La grandeza de las cosas tiene un poder de atracción sobre el entorno. Casi todos los ecosistemas, tanto en lo digital como en lo físico, poseen un centro de atracción que controla los cambios que se producen a su antojo, en su propio beneficio. En Internet se pueden observar tendencias similares, cuando empresas intentan sacar provecho del éxito de otros para incrementar su rendimiento. Esta actitud puede llevar a empresas a tomar decisiones que no tienen como primer objetivo beneficiar la experiencia de los usuarios. Pero, como bien dice el refrán, más vale tarde que nunca.
Comento todo esto por el anuncio la semana pasada de que The Guardian y el Washington Post, dos periódicos de referencia en el mundo anglosajón, dejarán de trabajar en sus ‘social readers’, esas molestas apps de Facebook que tan de moda se pusieron con el anuncio de Open Graph hace ya unos meses.
Para los que no lo recuerden, estos ‘social reader’ actuaban como una app más dentro del ecosistema de Facebook. Una app que los usuarios debían instalar (con todo el acceso a información “privada” que ello supone) para poder leer noticias de multitud de medios. Así, por ejemplo, si a través de nuestro newsfeed veíamos que un amigo había leído una noticia en The Guardian, para poder ver dicha noticia Facebook nos obligaba a instalar una de estas aplicaciones.
El resultado de estas prácticas fue claro desde el primer momento: una cantidad de tráfico hacia estas publicaciones muy importante, pero también una experiencia de usuario terrible para todos aquellos que querían acceder a estas noticias. ¿Por qué forzar a los usuarios a pasar por un molesto proceso para leer un simple artículo?, ¿qué beneficio le supone a los usuarios?
La respuesta a esas preguntas no está clara y quizás la intención de todas las partes era hacer probaturas y experimentar. Lo que está claro es que los editores de The Guardian o el Washington Post se dieron cuenta de que, el mejor lugar para cuidar y mimar a tus lectores es solamente uno, tu propia publicación. Volvemos así a una constante que muchos hemos defendido en estos últimos años, que es el poder que sigue teniendo ‘la web’ como foco de información por encima de aplicaciones y ecosistemas totalmente cerrados.
A raíz del anuncio de The Guardian y Washington Post los usuarios que hagan click en alguno de sus artículos en Facebook serán redirigidos a la página web de ambas publicaciones. No más aplicaciones engorrosas, no más procesos poco transparentes que suponen el acceso a una información que se supone privada. En definitiva, no más juegos con los intereses y la experiencia de los usuarios. Los editores han tardado en darse cuenta pero lo han hecho. Más vale tarde que nunca.
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Imagen | paz.ca
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