Llevamos un buen tiempo pudiendo disfrutar de contenido en streaming por medio de diversos servicios de suscripción. La llegada de plataformas como Netflix, Prime Video, Disney+, HBO Max y otras tantas, nos posibilitan disfrutar de un catálogo de cientos de películas, series de televisión y documentales por un módico precio.
El problema es que, con el paso de los años, este precio se ha ido incrementando hasta cotas en las que muchos usuarios comienzan a dudar sobre si mantener o no sus servicios de suscripción. Estas subidas de precio han ido además acompañadas por un contexto pre y post pandémico y un marco general protagonizado por una inflación que daña a los consumidores más que nunca.
Subidas de precio, planes con anuncios y bloqueo de cuentas compartidas
No obstante, las subidas de precio no han sido el único impacto negativo de estos servicios de suscripción hacia los consumidores. Y es que para que las empresas sigan manteniendo sus márgenes y beneficios, se han empezado a fomentar la llegada de planes con anuncios mientras se reproduce el contenido y a limitar el uso de cuentas compartidas, por no mencionar el hecho de que, en algunos casos, ciertas opciones que antes se incluían en la suscripción ahora el usuario debe de pagar más para optar a ellas.
El panorama del streaming no pinta muy bien para los usuarios a largo plazo a menos que las compañías sepan mantener los precios de una forma sostenible e inteligente. Los precios han incrementado de manera notable desde el lanzamiento de cada una de estas plataformas. Y en todas ellas se repite la misma historia: un precio altamente competitivo y económico durante el primer año o primeros meses de servicio para luego afrontar una subida.
Esta estrategia no es nueva, y es algo extrapolable a cualquier otro producto que se oferte. La captación de nuevos clientes es esencial, y un precio competitivo es una de las mejores herramientas para ello. Sin embargo, en un panorama en el que existe una amplia competitividad en servicios que pueden ser considerados como “prescindibles”, cada vez es más difícil ofrecer tal cantidad y ritmo de contenido a precios de este calibre.
El streaming es una apuesta que realmente pocas compañías han sabido sacarle rentabilidad a medio y largo plazo. Netflix, como servicio con una posición dominante en el sector, sí lo ha conseguido, ya que no hay más que ver las cifras que obtiene la empresa pese a la subida de precios en los múltiples mercados donde opera. Su groso global de suscriptores no para de crecer, mientras que su diversificación en su negocio ha producido una expansión de la compañía. Y es que además de los ingresos por suscripciones ahora tiene una fuente adicional: la publicidad.
El plan con anuncios es cada vez más exitoso, siendo actualmente la vía más económica a la que puede optar el usuario con un plan individual. Este ejemplo ha hecho que otros servicios de streaming se suban a este carro, ya que hay miles de grandes empresas dispuestas a pagar enormes cantidades de dinero por incluir publicidad en el contenido que se consume vía streaming.
Estudiando más de cerca la evolución del precio de las suscripciones, Netflix también nos sirve de referente, sobre todo porque es el servicio más longevo de las OTTs. Desde su salida en octubre de 2015 en España, su plan Premium ha pasado de 11,99 euros al mes a 17,99 euros al mes. Todo ello con subidas progresivas que se han ido implementando cada dos años. Recientemente la compañía ha vuelto a subir precios en otros mercados importantes, por lo que es muy posible que en este 2024 volvamos a afrontar otra subida de precio más.
Lo mismo ocurrió con su plan estándar, pasando a costar 12,99 euros al mes frente a los 9,99 euros de su oferta inicial en 2015. El plan básico, ahora canibalizado por el plan con anuncios, es el único que se mantuvo al mismo precio, siendo la baza de Netflix para seguir ofreciendo soporte a su catálogo a precio reducido. Este plan dejó de existir para dar paso al plan con anuncios, similar al estándar, pero con publicidad y más económico (5,49 euros al mes). De hecho, no es ninguna sorpresa que Netflix quiera seguir incentivando las altas a este nuevo plan, ya que obtiene grandes ingresos por la publicidad.
Prime Video, Disney+, HBO Max y algunas más recientes como SkyShowtime, entre otras, han seguido prácticamente el mismo camino: subida de precios, restricción de opciones en los planes más básicos e incorporación de planes con publicidad.
Disney+ pasó de su oferta inicial de 69,99 euros al año en 2020 a 119,99 euros en 2023. Por aquel entonces, Disney solamente ofrecía un único plan, mientras que ahora, varias características que antes se incluían en la suscripción ahora se ofrecen como ventajas adicionales en un plan más costoso, como la reproducción de contenido en 4K. Si queremos mantener el precio de 89,99 euros anuales vigente desde 2022, debemos ir un peldaño más abajo, es decir, al plan Estándar limitado a una resolución de 1080p y a la reproducción simultánea de un máximo de dos dispositivos.
La subida de HBO (desde 2021, HBO Max) ha sido algo más ligera, ya que hasta ahora solamente ha ofrecido un único plan que comenzó costando 7,99 euros al mes y se ha incrementado hasta los 9,99 euros al mes (o 69,99 euros al año). Sin embargo, los planes volverán a torcerse también en este servicio con la llegada de Max, su nuevo lavado de cara que ya se ha estrenado en países como Estados Unidos y otros tantos de Latinoamérica.
Max se dividirá en tres principales planes: uno con anuncios, un plan estándar y otro premium. Así pues, se confirma lo mismo que ha ocurrido con Disney+, es decir, que tendremos que pagar más si queremos contar con las mismas características de las que gozamos actualmente. En España se estima que este servicio llegará en primavera de este mismo año.
La sorpresa también la dio Prime Video, ya que la compañía anunció que iba a integrar publicidad en su único y plan a partir del próximo mes de abril y que tendríamos que aportar un extra de 1,99 euros al mes para eliminar la publicidad y seguir disfrutando de contenido con Dolby Vision y Dolby Atmos.
Para calcular la evolución del precio de esta suscripción desde su lanzamiento hay que tener en cuenta varios matices, ya que este servicio se incluye en Amazon Prime. La plataforma lleva operando desde 2016 en España y desde que el servicio se incluye en el paquete de ventajas de Amazon Prime, los usuarios pagaban antes un total de 19,95 euros al año. Esto cambió en 2018, cuando el servicio pasó a tener un coste de 36 euros al año, y luego a 49,90 euros anuales en 2022. Si tu cuenta cumple los requisitos para Prime Student, el precio es aún menor (24,95 euros anuales actualmente).
Estos precios son los correspondientes a Amazon Prime y la empresa no ofrece una suscripción independiente para Prime Video. La única manera de utilizar Prime Video sin una suscripción a Amazon Prime es realizar compras o alquileres de sus títulos.
Una historia que se repite en cada nuevo servicio de streaming
La subida de precios es una máxima en los servicios de suscripción. Incluso aquellos más recientes como SkyShowtime lo han hecho, siendo en este caso la subida de 5,99 euros al mes a 7,99 euros (La mitad de este precio si cuentas con la promoción inicial del 50% de descuento de por vida). Otra máxima parece ser la integración de planes con anuncios, mientras que las limitaciones para compartir cuentas también comienzan a asomar, con Netflix como principal artífice de esta tendencia.
No obstante, los usuarios todavía pueden disfrutar de estos servicios de suscripción sin estar atado a una permanencia. Tan solo DAZN ha explorado esta vía y de hecho sigue vigente en su modalidad de pago anual fraccionado (un pago mensual con permanencia de 12 meses). ¿Será esta la próxima barrera que las plataformas de streaming derriben?
Imagen de portada | Xataka Smart Home
Ver 11 comentarios