Hace poco, Spotify decidió que sería muy buena idea integrarse totalmente con Facebook. ¿Por qué no? Acceder directamente a 800 millones de usuarios es una oferta muy jugosa como para dejarla pasar.
Y por lo que parece, la jugada les ha salido bien. Los usuarios de Facebook están llegando a Spotify, y el servicio de música los está recibiendo con los brazos abiertos. Todo parece muy bonito… pero no estamos en el mundo de yupi. La realidad, a mi modo de ver, es bastante distinta y Spotify ha pagado un precio muy alto por todo esto.
Pérdida de identidad: Spotify ya no es más que el perrito faldero de Facebook
Antes de empezar a entrar en materia, pongamos un caso hipotético. Supongamos que la empresa A se integra con el servicio de B. Un buen día se le ocurre a B lanzar una nueva característica dentro de la integración con B. Los usuarios de A se quejan mucho porque no les gusta esa nueva característica. En un escenario normal, A decidiría presionar a B para que cambie eso, o romper la integración.
Pero si A resulta ser Spotify y B es Facebook, las cosas cambian. Spotify baja la cabeza, se resigna y pone el modo privado y opciones nuevas para que sus usuarios estén contentos y tengan la opción de no compartir todo lo que escuchan en Facebook. Spotify tiene que gastar tiempo y recursos en cambiar su reproductor para “corregir” la idea de Facebook y mantener contentos a sus usuarios. Al que se le ocurre la idea es a Facebook, pero es Spotify quien tiene que corregirla. ¿No os parece absurdo?
En realidad, si lo pensamos, no es tan absurdo. Spotify se “vendió” a Facebook. Ya no es Spotify, ahora es “la música de Facebook”. No tienen una identidad propia, ya no son independientes.
Y lo peor de todo es que ya no pueden cambiar esto. Cuando decidieron perder la base de usuarios propia y mandan a todos a entrar con Facebook marcaron un punto de no retorno. Ahora tienen muy difícil llevarle la contraria a Facebook.
Si Facebook decide sacar una idea genial que no le gusta nada a los usuarios y que afecta a la integración con Spotify, no van a poder hacer nada. Tendrán quejas de usuarios, y si no lo corrigen algunos de ellos dejarán de usar Spotify. Y esto no va a pasar sólo con Spotify, como veremos ahora.
¿Facebook preocupándose de lo que piensen usuarios y empresas? ¿Para qué?
La situación que vemos ahora con Spotify nos puede parecer bastante extraordinaria. Sin embargo, en un futuro puede que esto no sea tan raro. En su situación, Facebook puede hacer prácticamente lo que quiera sin preocuparse demasiado por las consecuencias. ¿Por qué? Por lo de siempre: el efecto red.
Facebook tiene más de 800 millones de usuarios. Esa cifra es su mayor valor. Es la principal causa de que se use tanto Facebook: porque ahí están todos nuestros amigos. Y esta misma razón nos ata a la red. Si nos salimos de Facebook perdemos una vía muy importante de comunicarnos con nuestros amigos.
La gente no está en Facebook ni por el chat, ni por las fotos ni por nada. Puede que esa fuera la razón para entrar, pero la razón para permanecer son los amigos. Ahora mismo, Facebook podría hacer cualquier movimiento (desde quitar las fotos hasta compartir sin nuestro permiso todo lo que hacemos por la red) y sería muy difícil que todos los usuarios dejaran de usar Facebook y se fueran a otras alternativas. En cualquier otro servicio que no se aprovechase del efecto red, la desbandada de usuarios cuando están descontentos es casi instantánea.
Y las empresas están en una situación similar. Si Facebook lanza algo que disgusta a los usuarios, como ha pasado con Spotify, no les quedará más remedio que aguantarse y seguir con la integración, porque, ¿cómo van a dejar de lado la gigantesca cantidad de usuarios de Facebook? Y no sólo eso: serán las empresas las que tengan que corregir las características de Facebook que enfaden a los usuarios, porque aunque Facebook no vaya a perder muchos usuarios, las empresas sí que tienen ese riesgo más presente.
En resumen, Facebook nos tiene a todos pillados por los pelos. No podemos dejarlo porque todos nuestros amigos están ahí. Las empresas no pueden ignorarlo porque es la puerta abierta a más de 800 millones de usuarios. ¿La solución? Tener un plan B, usar otros servicios para no depender sólo de Facebook. No lo abandonaremos totalmente, pero sí tendremos alternativas en caso de que a Zuckerberg se le ocurra alguna idea que deje nuestra privacidad en mal lugar.
No pretendo ser apocalíptico, ni que esto se tome como una alarma de que debemos de usar Facebook. Sigo teniendo cierta confianza en que Facebook no va a ser el destructor total de nuestra privacidad, siempre que nos dejen desactivar las cosas que no nos gusten. Sin embargo, creo que sí que deberíamos tener en cuenta que Facebook tiene mucho poder gracias a toda la red de usuarios que tiene, y eso es muy difícil de cambiar.
Vía | ReadWriteWeb
En Hipersónica | Spotify ha muerto