Genbeta ha hablado con siete programadoras y programadores con gran experiencia en su profesión para hacer un repaso a su extensa trayectoria profesional, recordar qué harían una y otra vez y, por tanto, recomiendan a otra gente hacer, y también qué no repetirían en su carrera laboral.
Estos siete profesionales también se atreven a dar consejos prácticos a su "yo más joven" que pueden ser muy útiles para otras personas que estén comenzando a programar.
Concretamente, hemos hablado con Ana María Bisbé York, Consultora Business Intelligence que lleva más de 30 años programando; María Cañero, Engineer Manager, que comenzó en el sector en 2005; José Herminio Parreño Piqueras, Frontend Architect BASF; Rosana Ruíz Fernández, Senior Software Engineer; Ariel Grillo, senior Backend, que este año cumple 20 años en el sector; y Dave J. Franco Finol, desarrollador DevOps.
Qué valioso consejo le darías a tu yo joven
María Cañero, Engineer Manager, comenzó en el sector en 2005, es decir, hace casi 20 años. Y, con su experiencia tiene un consejo muy práctico para la María de 2005: “aprende inglés haciendo amigos en vez de cursos” y busca, gracias a ello, la opción de trabajar remoto, porque “supone un cambio enorme en el salario”.
Ana María Bisbé York, Consultora Business Intelligence, está segura que le daría el mismo consejo que le dieron a ella en sus inicios. Algo muy práctico para llevar a cabo las tareas diarias y evitar perder el tiempo en los inicios: cuando te enfrentas a un desarrollo y el código te devuelve un error, revisa dos cosas. Por un lado, "revisa todos los puntos de tu código donde utilizas la misma función o método que ha fallado. Quizás el uso que le has dado no es el más adecuado y sigues el patrón incorrecto".
Segundo, dice Bisbé York, "mira con lupa las 10-20 filas de código antes y después del error. Puede que sepas bien el uso de las funciones, métodos, sintaxis; pero que en ese momento te hayas despistado, por lo que puede que haya algún otro error cerca, por la misma razón: despiste y no falta de conocimiento".
José Herminio Parreño Piqueras, Frontend Architect BASF dice que “si pudiera viajar en el tiempo, le diría a mi yo del pasado que piense que la tecnología es dinámica, que va por modas, que el código fuente no es lo más importante”. Lo crítico es saber que una aplicación informática sirve un propósito, va a ser usada por una persona de carne y hueso, y mantenida y mejorada por otra persona igual de humana. Y, por ello, recomienda a la gente que está empezando que siempre intenten aprender, que se cambien de empresa sin miedo si se lo permite su situación personal y que se apunten a Hackatones (concursos de programación).
Mar Bartolomé, desarrolladora backend, está segura de que una de las cosas más valiosas que vas a adquirir trabajando, aparte de la experiencia, son los contactos. “Al principio de mi carrera no era consciente de esto, y he perdido el contacto con muchas personas con las que trabajé que me gustaría mantener "en mi red". Una vez tienes una red de contactos todo es más facil: pedir consejos, encontrar trabajos nuevos, hacerte publicidad…”.
Y otro gran consejo que se daría a la Mar joven que comenzó a programar hace ya tiempo es que es muy importante la simplicidad. “Los informáticos nos empeñamos a menudo en complicar nuestras soluciones pensando que son mejores así y, en realidad, nos estamos metiendo en camisas de once varas, dificultando hacer el trabajo que importa: construir un producto". Recuerda que a los desarrolladores muchas veces les resulta fascinante aprender cuantas más tecnologías mejor, y cuanto más complejas mejor, "pero una pequeña startup que quiere probar si tiene un hueco en el mercado no necesita kubernetes ni graphql ni mongodb - le vale con un django y un mysql de toda la vida".
Mientras, Dave J. Franco Finol, que es desarrollador DevOps, dice que a su yo de hace unos años le diría “no te enfoques en ver tantos tutoriales sino en programar todos los días”.
Rosana Ruíz Fernández, Senior Software Engineer, tiene una anécdota muy valiosa que contar y sirve de ejemplo para que otras personas que vivan algo similar no se desmoralicen: cuando estaba acabando la ingeniería técnica de telecomunicación en Málaga, en el año 2012, se presentó para las becas Talentum de Telefónica, pasó la primera fase y en la segunda entrevista Chema Alonso, reconocido experto en seguridad en España, la rechazó con la premisa de que con 23 años era demasiado mayor para empezar a programar. Reconoce que eso le afectó inicialmente pero le dio claridad de que era buena idea orientarse hacia una formación más práctica y empezó así un máster en tecnologías web para lograr “mejores habilidades incluso para terminar mi proyecto final de carrera”.
Además de esta anécdota que puede ser de mucha ayuda para otra gente si se ve en una situación similar, recomienda a su yo más joven empezar desde el principio con “un documento personal de logros, se le suele llamar un “Brag doc”; una lista de tus logros en la que escribes incluso los logros más insignificantes. La razón, de acuerdo con esta experta de más de 10 años en el sector, es que “en el desarrollo de software hay muchas creencias no fundamentadas y hay gran parte de valor que se pierde en la percepción de las personas” y recomienda no creerse “cualquier cosa que diga el gurú de la programación favorito”.
