Podríamos empezar este artículo diciendo la frase "no corren buenos tiempos para Uber", pero es que ya hace tiempo que es vox populi. La empresa hace tiempo que se ha venido enfrentado a una serie de deserciones y escándalos por parte de directivos y empleados, provocadas en parte por cómo la empresa se ha mostrado a sí misma en público.
Toda esta vorágine de golpes metafóricos que la empresa de viajes compartidos se está llevando han generado una enorme crisis interna que, como no podía ser de otra manera, está pasando mucha factura a la estructura de la compañía. En las últimas horas dos ejecutivos han dejado Uber, e incluso hay divisiones enteras pensando en abandonar el barco.
Esta crisis interna no es algo nuevo, lleva años en marcha. Basta recordar polémicas como la sugerencia de buscar trapos sucios de los periodistas que hizo uno de sus ejecutivos en noviembre de 2014, a la que podemos sumar las acusaciones de abusos y sexismo de hace unas semanas, que se vieron acompañadas de la revelación de una cultura del exceso propia de Wall Street en la década de 1980.
Todas estas turbulencias que está viviendo la empresa debido a prácticas cuestionables (también en ámbitos como la política), parece ser la principal razón por la que estos dos ejecutivos, Jeff Jones y Brian McClendon, habrían renunciado.
Jeff Jones: mi forma de entender los negocios no es la de Uber
Ayer se publicaba en Recode que Jeff Jones dejaba su puesto como presidente de Uber. Según el medio, la situación en la que el ejecutivo se vio no era la deseable para él, especialmente después de que Travis Kalanick, CEO de la empresa, anunciase que iba a contratar un COO a principios de este mes. Y sin embargo, no parece que el traer a un ejecutivo que pudiese ser su superior haya sido lo que haya motivado a Jeff Jones a dejarlo.
Me uní a Uber por su Misión, y el desafío de construir capacidades globales que ayudarían a madurar y prosperar a la empresa a largo plazo.
Ahora está claro, sin embargo, que las creencias y la aproximación al liderazgo que han guiado mi carrera son incompatibles con lo que he visto y experimentado en Uber, y no puedo continuar como presidente del negocio de viajes compartidos.
Hay miles de personas estupendas en la compañía, y le deseo a todo el mundo lo mejor de corazón.
Al parecer, se habría encontrado con una empresa mucho más problemática de lo que esperaba. Según se publicó, a Jeff Jones no le gusta el conflicto, con lo que para quienes le conocen esto no ha sido una sorpresa.
Por lo demás, esto era lo que Travis Kalanick ha dicho en un email a sus empleados después de que un fichaje que se anunció como "estelar" anunciase su salida:
Equipo,
Quería informaros de que Jeff Jones ha decidido dimitir de su puesto en Uber.
Jeff se unió a Uber en octubre de 2016 después de haber trabajado como CMO de Target. En 6 meses, tuvo un impacto importante en la empresa, desde estar totalmente centrado en nuestros conductores a entregar nuestro primer estudio de reputación como marca, lo que ayudará a fijar nuestro rumbo en los próximos meses y años.
Después de que anunciamos nuestra intenicón de contratar a un COO, Jeff llegó a la difícil decisión de que no ve que su futuro esté en Uber. Es desafortunado que esto se anunciase a través de la prensa, pero creo que era importante enviaros a todos un correo electrónico antes de hacer comentarios públicos.
Rachel, Pierre y Mac continuarán liderando los equipos Global Ops, informándome directamente a mí hasta que hayamos fichado a un COO. Troy Stevenson, que está al mando de CommOps, y Shalin Amin, que lidera el diseño de marca, informarán a Rachel Holt. Ab Gupta mantendrá al día de lo que pasa a Andrew MacDonald.
Gracias,
Travis
Brian McClendon: una dimisión por motivos políticos
Según se recoge en el New York Times, la marcha de Jeff Jones no es la única que se anunció ayer. Junto al ya expresidente de Uber, deja su puesto Brian McClendon, vicepresidente de mapas y negocio de Uber. Al parecer, esta dimisión se ha producido en términos amistosos, continuará como asesor de la compañía y se hará efectiva a finales de este mes.
