Con la llegada masiva del teletrabajo, los coordinadores de equipos tienen por delante aún más retos para conseguir que la plantilla siga ejerciendo sus labores de forma productiva y siga contenta de ser parte de la empresa. Bien sea porque les toca trabajar desde casa a distancia del resto de las personas o bien porque les haya tocado volver ahora a la oficina tras dos años trabajando fuera de ella.
Desde Genbeta publicamos a menudo interesantes estudios y pruebas donde vemos técnicas de gestión de equipos que han resultado eficientes. Si queremos que una empresa funcione, los empleados tienen que estar contentos con lo que hacen. Esa parte de la teoría la sabemos.
Pero no hay que olvidar que mucha responsabilidad de cómo va a avanzar una empresa recae en el ejemplo e imagen que el directivo o coordinador da. No vale solo con presionar a los y las trabajadoras.
Hace unos días, en una conversación con unos conocidos, un colega desarrollador se quejaba de cómo ni él ni su plantilla están realmente contentos en la startup en la que trabajan y que muchos se planteaban buscar otro empleo este año, teniendo en cuenta que este mercado ofrece muchas posibilidades, ya que los directivos llevan una vida de muchos lujos, visiblemente, mientras no ceden en subir salarios tras las ganancias de 2022.
Ahora, este ejemplo de Steve Jobs, creador de Apple, y su vida ostentosa sirve para ilustrar cómo un mal ejemplo podría haber arruinado una gran idea.
"Hay que esconder los Porsche"
Todos sabemos que Steve Jobs (fallecido en 2011) fue relegado como líder de la emprsa que él mismo fundó, Apple, y con el tiempo decidió abandonar la firma y fundar otras marcas, antes de regresar a la firma de los iPhones unos años más tarde. Una de ellas fue NeXT, una empresa mucho más pequeña fundada a finales de la década de los ochenta. Para ella, invirtió 12 millones de dólares de su propio dinero.
El desembolso de Jobs no era suficiente y la empresa necesitaba más financiación. Hablamos del año 1985. Fue el ingeniero de software Randy Adams quien contó en Forbes la historia que merece la pena recordar. Adams acababa de vender su empresa de software por una buena cantidad de dinero y Steve Jobs lo convenció para unirse a NeXT. Ambos, con sus millones, habían comprado un Porsche 911. Entre los dos ocupaban tres plazas de parking, para evitar cualquier roce, en las puertas de la empresa.
Un día, Jobs fue al despacho de Adams para decirle que "hay que esconder los Porsche ya". Adams no entendió el motivo. Pero Jobs fue más rápido pensando: "Ross Perot viene y está pensando en invertir en la empresa y no queremos que piense que tenemos tanto dinero". Perot acabó invirtiendo 20 millones de dólares en NeXT. Mostrar a NeXT como una empresa modesta podría haber influido en esta decisión de invertir o no hacerlo.
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