DMCA, PROTECT-IP/E_PARASITES, COICA, HADOPI, Digital Economy Bill, Ley Sinde y cientos de nombres y siglas que tienen una cosa en común: leyes promovidas por la industria del ocio y el entretenimiento, mayoritariamente la norte-americana pero las locales no se quedan atrás, para salvaguardar los restos de sus viejos imperios.
Las razones excusas justificaciones que llevan dando desde hace años, es que la piratería de contenidos les causa pérdidas millonarias. Que digo millonarias, !super-mega-muchimillonarias!
Ah, y que esa piratería, que es lo mismo que robar en una tienda, a parte de causar pérdidas de ventas, destruye los empleos del sector. Y no es lo mismo perder lugares de trabajo que destruirlos.
Una de los líderes de la industria es Viacom, la empresa que quiso reclamar 1.000 millones de dólares a Google... y perdió el juicio (y que ahora, por cierto, ha vuelto a las andadas).
Los señores de Viacom quieren que Google les pague un dineral por almacenar videos de sus programas (¿y hacerles publicidad gratis?), justificando la petición en que Google se lucra por ello.
Otra de las justificaciones de los señores de Viacom (y de toda la industria), es que cuando sus ingresos beneficios se reducen, no les queda para hacer nuevas peliculas, con lo que la variedad queda reducida (¿podría ser Marmaduke un ejemplo?).
Y hablando de beneficios, y que conste que no me gusta meterme en nóminas ajenas y menos cuando son los accionistas quienes deciden, resulta que los mismos que se quejan sobre la destrucción de empleo, que les roban y que luego no tienen para comer, reciben millones de dólares en bonificaciones.
Concretamente, se trata del jefazo de la empresa. El Señor Viacom, Philippe Dauman, recibió en 2010 una más que deliciosa compensación de más de 50 millones de dólares. Esto representa un 149% más de la compensación recibida en 2009, que fue de 34 millones.
Pero Dauman no es el único en recibir premios, ya que el Señor Disney, Robert Iger, consiguió otros 30 millones, lo que demuestra que la industria del ocio no está en peligro de desaparecer por pérdida de ingresos, o al menos no por la perdida causada, presuntamente, por las copias no autorizadas.
Mientras tanto, dicha industria de la farándula no duda en ir gastando dinero de las arcas públicas para ir modificando las leyes internas de varios países, y de paso destruir empleo, innovación y recortando libertades de los ciudadanos, para asegurarse la continuidad.
Si contamos éste factor, todo esto de las compensaciones desprende un tufillo bastante desagradable. Y si, si a mi me llaman delincuente, terrorista y narcotraficante, yo a ellos les llamo faranduleros.
Vía | Ars Technica
Foto | Joi Ito