Windows 8 no fue un producto rompedor, vamos a dejar las cosas claras: realmente fue la propuesta de Microsoft ante una corriente de la industria que era imposible ignorar. Y Windows 9, además de ser una mejora del producto anterior atendiendo al feedback de sus usuarios, también responde a una nueva corriente que no puede dejar pasar: la del escritorio convergente, que es el verdadero futuro inmediato de la computación, al menos en lo que no está relacionado con wearables.
Mientras esperamos a la primera technical preview de la próxima versión de Windows, se llame como finalmente se llame, hemos ido viendo muchas filtraciones al respecto. Capturas de pantalla con cada vez más detalle, vídeos mostrando su funcionamiento... Hemos visto detalles y, sobre todo, hemos podido vislumbrar algunos de los pilares en que se basa la propuesta del gigante de Redmond. ¿Cuáles son?
El futuro del escritorio no es rompedor
Si algo nos ha enseñado Windows 8 es que no siempre es bueno tratar de romper con lo existente. Y de momento es el único producto que de verdad ha intentado cambiar el paradigma de la computación en ordenador. La cuestión es que progresivamente ha ido reculando hasta llegar a la interfaz de Windows 9, que es básicamente idéntica a la de Windows 7, con algunas de las mejoras de Windows 8.
Y si bien imagino que será posible trabajar con Windows 9 igual que con Windows 8, lo que está claro es que muchos utilizarán Windows 9 por ser más parecido a Windows 7 que a su sucesor.
El escritorio cuenta con unos elementos básicos e inmutados desde hace décadas, e intentar modificarlos espanta a los usuarios.
Por ello, en ordenadores, seguiremos viendo por bastante tiempo los mismos elementos básicos que hemos visto hasta ahora (ventanas flotantes, cambiador de aplicaciones en un lateral de la pantalla...), aunque con las peculiaridades propias de cada sistema. Y la apuesta en tabletas y móviles se centrará más en trasladar algunos de los elementos del ordenador, pero no todos, para tener una experiencia más satisfactoria.
Podemos ver el ejemplo de Ubuntu y de Windows Phone. Android ha seguido su propio camino. En el caso de OS X, además, el camino fue inverso: es el sistema operativo de ordenador el que ha recuperado peculiaridades de iOS.
Una aplicación, tres entornos
Los sistemas operativos llevan tiempo queriendo ofrecer una plataforma de desarrollo unificada mediante la cual las aplicaciones podrán adaptarse sin demasiado esfuerzo a tres, o incluso cuatro, entornos totalmente distintos. Una misma base de código sería la que se ejecutara en ordenadores, tabletas, smartphones e incluso consolas, aunque no se trataría exactamente de la misma aplicación: la interfaz debe ser distinta en función del dispositivo.
No interactuamos igual con un ordenador que con una tableta, con un móvil o con una consola. Difieren (y mucho) la entrada y la salida. Por ello la interfaz debe poder adaptarse.
Windows 8 permitía interactuar con un nuevo modo de aplicaciones que, en Windows 9, se verá ampliado y adaptado a lo que los usuarios de Windows ya conocen. Es decir: las aplicaciones que hasta ahora parecían hechas para tabletas y portadas de mala manera a ordenador estarán más preparadas para funcionar también en un escritorio clásico, con teclado y ratón, y dentro de una ventana. Además ya pueden ser realmente universales: smartphone, tableta y ordenador ejecutan el mismo Windows con, básicamente, el mismo stack de librerías y middleware, por lo que no hay problemas de compatibilidad.
No es la única propuesta: la de Canonical con Ubuntu Phone ya lleva tiempo rondando entre nosotros, aunque no ha tenido demasiada tracción fuera de ordenadores. Google, a su manera, también está comenzando a permitir la ejecución de algunas aplicaciones de Android en Chrome OS.
Tres entornos... bien conectados entre sí
Un móvil en el bolsillo, una tableta (con o sin teclado) y un ordenador en casa. Parece que ese es el futuro. Pero tenemos que dejar de pensar en los tres dispositivos como si fueran compartimentos estancos: el futuro también incluye que las plataformas estén conectadas entre sí. Continuity de OS X Yosemite y iOS 8 lo ejemplifica de maravilla: puedo tomar una llamada de teléfono desde el ordenador.
Cada vez tenemos más dispositivos. La tendencia es que la experiencia sea fluida al cambiar entre ellos.
En este campo Windows 9 todavía no ha mostrado gran cosa. Aunque en Windows 8 ya existen características que tienden a esta fluidez. Podemos disponer de nuestros datos en todos los dispositivos a través de OneDrive, cuando un móvil Windows Phone y un ordenador con Windows 8.1 están cerca también es posible iniciar rápidamente una conexión por tethering. SmartGlass también añade a las consolas a la ecuación.
El hecho de que recalquen que a partir de ahora va a ser un único Windows (y no tres o cuatro ediciones, una para cada dispositivo) nos hace pensar que quizá estén trabajando en características de este tipo. Quién sabe, puede que en lanzamientos posteriores a la technical preview que esperamos a finales de mes veamos algo más concreto.
En Genbeta | Windows 9
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