Ucrania creía que frenar las actualizaciones de software en Rusia presionaría a Moscú. Pero la guerra sigue y Putin tiene su arma

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La guerra en Ucrania, tras la invasión de Rusia, ya ha cumplido un año (más si miramos la ciberguerra que ya se estaba gestando antes). Un año de muchos cambios para ambos países y es que, aunque el conflicto tiene lugar en territorio ucraniano, muchas personas rusas han visto también su vida irrumpida.

Además de la obligación de ir a luchar a la guerra, de las personas que han escapado también exiliadas para evitar empuñar un arma contra sus vecinos, las diferentes medidas tomadas por empresas internacionales en el mercado ruso han condicionado el día a día de la población.

Para meter presión al gobierno del Kremlin, liderado por Vladimir Putin, desde el comienzo de la invasión, muchas empresas estadounidenses y europeas, también las tecnológicas, tomaron decisiones drásticas sobre el mercado ruso: cerrar sus tiendas, frenar la comercialización de sus productos o dejar de actualizar su software, entre otras.

Estas decisiones dieron cierto aire de esperanza. Al menos, los políticos de Ucrania iban insistiendo a diversas empresas para que frenaran su actividad en Rusia a ver si esto tenía impacto en las decisiones de Putin: con esta presión de un mercado globalizado donde el consumo es muy importante, Rusia podría cambiar su estrategia.

Pero, por el momento, la guerra sigue. La presión no ha sido suficiente. La población rusa que intentó manifestarse para frenar las muertes que iban a llegar con el conflicto fueron reprimidas y podemos ver que hay poca información de cómo es la vida dentro de Rusia. Un aspecto clave en todo esto es que Rusia llevaba años trabajando por su "cibersoberanía" para no depender de los gigantes tech de Estados Unidos y esto ha parecido ser un acierto, al menos para los planes de Putin.

La "libertad" del software libre

Sabemos que Putin ha apostado por el software libre desde hace tiempo y eso parece haber beneficiado a Rusia.  Las prohibiciones (el freno de comercialización de nuevo software o de actualizaciones) han llevado a Rusia y su socio China a replicar la tecnología que ya no pueden obtener fácil o legalmente.

Por otro lado, fuera del software propietario, nos encontramos con que una gran cantidad de sofisticada tecnología de primer nivel siguió cruzando sus fronteras porque el código fuente abierto sigue circulando por todo el mundo sin obstáculos. El periodista australiano Simon Sharwood preguntó a la Fundación Linux y la Fundación Apache sobre si se habían planteado tomar medidas para que Rusia no pudiera acceder a ciertas herramientas de software pero no obtuvo respuesta, dice.

Coraline Ada Ehmke, experta en código abierto, llegó a decir en 2020 en un discurso sobre la ética donde recordaba que, por diseño, "la definición de código abierto permite el uso de software para cualquier propósito, incluido específicamente para el mal". Ella misma cuenta con licencias éticas que se asemejan a las licencias de código abierto convencionales, pero añaden restricciones a actividades como actos de guerra o "vigilar o rastrear a personas con fines lucrativos".

Acciones tomadas en el campo tecnológico

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Hace un año, incluso la Unión Europea anunció el envío de expertos en ciberoperaciones a Ucrania para ayudar a combatir la invasión digital de Rusia. En una lista de "acciones sugeridas" en febrero de 2022 (un documento que filtraron primero desde Reuters y luego se compartió en muchos medios, aunque ni las autoridades de  Kiev ni las de Washington confirmasen que esa lista fuera cierta)  enviada a la administración del presidente Joe Biden, el gobierno de  Volodymyr Zelenskyy pidió "la prohibición del suministro de cualquier  mercancía, incluido el hardware y el software". La ofensiva económica y diplomática contra Moscú pretendía que el gobierno de Putin acabara con esta guerra.

También Ucrania solicitó "la prohibición de que las empresas estadounidenses suministren y actualicen el software en beneficio de los consumidores rusos". Ya en aquel momento, no estaba tan claro de que esta acción pudiera ser realmente efectiva y ahora, 12 meses después desde el inicio de la contienda, sigue sin estar claro.

Todo esto dejó también mucho desempleo y una crisis económica sin precedentes en el país con el rublo a muy bajo valor. El sector tecnológico quiso meter presión sobre el Gobierno de Moscú con diferentes tácticas como bloqueando las actualizaciones de software, dejando a la ciudadanía sin acceso a muchos servicios tecnológicos o con hackers que puedan ciberespiar a Rusia y proteger a Ucrania en la ciberguerra paralela al conflicto bélico.

Se sabía que Rusia prefería el software libre o contar con software chino en vez de americano desde hacía tiempo y que invertía grandes esfuerzos en su cibersoberanía. Y esto parece un acierto, viendo que la presión tecnológica no ha frenado los planes del Kremlin.

