El cambio al trabajo remoto durante la pandemia no solo cambió nuestras rutinas diarias, sino que también tuvo efectos profundos en nuestros cerebros. O eso dicen los estudios.
En nuestra mayoría, el hogar nos ha condicionado a trabajar en silencio, libres de las charlas de compañeros de oficina o de ruidos de teclados (digo en su mayoría porque mucha gente tiene en casa a familiares, hijos e hijas o a otros compañeros que también teletrabajan y no hay tanto silencio).
Somos más susceptibles a los ruidos
De todos modos, según parece, este cambio nos ha hecho más susceptibles a las distracciones cuando volvemos al entorno de oficina tradicional. Dice Gleb Tsipursky, director ejecutivo de Disaster Avoidance Experts y científico del comportamiento que ayuda a los ejecutivos a tomar decisiones, que el cerebro es un órgano altamente adaptable, que cambia constantemente en respuesta a nuestro entorno (este fenómeno es conocido como neuroplasticidad).
Cuando trabajamos desde casa, nuestros cerebros se adaptan a un entorno más tranquilo y con menos distracciones. Estamos más sintonizados con los sonidos sutiles del entorno de nuestro hogar: el zumbido del refrigerador, el tictac de un reloj, el canto de los pájaros fuera de la ventana. Estos sonidos se convierten en el telón de fondo de nuestra jornada laboral y nuestros cerebros aprenden a ignorarlos, lo que nos permite concentrarnos en nuestras tareas.
Sin embargo, esta adaptación viene con una compensación. A medida que nos acostumbramos a la tranquilidad del hogar, nuestra capacidad para filtrar los ruidos más fuertes y variados del entorno de la oficina se debilita.
Qué tiene que ver esto con la productividad
En los últimos meses, hemos visto como la productividad, según diversos informes, ha caído en picado. Y estos datos han dado alas a los jefes y directivos para mandar a sus plantillas de vuelta a las oficinas, pensando que con control un trabajador rendirá mejor.
El experto dice que hay múltiples factores en juego, pero él ve que se destaca uno de los principales culpables: la cacofonía del entorno de la oficina que acompaña al regreso a la oficina. Cuando los empleados llegan después de meses de trabajar desde casa, se enfrentan a un aluvión de sonidos que casi habían olvidado: el timbre incesante de los teléfonos, el zumbido constante de la charla en la oficina, el repiqueteo de los teclados. Estas son distracciones importantes, interrumpiendo el enfoque y obstaculizando la productividad.
Y recuerda Tsipursky diversos estudios al respecto como una investigación de la Universidad de California en Irvine descubrió que los empleados que trabajan en oficinas abiertas, sin puertas (estilo cubículos) reciben un 29 % más de interrupciones que los que están en oficinas privadas, lo que genera mayores tasas de agotamiento.
Edward Brown, cofundador de Cohen Brown Management Group, descubrió en el año 2015, era totalmente pre pandemia y oficina a tope, que los trabajadores de oficina pierden de tres a cinco horas de tiempo productivo todos los días debido a interrupciones no deseadas, innecesarias e improductivas,,, según sus percepciones.
Nuestros cerebros, acondicionados para la tranquilidad del hogar, ahora luchan por adaptarse al ruido de la oficina.
Pasar más tiempo en la oficina
Con todo esto, parece ser que el experto pueda sugerir que es necesario volver a casa para recuperar la productividad. Pero, para disgusto de muchos de nuestros lectores y de muchos trabajadores y trabajadoras en general (los estudios muestran que la gente no quiere volver a las oficinas, solo esa opción la prefieren los directivos), lo que dice el experto es que, como el cerebro es adaptable, falta ir más a la oficina para que se haga bien a las nuevas rutinas.
No solo lo dice él. Un artículo del Wall Street Journal, cuyo subtítulo decía "Trabajar desde casa alteró nuestros cerebros. Necesitamos más tiempo de oficina para arreglarlos" sugiere que la solución a este problema es pasar más tiempo de oficina para "ejercitar" nuestros cerebros y recuperar la capacidad de concentración. en medio de distracciones.
Thomas Carmichael, profesor y director del departamento de neurología de la Facultad de Medicina David Geffen de la UCLA, compara nuestro cerebro con "bíceps flácidos" que deben fortalecerse, y sugiere que la solución es obligarnos a ir más a la oficina.
Vía | Enterpreneur
Imagen | Foto de Arlington Research en Unsplash Tumisu
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