En el mismo día que anunciaron oficialmente el lanzamiento de Windows 10 21H1, en Microsoft terminaron de confirmar lo que ya se venía rumoreando: Windows 10X está muerto incluso antes de nacer. El desarrollo de esa versión de Windows 10 ligera, enfocada en la nube y que vendría a supuestamente competir con Chrome OS, se ha cancelado.
Si es una historia que te suena familiar, es porque no hace mucho pasó algo parecido (por no decir exactamente igual). ¿Recuerdan Windows 10S? Era básicamente lo mismo, un Windows 10 que solo utilizaría aplicaciones de la Microsoft Store para "ser más seguro" y competir con Chrome OS. Pero, hay más ejemplos.
Un objeto inamovible versus una fuerza imparable
Windows 10 S fue anunciado en 2017 y enterrado en 2018, solo apareció brevemente en aquel Surface Laptop al que no le hizo muchos favores. Muy poco tiempo le tomó a Microsoft arrepentirse de la idea, y al final pasó a ser un "modo" en Windows 10.
Es lo mismo que está pasando con Windows 10X, cuyas funciones desarrolladas se integrarán ahora en Windows 10. Esta historia es ya bastante vieja y lleva tiempo repitiéndose en una especie de día de la marmota en Microsoft.
Microsoft lleva mucho, mucho tiempo intentando modernizar Windows de una forma "revolucionaria", con ideas que no terminan de cuajar, y con una constante en cada iniciativa: arrepentimiento y la incapacidad de deshacerse de nada.
Esto es una característica de Windows que es buena y mala a la vez. En general Windows como sistema operativo es muy bueno, es muy fácil de usar, es tan conocido y su funcionamiento está tan internalizado en las mentes de los usuarios que la idea de cambiar algo demasiado siempre termina cayendo en un ¿para que lo vas a arreglar si no está roto?
Ese es el objeto inamovible, un Windows que hace muchas cosas bien desde hace años, un sistema que es tan retrocompatible que conserva "bugs" de hace 40 años pero que salva la vida a montones de equipos e infraestructuras antiguas que han sido abandonados hace siglos por ecosistemas que no son el de Microsoft.
La fuerza imparable es la constante necesidad de cambiar, de evolucionar, de hacerse mejor y especialmente de competir, porque ya no son la única cantante en el pueblo. Microsoft no puede permitirse el estancamiento, porque el mundo del software moderno es uno que vive en constante cambio, pero en su búsqueda de ese cambio para mejor ha habido mucha inestabilidad.
Ser Windows o no ser, he ahí el dilema
Windows 8 fue un intento fallido por cambiar drásticamente la interfaz de Windows, el arrepentimiento llegó muy pronto y los cambios peor recibidos fueron eliminados con Windows 8.1. Pero, también significó la llegada de una tienda de aplicaciones propias de Microsoft que sigue intentándolo sin terminar de poder.
Otro ejemplo interesante fueron Windows Phone y Windows 10 Mobile, los esfuerzos de Microsoft en la plataforma móvil simplemente no fueron suficientemente rápidos para competir con un iOS y un Android que empezaron de cero y no tenían que deshacerse de un montón de cosas para adaptarse a nuevo terreno.
Quizás si Windows hubiese dejado de "pensar como Windows" en la plataforma móvil, la historia sería otra. Windows en su núcleo no está pensado en lo absoluto para una plataforma como la móvil, pero Microsoft parecía querer conservar esa esencia de Windows en un mundo completamente diferente, y al final se perdió todo.
El mismo Windows 8 sufrió mucho por esto, con una crisis de identidad y dividido entre ofrecer la mejor experiencia con pantallas táctiles o con teclado y ratón, al final no haciendo ninguna de las dos cosas del todo bien.
En el escritorio, Microsoft sigue intentando reinventar Windows 10, y no es que en los últimos seis años no hayan mejorado su plataforma, lo han hecho y mucho. Windows 10 es en mi opinión y la de muchos, el mejor Windows de la historia, pero al mismo tiempo es un monstruo cuyo código ocupa 0,5 TB y se extiende por 4 millones de ficheros que tienen más de un problemilla.
Es un hijo de Frankenstein compuesto de las partes de muchas ideas que no pudieron volar por si solas, y de todos los Windows que vinieron antes. Si cambia demasiado deja de ser lo que es, pero cambiando de una forma extremadamente lenta y desorganizada es como tenemos el montón de inconsistencias y la famosa inestabilidad de sus actualizaciones.
Cuando tienes que hacerlo bien en más de 1300 millones de equipos, no es fácil. Cambiar algo en Windows 10 hoy es casi una decisión nuclear que requiere mucha precaución, y por ello historias como las de Windows 10X o S, probablemente no sean las últimas que veremos en su estilo.
Imagen de portada | onairx
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