Hay que decir que a comienzos de este año se filtró información de que Intel y Microsoft, dos gigantes tecnológicas de Estados Unidos, habían permitido ciertas actualizaciones a sus usuarios en Rusia. Aunque la web de Intel sigue cerrada para los usuarios procedentes de Rusia, las personas podían llegar al portal de descargas de Intel desde un motor de búsqueda y así usar sus servicios aunque estén en Rusia. La empresa dijo luego que  "el acceso a los recursos que satisfacen las necesidades de actualización de controladores (...) forman parte de las obligaciones de garantía de Intel".

En cuanto a Microsoft, los medios de comunicación rusos han informado de que algunas de estas restricciones se levantaron a finales de 2022 y que las actualizaciones de Windows 11 podían ser descargadas e instaladas por la gente en Rusia. Microsoft lo ha negado. "Estamos cumpliendo con las sanciones de la UE, Reino Unido y EE.UU.", dijo la empresa de Redmond al medio The Register.

Poca información desde Rusia

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Obviamente,  el gobierno del Kremlin se guarda bien de no desvelar sus planes internos. En general lo ha hecho siempre, y más ahora en tiempos de guerra. Incluso tenemos las inquietantes noticias de personas muertas.

Recientemente Marina Yankina, funcionaria de Defensa rusa, fue hallada muerta tras caer desde una ventana en San Petersburgo, según informaron los medios de comunicación locales. Lo inquietantes es que la muerte de Yankina, que dirigía el Departamento de Apoyo Financiero del Ministerio de Defensa ruso, se unió a una serie de misteriosas muertes de personalidades rusas de formas similares y algunas de estas personas habían hablado abiertamente de su descontento hacia el conflicto, según The Newsweek.

Aún así, algo se sabe de las preferencias del Kremlin por la cibersoberanía para conseguir ser independientes de las firmas de Estados Unidos y Europa. Históricamente, Moscú no se caracteriza por tener unas relaciones muy diplomáticas con gran parte de los mayores países del mundo y ya  llevaba años preparando su cibersoberanía. Ha dado desde hace tiempo, pasos para no depender exclusivamente de los servicios que llegan de países con los que mantiene una relación complicada, como es el caso de Estados Unidos.

Un Kremlin independiente de las grandes tech americanas

Recordamos decisiones tomadas  por el gobierno de Putin en su historia que le han llevado a tener  cierta resistencia a todas los intentos por presionar tecnológicamente al gobierno de Rusia que llegan por parte de los gigantes tecnológicos.

Por ejemplo, a finales del año 2010 el gobierno del Kremlin confirmó una información que circulaba:  había comenzado a implantar software libre, como Linux, en sus  equipos informáticos. En ese momento dijo que el plan era terminar en  2015. El gobierno de la federación rusa anunció que desarrollaría una licencia propia del sistema para sus ordenadores.

En el año 2016, el gobierno de Moscú se comprometió a eliminar los servicios de Microsoft, como publicó la Free Software Foundation Europe. Esta promesa la mantuvo con el paso del tiempo. El sustituto de Windows no sería un desarrollo propio como sí que habría decidido el gobierno chino, sino que el Kremlin  anunció que usaría Astra Linux, una distribución exclusiva del sistema  operativo de código abierto. Astra Linux es un derivado de Debian desarrollado por la compañía rusa RusBITech desde 2008.

Otra medida del país en torno a su cibersoberanía la encontramos en que  ya lleva tiempo queriendo poner freno al software que llega desde otros  países. En 2019, la Duma, principal cámara legislativa de la Federación  Rusa, aprobaba un proyecto de ley para imponer, a partir de julio de  2020, la preinstalación de software desarrollado en Rusia en todos aquellos dispositivos que pretendan comercializarse en el  país, desde PCs a smartphones, pasando por tabletas y smart TVs.

Al mismo tiempo, Rusia mantiene sus buenas relaciones con China. Y en este mundo global en el que vivimos, donde China es el país con más habitantes del mundo, no es fácil que las grandes tech se vayan de ese mercado. Microsoft no ha anunciado el fin de sus negocios en China, por ejemplo, al contrario, ha prometido  ampliar su negocio en el país, como anunció a finales de 2022 Satya Nadella, el CEO de la de Redmond. En un anuncio sólo en chino, la empresa dijo en septiembre que ampliaría sus campus en Pekín, Shanghai y Suzhou y seguiría aumentando su plantilla en China.

En marzo de 2022, hace ahora un año, se publicó que Rusia estaba preparándose para  desconectarse de internet, como indicaba una circular publicada  por el Ministerio de Estadística ruso. Según el diario ruso Kommersant,  el Gobierno ruso había "dado instrucciones a todos los sitios web y  servicios estatales para que cambien al sistema de nombres de dominio  ruso antes del 11 de marzo". ¿El objetivo teórico? Según los gobernantes rusos, protegerse de  ciberataques externos y evitar dependencias del exterior. ¿El real?  Probablemente, implementar un sistema de filtrado similar al que posee  China con su 'Gran Cortafuegos' ¿Las consecuencias? Numerosas e impredecibles.

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