Si Elon Musk fuera un personaje de Netflix, nadie hablaría a estas alturas de 'crisis' en la compañía de streaming, porque todos estaríamos demasiado ocupados siguiendo la serie sobre su vida. Esta última temporada, por lo menos, ha sido trepidante y nos ha dejado con un [no del todo] inesperado cliffhanger en este final de temporada…
…después de que Elon Musk anunciara este fin de semana su retirada del proceso de compra de Twitter… y de que la actual directiva de la compañía le haya contestado que le llevará a los tribunales por ello.
Como vimos en capítulos anteriores…
La trama comenzó hace [sólo] tres meses, cuando se supo que Elon 'el hombre más rico del mundo' Musk se había convertido en secreto en el principal accionista de Twitter , una red que había sido antes objeto de sus feroces críticas. Casi el 10% de la compañía era ahora suya.
A partir de ese momento, todo se sucedió muy rápidamente: fue nombrado miembro de la junta de Twitter, se habló de una adquisición de acciones ilegal por su parte (que finalmente se tradujo en una demanda contra él), renunció a unirse a la junta de la compañía… y llegamos al ecuador de la temporada con un plot twist: Musk puso sobre la mesa 44.000 millones de dólares para hacerse con la totalidad de las acciones de la compañía y se convirtió, en principio, en su propietario.
Pero, cuando parecía que todo estaba hecho, y que pronto presenciaríamos la llegada de una presunta nueva era de Twitter llena de tuits editables y algoritmos sin sesgo ideológico, Musk nos sorprendía, a mediados de mayo, con la noticia de que él y Twitter iban a 'darse un tiempo' y que pausaba temporalmente el proceso de adquisición.
¿El motivo? Que sospechaba que la compañía había mentido al afirmar que sólo el 5% de sus usuarios activos eran cuentas falsas o de spam.
Musk entendía que, si los datos eran falsos, el acuerdo de compra quedaba invalidado, pero quería esperar para valorar las explicaciones de Twitter y/o poder realizar una auditoría externa. Su reacción a las primeras explicaciones de Parag Agrawal, CEO de Twitter, no anticipaba que el asunto fuera a resolverse de forma rápida y amistosa. Más tarde, la cosa se siguió empantanando tras hacer explícita la amenaza de su retirada.
Qué locura de guión…
Llegados a este punto, empezaban a alzarse voces escépticas que dudaban que Musk tuviera (o hubiera tenido en algún momento) una verdadera intención de adquirir Twitter y desembolsar los 44.000 millones prometidos. En cualquier caso, todo esto fue hace un mes, y durante semanas no había habido ninguna novedad al respecto. Hasta la noche del viernes (hora española), cuando los abogados de Musk notificaron oficialmente al regulador bursátil estadounidense —la SEC— su retirada del proceso de compra.
La cuestión es que, a los pocos minutos de hacerse pública esta noticia, ocurrían dos cosas importantes: las acciones de Twitter se desplomaban un 9%, y el presidente de Twitter, Bret Taylor, anunciaba que el Consejo Directivo de la compañía iba a "emprender acciones legales para llevar a cabo el acuerdo de compra […] en el precio y condiciones fijados con el señor Musk" el pasado abril.
La polémica debería ser fácil de resolver en los tribunales: si la información se ha entregado, Twitter tiene la razón, y Musk deberá desembolsar la cantidad prometida. Si no es así, Twitter se queda compuesta y sin novio, y con las acciones desplomándose en la Bolsa. Pero el asunto es algo más complicado. Porque Twitter sí ha concedido a Musk acceso a la (descomunal) base de datos que recoge los tuits publicados. Entonces… ¿Musk miente?
No necesariamente, porque la clave del desacuerdo reside en que no está claro que dicha base de datos permita, con base a la información que recopila, identificar la legitimidad de las cuentas que publican dichos mensajes. Pero en el fondo, aceptar o no esto último se interna en el terreno de lo subjetivo, y si esto está condenado a dirimirse en los tribunales, podemos prepararnos para ver cómo el futuro de una de las principales redes sociales del mundo termina dependiendo de un largo y complejo proceso judicial.
Do you really want to be owned by someone who doesn't want to own you though?
— Paul Graham (@paulg) July 8, 2022
¿Qué motiva a cada una de las partes a actuar como están actuando? Para algunos, el verdadero problema de Musk a la hora de completar la adquisición de Twitter es que no habría conseguido reunir a suficientes inversores para completar los 44.000 millones de dólares que firmó.
A eso se une que dicha cifra constituía un sobreprecio del 50% sobre el valor de la compañía en el momento que se realizó la oferta (y ahora el porcentaje es mucho mayor), lo que explica por qué sus directivos (que se deben a sus accionistas) están tan deseosos por endosar la compañía a alguien que ya no quiere ser su dueño.
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