Los mensajes colgados en Twitter se consideran información pública y publicable para los medios de comunicación, según ha defendido la Press Complaints Comission (PCC), un órgano británico que regula periódicos y revistas. La queja por el supuesto mal uso de los tweets proviene de Sarah Baskerville, una empleada del Departamento de Transporte que criticó al gobierno a través de la famosa red social.
Según Baskerville, la publicación de sus mensajes en los diarios The Daily Mail e Independent on Sunday rebasó los límites de su intimidad. Sin embargo, los dos periódicos alegaron que se trataba de textos al alcance de cualquiera, además de públicos. Finalmente la PCC se ha decantado por la tesis de los tabloides, en el que es el primer dictamen sobre el uso de la información colgada en redes sociales por sus usuarios.
El director de la PCC, Stephen Abell, ha afirmado que se trata de una “decisión importante para la comisión”. Ha añadido que los ciudadanos publican cada vez más cosas en Internet, lo que les ha llevado a recibir más quejas sobre lo que puede ser descrito legítimamente como información privada.
Abell defiende la decisión de la PCC y dice que, en esta ocasión, no se trata de “intrusión en la privacidad”. Para la comisión, el hecho de que los mensajes fueran públicos ha sido un “factor clave”. Además, el hecho de que la implicada sea una trabajadora del gobierno británico le añade al caso una relevancia pública que justifica, en cierto modo, la publicación de los tweets por parte de los periódicos.
Por su parte, Baskerville dice que la información que colgó estaba destinada solamente a los 700 seguidores que tenía en Twitter en ese momento. Sin embargo, su cuenta en la red social estaba configurada como pública, de modo que cualquier usuario podía acceder a su perfil y leer sus tweets, además de retwittearlos. Por lo tanto, sus mensajes tenían una audiencia potencialmente mucho mayor que sólo sus seguidores. Si Baskerville hubiera restringido las personas con acceso a su información, la PCC seguramente le habría dado la razón.
Vía | The Guardian
Foto | Josh Semans