comenta, la etapa del desarrollo clave para conseguirlo abarca desde su nacimiento hasta los tres años. “Ellos tienen que sentirse seguros con sus padres, con las personas que les rodean […] y eso no ocurre casi nunca”, afirma. “Esta generación que ha tenido que dejar a los niños en la guardería prematuramente en la guardería presenta múltiples problemas”, pues no pasan el tiempo necesario como para que se desarrollen ciertos vínculos.
Algo que resulta comprensible por su situación laboral pero que tiene consecuencias más allá de lo que a priori podemos pensar. La psicóloga también menciona algunos comportamientos aparentemente inocuos (como reírse del niño al cambiarle el pañal, frases como “no te soporto”) que dejan huella en el pequeño que, a posteriori, buscará elementos externos para paliar ese déficit de cariño que siente. En el caso que nos atañe lo hace a través de la red.
“Además, en la mayoría de las ocasiones, el menor sabe que no está actuando correctamente, motivo por el cual empieza a tener un comportamiento disfuncional, a ir mal en el colegio, etcétera”.
Eso no quita que los padres deban estar pendientes de lo que hace su hijo en Internet (a través de herramientas de control parental) pues también puede tratarse de que este sea demasiado sumiso y no sepa decir que no. En el caso de que ya se haya expuesto, hay que reaccionar con paciencia, sin reñirle y explicándole los peligros. “Si sucede en reiteradas ocasiones habría que acudir a un profesional”.
Algunas señales del grooming (y de los abusos en general)
Existen algunos indicativos de que algo está sucediendo. Por ejemplo, y dado que el adolescente suele sentirse culpable (aunque haya sido el otro) suelen presentarse episodios de rabietas, expresiones inadecuadas, disociaciones de la realidad, etcétera. El lenguaje sexual prematuro (que no corresponde con su edad), y los cambios de humor excesivos son algunos de los síntomas, especialmente si se sienten presionados o ante una situación parecida.
Las consecuencias de todo esto (y especialmente si se produce un abuso –más allá del coito, nos referimos a la agresión) son realmente traumáticas y las arrastrará durante toda su vida, convirtiéndose en un adulto disfuncional en mayor o menor grado.
Dicho lo cual y analizado el arraigo del problema y las comentadas estadísticas, parece que en la “prevención” es donde realmente se encuentra la clave. Pero una prevención que se trata, simple y llanamente, que los padres consigan que sus hijos se sientan queridos en esta temprana etapa del desarrollo referida, algo que, por cierto, debería ser la norma.
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