Ariel Grillo, senior Backend, por su parte, arrancó en el año 2004, hace ahora 20 años. Su consejo al Ariel de hace dos décadas: “nunca pierda esa chispa, nunca te quedes atrás por timidez y valora tus conocimientos”.
Qué repetirías una y otra vez de tus decisiones laborales
“Lo que repetiría una y otra vez es la constancia en el estudio. Formarme de manera continua ha sido un acierto en mi vida profesional que sigue vigente”, dice Ana María Bisbé York que tiene 60 años y comenzó hace más de 30 a programar, en Cuba, su país natal.
Dave J. Franco Finol recomienda algo que para él ha sido esencial: aprender inglés desde el día uno sino sabes el idioma y atreverse a salir de la zona de confort, aunque esto implique migrar: “yo migré ya varias veces y eso me ha dado una perspectiva tanto profesional como personal que no cambiaría por nada”.
Mar Bartolomé está convencida de que la mejor decisión que ha tomado fue la de irse a trabajar a Londres, que es probablemente el "hub" de empresas tecnológicas a nivel europeo. “El aprendizaje y los contactos que he conseguido trabajando allí no tienen precio. Esto, junto con el hecho de tener proyectos personales y hacerlos públicos (en github, en un blog), ha sido enriquecedor”. Para estudiantes que estén comenzando su carrera como desarrolladores les dice que vale mil veces más la experiencia que lo que te pueda dar la carrera. “En cuanto tengas experiencia en un par de empresas, aunque sea de prácticas, a nadie le van a importar ni tus notas de la carrera, ni siquiera si la has terminado o no”.
María Cañero dice que siempre repetiría algo que a día de hoy siempre intenta: “llevarme bien con el mayor número de personas posibles, los contactos son importantes y nunca sabes qué pasará en el futuro. Siempre es bueno que la gente tenga un recuerdo positivo de ti. Ser profesional y no tomarse las cosas personalmente ayuda, hay muchos ego-programadores que se están haciendo la zancadilla al ser muy emocionales en el trabajo”, afirma.
Ariel Grillo dice que siempre siempre repetiría el camino de aprender y experimentar que ha llevado a cabo en estos 20 años en el sector.
Qué nunca repetirías
Ana María Bisbé York recuerda que en un momento de su carrera se limitó a repetir los mismos pasos una y otra vez. “Cuando repites lo mismo, aunque sea para clientes y proyectos diferentes, haces lo mismo. Digamos que pasas cinco años programando el mismo tipo de aplicaciones con el mismo lenguaje. No te aporta cinco años de experiencia en programación ni mejora tus habilidades técnicas. Tienes cinco años de experiencia en habilidades blandas, proyectos, negociación y soluciones de comunicación; pero no aprendiste nada nuevo de programación, no innovaste, no adquiriste conocimientos que mejorarán tu nivel técnico”. Eso le ocurrió a esta experta en programación y nunca repetiría hacer esto.
Por su parte Ariel Grillo dice que “nunca más permitiría trabajar gratis y creer las promesas de que te van a pagar cuando no es así”.
Mar Bartolomé recuerda que cuando era más joven solía elegir las empresas en las que trabajar por el producto que desarrollaban, o las tecnologías con las que trabajaban. Ahora valora más la dinámica del equipo: que sea un sitio agradable en el que trabajar, no haya toxicidad, y respeten el balance vida-trabajo. Dice que “en una ocasión acepté una reducción de rango y salario para entrar en una empresa porque me entusiasmaba trabajar allí, o creí que lo haría. Fue un error total. Nunca trabajes en un lugar que no te valora”.
Bartolomé dice también que otra cosa que no repetiría es el asumir que tus superiores van a saber valorar mi trabajo y que tiene pensado un camino de ascenso para ella. Y dice que “ni de broma: si quieres subir de categoría o sueldo lo vas a tener que ir buscando por tus propios medios. Doblemente siendo mujer” y reconoce que aunque puede sonar un “poco deprimente”, hay que ser consciente de que la meritocracia siempre está por debajo de la política.
Rosana Ruíz Fernández afirma que nunca volvería a trabajar en una sub-sub-contratación; es decir, una consultoría contratada por otra consultora para un tercer cliente. “Repetiría trabajar en empresas de producto porque han sido las más gratificantes para mi ya que podía ver la evolución y consecuencias de mi trabajo además de sentirme más respetada como empleada”, afirma.
María Cañero, por su parte, no cree que haya pasado nada muy malo en estos casi 20 años para poder decir que nunca lo repetiría porque los momentos más difíciles también han sido los momentos en los que más ha aprendido. Solo que “intentaría no repetir el hecho de tener miedo al cambio, a veces uno está cómodo en una empresa pero yo creo que cuando ya no tienes a nadie de quien aprender es el momento de cambiar”.
Imagen | Foto de Sigmund en Unsplash
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