Carlos Sánchez Almeida es abogado del Bufet Almeida, además de ser uno de los juristas más activos en la defensa de los derechos civiles en Internet. Escribe habitualmente en el blog Jaque Perpetuo.
Ahora también es colaborador de Nación Red.
Será deformación profesional. Lo primero que me vino a la memoria, cuando Nación Red me pidió una reflexión sobre las próximas elecciones al Parlament de Catalunya, fue un libro escrito desde la cárcel. Concretamente, “Escrito en la cárcel”, una extraña balada de Can Brians que redactó en su periplo penitenciario Josep Maria Sala, condenado en su día por el caso Filesa, y actual Secretario de Organización y Ciudadanía del Partit dels Socialistes de Catalunya.
En el capítulo final del libro relata quiénes le esperaban a la salida de la prisión: los dos primeros nombres son los de José Montilla y Miquel Iceta, candidatos 1 y 5 de la lista electoral del PSC.
Pocos condenados por delitos dolosos pueden aspirar a verse rehabilitados con tanta generosidad: el Secretario de Formación y Ciudadanía del PSC es el encargado de inculcar valores a los nuevos militantes. Pensando desde la lógica del partido Pirata al que votaré en las próximas elecciones, quizás algún día habrá que nombrar Conseller de Cultura a algún mantero de los que todavía hoy cumplen prisión por delitos contra la propiedad intelectual.
El antiguo oasis catalán lleva mucho tiempo emponzoñado, y todos los partidos con aspiraciones de gobierno están implicados de una u otra forma en escándalos de corrupción, para gran alegría de las togas de oro barcelonesas, los despachos de abogados que se reparten habitualmente las defensas de los distintos cargos públicos imputados a lo largo y ancho de toda la geografía del Principat de Catalunya.
No voy a descubrir en cualquier caso la base de la receta de la escudella ni de la butifarra –carne de cerdo blanco y especias autóctonas- puesto que cualquier ciudadano medianamente informado sabe cómo taparse la nariz al coger un sobre electoral.
No voy a hablar de corrupción, sino de futuro. La que representa el programa electoral de Pirates de Catalunya, la única formación política que ha comprendido lo que representa Internet para el futuro de un país en crisis como es el catalán. Un país en cuya capital, Barcelona, el rótulo comercial más normalizado es “En lloguer” (En alquiler), omnipresente en todas las fachadas.
Si quieren comparar entre pasado y futuro, sólo tienen que comparar el programa electoral de Pirates de Catalunya con la triste propaganda oficial del departamento de la Societat de l’Informació, un balance indigerible que hace dudar si sus responsables han acudido alguna vez en su vida a una reunión de networking: hasta el más triste bloguero les hubiese podido preparar una mejor presentación.
El domingo votaré Pirata para poder votar a otro partido algún día. Antes o después, el partido Pirata dejará de ser necesario, porque su ideología ha de ser transversal, y como el respeto al medio ambiente y a los derechos fundamentales, premisa indispensable para la supervivencia de cualquier partido democrático. Pero para construir ese futuro ahora hay que votar Pirata.
Es posible que nuestro voto se pierda, pero nunca será inútil: lo único inútil es votar a los de siempre. Con la entrada en vigor en diciembre de la reforma del Código Penal, cualquier persona jurídica responsable de delitos de soborno o cohecho puede ser disuelta por la autoridad judicial. Es dudoso que ese riesgo pueda correrlo a corto plazo un partido Pirata: la primogenitura de la prisión de Can Brians queda para los corsarios habituales.
Son utópicos, son frikis, y en ocasiones recuerdan a los niños descarriados de Peter Pan. Pero si uno contempla la faz de los Capitanes Garfio que figuran en los restantes carteles electorales, acaba por perdonarles la bisoñez. Si algo hace falta en el Parlament de Catalunya son novatos de la política: ya hemos tenido suficientes políticos profesionales.
Imagen | pirata.cat