Sin embargo, parece estar motivada por asuntos políticos que han levantado cierto revuelo, o eso se desprende de sus palabras:
Las elecciones del pasado otoño y la crisis fiscal que existe en Kansas me está conduciendo a participar mucho más en nuestra democracia, y quiero hacerlo en el lugar al que llamo hogar. Creo en la misión de Uber y en las muchas personas con talento que trabajan ahí para hacerla realidad, así que por eso he aceptado el quedarme como asesor.
Esto quizá hace referencia a la entrada de Travis Kalanick como asesor de negocios de Donald Trump, si bien poco tiempo después anunció que dejaba el consejo presidencial. Que Kalanick dejase este puesto, según se ha especulado, podría tener que ver con el famoso escándalo #deleteUber, en el que en lugar de sumarse a las protestas de los taxistas de Nueva York (que no recogerían pasajeros durante una hora en el aeropuerto JFK), vieron una oportunidad para ganar más dinero:
Surge pricing has been turned off at #JFK Airport. This may result in longer wait times. Please be patient.
— Uber NYC (@Uber_NYC) 29 de enero de 2017
Volviendo al asunto de Brian McClendon, aunque en sus declaraciones no se especifica nada, que se mencionen las pasadas elecciones presidenciales resulta muy significativo a la hora de valorar esta dimisión. Obviamente no hay nada confirmado, pero es muy fácil especular con los motivos, pensando en que no está de acuerdo con ciertos movimientos realizados por Travis Kalanick.
Según el New York Times, McClendon estuvo trabajando en la división de mapas de Google durante mucho tiempo, y el puesto para el que se le contrató en Uber tenía mucho que ver con aquel desempeño. Su dimisión está llevando a los analistas a cuestionarse lo realmente importantes que son los mapas y la geolocalización para la compañía.
Las acusaciones de abusos y mala praxis no ayudan a Uber
A estas dos dimisiones habría que sumar la de Amit Singhal, antiguo vicepresidente de la empresa acusado de abuso sexual cuando trabajaba para Google, algo que no habría revelado cuando fue contratado por Uber. Singhal duró sólo cinco semanas en su puesto, después de que Travis Kalanick anunciase su fichaje a bombo y platillo.
De hecho, y como ya comentamos anteriormente, Uber también se vio envuelta en una serie de acusaciones de abuso sexual destapadas por una antigua empleada en su blog personal. Esta empleada cargaba contra el departamento de recursos humanos de la empresa, que no hizo nada cuando denunció a un superior por intentar propasarse con ella.
Travis Kalanick salió al paso rápidamente declarando que se iban a abrir investigaciones para intentar acabar con el problema del todo, algo que según otra empleada empezó a notarse en seguida. Esta persona, que responde al nombre de Aimee Lucido, aseguró que la respuesta de Kalanick había sido rápida y positiva.
A esto habría que sumar una denuncia interpuesta por Waymo,la empresa de coches autónomos de Alphabet. En ella les acusan de haber robado su tecnología de coches autónomos para su propia flota, que por ahora no ha funcionado de forma correcta. Vale la pena recordar que Uber tampoco tenía los permisos adecuados para probar su flota de coches autónomos.
A todo esto habría que sumar las prácticas de negocio cuestionables que, supuestamente, se derivan de los 14 valores de Uber. Entre ellos se encuentran visión de producto, obsesión con la calidad, innovación, "competir mano a mano con los compañeros", ferocidad, ejecución, comunicación y "superentusiasmo".
Si algo ha hecho bien travis Kalanick ha sido cumplir con sus 14 valores a rajatabla: bajo su mandato Uber ha adoptado un enfoque pragmático a los negocios, ha violado leyes locales y ha criticado a sus competidores en una carrera para expandirse lo antes posible. Y teniendo todo esto en cuenta, parece que aún les sorprende que haya divisiones enteras pensando en cambiar de trabajo.
A lo mejor, y tal y como sugieren desde medios como Wired, lo que Uber necesita es un cambio de liderazgo y una aproximación fresca a la hora de hacer negocios. Quizá de esta manera consigan que sus empleados y sus directivos no se cuestiones su compromiso con la empresa, a la par que intentan seguir siendo relevantes desde un marco más convencional.
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