Hoy sin duda es noticia la bochornosa caida del datacenter de Amazon en Dublín, llevándose por delante servicios como Menéame, Filmin o incluso Paypal. Miles de Webs utilizan los servicios de Amazon y todas ellas tienen serios problemas para mantenerse en pie ahora mismo. Ni siquiera nosotros nos salvamos.
El cloud computing está en boca de todos últimamente como ‘el futuro’. Sistemas deslocalizados a los que podamos acceder mediante cualquier máquina (sea cual sea el sistema operativo que ésta ejecute). Pero se plantean tres problemas importantes para poder realizar una migración exitosa de sistemas ‘tradicionales’ a sistemas en la nube: seguridad, privacidad, disponibilidad.
Seguridad: porque la nube está al alcance de todos
Migrar aplicaciones y almacenamiento a la nube tiene ventajas (y bastante interesantes), pero también un inconveniente bastante más importante: si la(s) máquina(s) está al alcance de todo terrícola será(n) susceptible(s) de ser atacada(s) por todo terrícola.
La seguridad tanto de los datos como de su contenido y su integridad, vamos a decir, ‘física’ (aunque físicamente los datos no se encuentren en ninguna parte) debe ser un aspecto fundamental en una plataforma de cloud computing.
No me vale que por una explosión (fortuita o intencionada) los usuarios de todo el mundo se queden sin acceso a sus datos, ya sean banales como su música preferida o vitales como los documentos que necesitan para trabajar. O las aplicaciones que necesitas utilizar. Y quien dice explosión (con dinamita y esas cosas) dice ataque distribuido de denegación de servicio, por ejemplo. El efecto podría ser el mismo: dejar a ese trozo de nube fuera de combate.
Tener mis documentos alojados en mi disco duro y utilizando mis programas (ya sea software libre o software privativo, con sus respectivas licencias) me da garantía de que, siempre que no fallen las comunicaciones por parte de mi ISP ni la energía por parte de mi proveedor, pueda seguir mi ritmo. Que se caigan las máquinas de uno de los datacenters de Amazon no me afecta para que, hoy por hoy, pueda acceder a mis apuntes de la universidad.
Privacidad: porque la nube está al alcance de todos… y unos quieren verlo todo
Que los datos de todo un país (o de toda una civilización) estén almacenados en un conjunto más o menos controlado de máquinas (alojadas en un país) es sin duda una bonita golosina para los gobiernos, que ven más sencillo que nunca el acceso a nuestros datos tan sólo pidiéndolo. Pidiendo acceso a nuestros datos… pero no a nosotros como sus propietarios, sino a los que prestan el servicio de alojarlo.
Mis fotografías y mis documentos, hoy por hoy, permanecen bien guardados en mi disco duro. Y nadie, sin órden judicial, tiene permiso (ni posibilidad) de acceder a ellos. Ya vimos que Dropbox se reserva una pequeña puerta trasera ‘por si la necesita’.
Disponibilidad: porque una caída no puede tumbar medio Internet
Los servicios como Amazon Web Services tienen varias ventajas fundamentales respecto a los más ‘tradicionales’: el contenido se puede distribuir entre varios datacenters, y es realmente fácil escalar las necesidades de una máquina en momentos de máxima demanda (lo que aquí conocemos como ‘efecto Menéame‘, que curiosamente hoy no va a poder producirse). Esto permite tener una disponibilidad teórica que tiende a ser del 100%.
El verdadero problema es que hay casos no previstos, como el rayo que ha destrozado una subestación eléctrica en Dublín, que puede echarlo todo por tierra. Amazon debería haber previsto ese caso, por ejemplo, manteniendo una copia en otro datacenter en otra localización y redirigiendo automáticamente todas las peticiones a dicho datacenter, aun perdiendo algo de rendimiento. Estas plataformas deben tener previstas todas las posibles inclemencias (teniendo en cuenta las probabilidades, claro está: tener previstos terremotos en, por ejemplo, Madrid es casi tirar el dinero) que puedan afectar a sus servicios.
Amazon se vende con una disponibilidad muy cercana al 100% y sin embargo en este momento lleva casi 24 horas fuera de línea. Y sin embargo, paralelamente, Google nos quiere vender sus Chromebooks que trabajan enteramente en la nube. Mi conclusión es que aún no estamos preparados para una migración de este tipo, al menos tan radical. Aunque igual que digo una cosa digo la otra: es el futuro y debemos empezar a prepararnos para lo que viene.
Imagen | Robert Scoble