Adiós, Mubarak, adiós.
Los blogueros prendieron la llama que durante años soportaron incluso en sus cuerpos torturados. Todo ordenado por el jefe de los servicios secretos, Omar Suleimán, el elegido por Occidente (y Mubarak) para pilotar la transición que también se quería ordenada. Él también ha tenido que capitular gracias a la tenacidad de un pueblo que ha modificado el guión. Esperemos.
Es el triunfo del los chicos y chicas de Facebook del Movimiento 6 de abril, los blogs, los primeros post, el sacrifico heroico despreciado con desdén en la mesa camilla de Occidente. La libertad como recompensa del valor y el coste terrible: muertos, torturados, desaparecidos... son los héroes de la libertad.
Cierto que se mantiene la incertidumbre. Se pregunta ya por la inmediata liberación de los presos y por los desaparecidos, se exige más bien. No se conocen las primeras medidas del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que se ha hecho con el poder. Pero el faraón ha caído y con él parece se va Suleimán. "Este es el mejor día de mi vida", ha dicho El Baradei. El político más molesto por lo que representa. La mayoría de los blogueros que iniciaron la revuelta están con él.
Es la revolución que ha asombrado al mundo y ha tumbado al faraón. Están felices pero vigilantes. Es la lección de una nueva generación que hace el papel que ya nadie ejercía, controlar el poder, tumbarlo si deriva en tiranía. Es la revolución de internet. Es posible y necesaria.
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