'The Daily Stormer' es un medio americano neonazi, supremacista blanco y que se considera parte del movimiento alt-right. Lleva activo desde 2013, cuando sustituyó a su predecesor, 'Total Fascism'.
Después de los hechos acontecidos en Charlottesville, empresas tecnológicas como GoDaddy o la propia Google decidieron no darle cancha a un medio como este (GoDaddy rechazó ser quien registrara su dominio, Google dejó de indexarles). ¿El resultado? Recurrir a la deep web para seguir funcionando.
El problema es que 'The Daily Stormer' es solo la punta del iceberg del racismo y supremacismo en Internet.
Tu red social favorita también la usan grupos neonazis
YouTube ha recurrido a talleres para adolescentes. Facebook contrató a 3000 personas para revisar contenido inapropiado. Twitter apuesta por una solución más tecnológica. Son solo algunas medidas recientes de tres de las redes sociales más populares para luchar contra el discurso del odio, racismo, supremacismo, etc.
Hasta Europa ha aprobado un plan para obligar a las redes sociales a erradicar este tipo de contenido.
No obstante, ¿quién impide a los 50.000 miembros de un grupo cerrado de Facebook formarse como asociación anti-Islam? De hecho, si buscamos nombres de grupos neonazis, será difícil no localizarles en grupos de Facebook o perfiles en Twitter. Hagamos la prueba con Soldiers of Odin, una organización finlandesa de extrema derecha y anti-refugiados fundada por el supremacista blanco Mike Ranta a finales de 2015.
Sólo en la primera línea de búsqueda en Facebook, apreciamos unos cuantos grupos cerrados de Soldiers of Odin, uno de ellos con más de 30.000 miembros:
En Twitter también encontramos fácilmente cuentas bajo este nombre, así como comentarios asociados a su organización de extrema derecha:
En Instagram el primer resultado es una cuenta antifascista, pero si buscamos Soldiers of Odin, aparecen bastantes cuentas. ¿Revisa Instagram cada Story o cada publicación de estos usuarios?
Un vídeo de YouTube con esta descripción no rompe las reglas del juego, pero, desde luego, deja claro de qué organización se trata: "We are the Shield🛡& Sword⚔ of the People & the Ever Watching Eye 👁 for the Authorities, in the places they can't be or won't go!!!" ("Somos el escudo y la espada de la gente, el ojo que todo lo ve allá donde las autoridades no pueden estar o no irán").
Pero hay más:
- Discord. El 'Slack' de los gamers, que ha conseguido más de 50 millones de dólares de financiación, se vio obligado a cerrar un servidor y varias cuentas de su servicio de chat. ¿La razón? En los últimos meses se ha convertido en un caldo de cultivo para conversaciones de extrema derecha, de supremacistas blancos y racistas.
- Hatreon. Sigue la misma premisa que Patreon, recaudar fondos, pero para gente afín a movimientos de odio. Por ejemplo, Andrew Anglin, fundador y editor del Daily Stormer, tiene 50 donantes que le dan casi 900 dólares al mes.
- WeSearchr. Tal vez conozcas GoFundMe. WeSearchr sirve para recaudar fondos para fines concretos. En este caso, la alternativa de extrema derecha logró conseguir 150.000 dólares para la defensa logal de un bloguero que organizó un trolleo masivo a una mujer judía de Montana.
- Gab. El Twitter para los que "aman ser blancos".
Aunque, como dice Keegan Hankes, analista de inteligencia del Centro Legal para la Pobreza Sureña, una ONG que lucha contra grupos supremacistas para proteger los derechos civiles, "los líderes de la extrema derecha no quieren quedar excluidos del resto de Internet", y concluye: "¿Qué sentido tiene convencer a los que ya piensan como tú?".
De hecho, el mayor problema es que, directa o indirectamente, Facebook, Twitter o Instagram están sirviendo como altavoz para propagar discursos de odio. No obstante, el escudo de estas compañías hasta ahora es que no es fácil demostrar uno por uno si un usuario infringe las normas.
Soluciones drásticas
Spotify ha retirado el catálogo de grupos que fomentaban el odio con su música. AirBnB no permitió que asistentes a la manifestación supremacista de Charlottesville se alojaran en sus pisos y apartamentos. PayPal o Patreon cerraron cuentas asociadas a supremacistas blancos. SoundCloud baneó al supremacista blanco Richard Spencer. Uber baneó a un usuario racista con un conductor. Squarespace está retirando webs relacionadas con el alt-right o Richard Spencer. Apple Pay no permitirá hacer pagos a través de su plataforma a sitios que vendan productos supremacistas.
Los anteriores ejemplos dejan claro que se pueden tomar medidas, pero hay que ser parte activa en el asunto. Y no es que Facebook o Twitter no lo estén siendo, sino que, simplemente, sus acciones no están siendo suficientes. Lógicamente hay fronteras delicadas, especialmente las de la libertad de expresión y la presunción de inocencia, pero si nosotros con búsquedas sencillas hemos logrado detectar grupos que son, como poco, sospechosos, ¿no tendrá Zuckerberg los recursos y la tecnología necesarias para erradicar estos comportamientos de Internet?
En Genbeta | Así es como los extremistas camuflan su discurso de odio en las redes sociales
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