¿Hay una base técnica para la "rajada" de Snowden sobre Google, Facebook y Dropbox?

Hace unos días, Edward Snowden salió de nuevo en público desaconsejando servicios como Dropbox, Google o Facebook si te preocupa tu privacidad. A estas alturas ya todos conocemos el escándalo de la NSA y cómo los tentáculos de la agencia estadounidense llegan a cualquier sitio.

Pero, ¿cuál es la base técnica para esas afirmaciones? ¿Cómo podemos saber si nuestros datos son privados o no, o si alguien más aparte de nosotros puede leerlos? Vamos a tratar de dar respuesta a esas preguntas.

La teoría en este sentido es fácil: si tú no estás cifrando y protegiendo tus datos, entonces alguien más podría leerlos. Si Dropbox no te pide una clave para descifrar tus archivos, entonces es posible que puedan husmearlos. Si puedes enviar un mensaje a través de Gmail sin poner una contraseña de cifrado, entonces alguien más podría leer ese mensaje (y no sólo el destinatario).

Tus datos no son 100% privados si no tienes tú la clave de cifrado

Alguno pensará que sí tenemos la clave: al final todas nuestras cuentas tienen una contraseña, ¿no? En realidad, muy pocas veces se usa nuestra contraseña para cifrar los datos. Sólo hay que hacer la prueba: ¿te deja el servicio en cuestión recuperar tu cuenta si has olvidado tu contraseña? Si la respuesta es sí, entonces tus datos no están cifrados con ella. Si lo estuviesen, entonces no podrías recuperar nada (ningún algoritmo de cifrado tiene una opción "He olvidado la clave").

Por poner un ejemplo de este último caso: mirad las páginas de "Recuperación de cuenta" de Lastpass o Spideroak: hay alguna posibilidad de recuperar tu cuenta si tienes clientes todavía conectados, pero en general, si no hay contraseña, no hay datos.

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Y aparte de la clave, ¿cómo de seguros están nuestros datos?

Este apartado es el que menos dudas nos debería generar. En general, todos los datos que enviamos están cifrados desde nuestro ordenador hasta los servidores de destino. Normalmente la tecnología es HTTPS o TLS si no son páginas web. Cuando navegamos por Facebook, por ejemplo, nadie puede puede ver lo que envías porque la conexión es segura, igual que no podrían ver los archivos que subes a Dropbox, ya que usan conexiones cifradas.

Una vez que tus datos llegan a sus servidores, podemos considerar que están bastante seguros. Cada empresa implementa medidas de seguridad para evitar intrusiones en sus servidores, aparte de cualquier cifrado adicional que pueda haber. Además, tanto Google como Dropbox cifran las conexiones entre sus servidores cuando necesitan mover datos de un sitio a otro. Facebook también lo hace, pero no con todas las conexiones.

En la práctica: que no cunda la paranoia

Muchas veces confiamos en el servicio que usamos y que respetará nuestra privacidad.

Está muy bien que todos nos sepamos la teoría y podamos distinguir cuándo estamos depositando nuestra confianza en un algoritmo criptográfico fiable y cuándo en una empresa que dice proteger nuestros datos. Ahora bien, tampoco debemos ponernos en un estado de paranoia 100% y empezar a buscar alternativas y cifrar nuestros datos por todas partes. Os planteo varias reflexiones.

Primera cuestión: ¿de quién quieres proteger tus datos? Si es de los _crackers_ - uno se resiste a hacerle caso a la RAE con este nombre -, tranquilo, estás a salvo. Dropbox, Google, Facebook, Microsoft y similares usan tecnología segura para transmitir tus datos. Y no porque lo diga yo: si no lo hicieran, con la cantidad de gente que hay tratando de buscarles las cosquillas ya nos habríamos enterado.

Segunda cuestión: ¿estás seguro de que los servicios que usas son el eslabón más débil de la cadena? No sirve de nada usar un servicio como SpiderOak si luego tus archivos están guardados en un portátil sin contraseña. Es un ejemplo extremo, pero sirve para ilustrar la idea.

Tercera cuestión: ¿dónde ponemos el límite de la confianza? ¿No nos fiamos de grandes empresas pero creemos que una más desconocida sí va hacer lo que promete? O mejor aún: ¿no nos fiamos de ninguna empresa pero pensamos que nosotros haremos un mejor trabajo manteniendo nuestra propia nube con soluciones como OwnCloud? No quiero arrojar dudas sobre nada, pero desde luego no deberíamos dejarnos llevar por la histeria de _X es inseguro_ sin darle vueltas a las alternativas.

Cuarta cuestión: ¿qué datos estamos compartiendo? Hace unos días, mi compañero Juan Carlos lanzaba una reflexión interesante en Xataka: muchas veces no nos importa compartir ciertos datos a cambio de recibir el servicio, y eso no tiene por qué ser necesariamente malo. Por ejemplo, Facebook sabe que vivo en Madrid y que me gustan las matemáticas. ¿Y? El problema no es tanto compartir los datos sino no ser consciente de ello.

Por último, cuando hablamos de nuestra privacidad solemos criticar el poder de ciertos gobiernos para ver nuestros datos sin autorización. En ese caso, la solución no es que nosotros tengamos que cambiar nuestros hábitos, la solución es que los gobiernos estén más controlados. Tener derecho a la privacidad no significa que tengamos que protegernos de ciertas agencias (ni de nadie) para mantenerla.

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