Tras la desaparición y supuesto asesinato del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi, todas las miradas se han vuelto hacia Arabia Saudí. Gobernado por la monarquía absoluta de la casa de Saúd, el país es conocido por las medidas represivas tomadas contra todos aquellos disidentes al régimen, que pasan por la manipulación mediática y el control y monitorización de las redes sociales para su detección y captura. Una investigación del New York Times no ha hecho más que arrojar más leña al fuego.
De acuerdo al medio estadounidense, el gobierno de Arabia Saudí habría entrenado a un empleado de Twitter para introducirlo como topo en la compañía. Su objetivo, según el Times, no habría sido otro que filtrar información de cuentas de contrarios a la dinastía. El nombre del sujeto en cuestión es Ali Alzabarah, de acuerdo a cinco personas cercanas al asunto que han preferido permanecer en el anonimato.
Trabajaba para Twitter, fue despedido y ahora trabaja para el gobierno
Según estas fuentes, Alzabarah se unió a Twitter en 2013 y fue escalando posiciones hasta un puesto de ingeniero que le permitía tener acceso a la información personal de los usuarios, incluyendo su actividad en Twitter, número de teléfono y direcciones IP, o lo que es lo mismo, datos más que suficientes para localizar cualquier dispositivo conectado.
Los oficiales de Inteligencia, apuntan en el Times, informaron a Twitter que este empleado se había acercado mucho a los operativos de la Inteligencia saudita, que lo habrían persuadido para examinar varias cuentas. Ante la duda, Twitter investigó e interrogó a Alzabarah, pero tras efectuar un análisis forense no pudo determinar que hubiese filtrado dato alguno. A pesar de hecho, el empleado fue despedido en diciembre de 2015.
Según una "persona informada sobre el asunto", Alzabarah volvió a Arabia Saudí poco después sin apenas posesiones consigo y ahora trabaja para el gobierno nacional. Ni Twitter, ni el gobierno ni el propio Alzabarah han querido hacer comentarios. Sin embargo, Twitter informó a las cuentas a las que el saudita tuvo acceso de que "podían haber sido atacadas por actores patrocinados por el gobierno". Entre estas cuentas había investigadores de seguridad y privacidad, colaboradores del proyecto Tor, académicos en política y periodistas.
Las granjas de trolls que sofocan las críticas en redes sociales
The New York Times también se hace eco de las granjas de trolls que buscan y silencian las voces críticas en Twitter. Esta red, formada por cientos de jóvenes, está liderada por una serie de jefes que se encargan de orquestar los movimientos, describir las rutinas de ataque y establecer la agenda. De esa forma pueden centrarse en silenciar temas peliagudos en Arabia Saudí como la guerra en Yemen o los derechos de la mujer.
EL Times pone el ejemplo de cómo actúan en la red social del pajarito. Los trolls buscan las conversaciones sobre los temas asignados e intentan desprestigiar al adversario con insultos o memes ofensivos. Cada troll maneja muchas cuentas, por lo que los ataques son a gran escala. Si la discusión despega y cobra importancia, "publican imágenes pornográficas para conseguir engagement y distraer a los usuarios de la conversación central". Esta misma práctica se hace también en WhatsApp y Telegram.
Según el Times, se han detectado puestos de trabajo en el que se pagaban hasta 3.000 euros al mes (10.000 riales) a aquellos varones jóvenes dispuestos a tweetear a favor del régimen. Estos puestos se anunciaban dentro de Twitter. Según el Times, solo se informaba de la naturaleza del puesto una vez se accedía a la entrevista. De negarse a trabajar, consideran algunos especialistas, "habrían sido atacados como posibles disidentes".
Créditos de imagen | Mike Davis con licencia CC BY 2.0