Hace dos meses el valor del Bitcoin volvió a la carga alcanzando cifras nunca vistas durante el 2015, un incremento que algunos medios llegaron a considerar como su nueva “época de oro” y que, sin duda, generó un marco de confianza. Sin embargo, mantenerlo no resulta tarea fácil pues, para que una moneda lo obtenga requiere de su correspondiente sistema de regulación y de transparencia. Algo a lo que no se asocia, precisamente, este dinero.
De hecho, no son pocos los que la relacionan con intercambios ilegales en la deep web; por no hablar de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y los EUA no se ponen de acuerdo a la hora de considerarla –como divisa tradicional o mercancía, respectivamente-. Un contexto en el que ahora Bruselas quiere acabar con su “anonimato”, identificando a todos aquellos que realicen transacciones con ella. Pero, ¿por qué?
La iniciativa de la UE
Así y en el marco de un nuevo plan de acción para luchar contra la financiación de las organizaciones terroristas, la UE pretende incluir a las casas de cambio Bitcoin bajo la llamada Directiva contra el blanqueo de capitales (Anti-Money Laundering-AML en inglés), de modo que “estas plataformas deban aplicar controles de diligencia con respecto al cliente a la hora de intercambiar monedas virtuales por monedas reales”, lo que pondría fin al anonimato asociado a estas transacciones, pues se las obligaría a identificarlos a ellos y a sus operaciones.
El problema, según ellos, es que “existe el riesgo de que las transferencias de moneda virtual puedan ser utilizadas por organizaciones terroristas para ocultar las, dado que los intercambios con monedas virtuales se registran pero no hay un mecanismo de información equivalente al que se halla en el sistema de la banca tradicional para identificar actividades sospechosas”.
De esta manera y con el fin de mejorar “la vigilancia de los numerosos recursos financieros usados por los terroristas […] sin obstaculizar innecesariamente el funcionamiento de los pagos y de los mercados financieros para los ciudadanos normales que respetan la ley”, su propuesta se articula en torno al desmantelamiento de las fuentes de ingresos de los delincuentes y alrededor de su localización y control través de sus movimientos financieros.
En todo caso y según Softpedia, Bitcoin no es la única que se sitúa bajo la lupa de la Comisión, sino que este citado programa también afectará al dinero en efectivo y a las tarjetas prepago. El oro y otros metales preciosos son otros de los que se encuentran en el punto de mira de la entidad, aunque no se ha especificado nada al respecto.
Tampoco podemos perder de vista que el plan de acción llega, curiosamente, después de que, hace unas semanas, la Europol diera a conocer un informe en el que se indica de manera explícita, que no existe evidencia alguna de que ISIS esté valiéndose de esta criptomoneda para financiar sus actividades.
Un anonimato relativo
Al margen de lo dicho, lo cierto es que el anonimato de esta criptomoneda resulta relativo. De hecho, habría que diferenciar entre este y la privacidad en el contexto de las transacciones financieras. Mientras que el anonimato se referiría a que nadie podría saber quiénes somos, lo segundo tiene que ver con que lo que compramos y su precio son desconocidos.
Para que te hagas una idea, existe la posibilidad de que se de un intercambio privado pero no anónimo (como las donaciones a un museo, en las que no trascienden las cifras de dinero) y a la inversa. Eso es lo que ocurre con las llevadas a cabo con Bitcoin: en las que los nombres de las personas no trascienden pero cuyas transacciones quedan registradas en la blockchain (una especie de base de datos de transacciones en la red de Bitcoin compartida por todos los nodos).
Además, aunque la identidad de los usuarios no se encuentra necesariamente ligada a cuenta o transacción alguna, sí pueden llegar a asociarse con determinadas direcciones Bitcoin, en caso de descubrirse la dirección IP del ordenador desde el que se ha operado.
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