Con sus polémicas revelaciones de las últimas semanas, la ex-empleada de Facebook Frances Haugen ha situado en el mapa al 'equipo de integridad' de Facebook, un departamento teóricamente fundamental de la compañía, pues se encarga de investigar el papel de la red social a la hora de difundir discurso de odio, bulos y todo tipo de contenido dañino para el usuario.
De hecho, en Silicon Valley, el concepto de "trabajar en integridad" se generalizó como forma de referirse a esta labor precisamente a raíz de la creación de este equipo por parte de la compañía de Zuckerberg en 2016, durante las penúltimas elecciones presidenciales estadounidenses.
Pero las revelaciones de Haugen también han permitido comprender que gran parte de la labor del equipo cae habitualmente en saco roto por chocar sus propuestas con los intereses económicos de la compañía, una actitud que ha provocado la frustración y el hartazgo de muchos de los miembros de dicho equipo.
Otro de esos miembros frustrados es Jeff Allen: a finales de 2019, poco antes de abandonar la compañía, este científico de datos publicó su último informe para Facebook, en el que se demostraba que tres años después de haber detectado la presencia de relevantes 'granjas de trolls' que operaban desde Kosovo y Macedonia, éstas no sólo no habían sido expulsadas de la red, sino que su impacto en la red había crecido exponencialmente hasta empequeñecer incluso el de Walmart.
Establecer una "nueva ciencia", plantear debates en abierto
Tras pasar un año trabajando para el Comité Nacional Demócrata, Allen se puso a trabajar en un nuevo proyecto junto a Sahar Massachi, otro ex-empleado de Facebook asignado al equipo de Integridad: durante los últimos 10 meses, han estado creando silenciosamente una organización independiente con la que confían en poder ayudar a todos los empleados que trabajan en este nuevo campo de la 'integridad tecnológica', incluso más allá de Facebook.
Esta nueva institución, creada con el nombre de Integrity Institute, tendrá como misión construir "una red de profesionales de la integridad" que trabajan o trabajaron para grandes compañías tecnológicas, con el fin de generar un consenso público que dé respuesta a las dudas éticas y técnicas que hasta ahora habían tratado de responder por separado y a puerta cerrada, y que sea capaz de asesorar también a reguladores y medios de comunicación.
No se definen a sí mismos como 'denunciantes internos' al estilo de Frances Haugen —"y desde luego que no vamos a vulnerar nuestros acuerdos de no divulgación"— pero sí están ansioso por capitalizar el repentino interés público en este campo (esta "ciencia emergente", como la designan ellos mismos) que ha generado la denuncia de su antigua colega.
Samidh Chakrabarti, antiguo responsable del equipo de integridad cívica de Facebook y, desde hace un tiempo, feroz crítico de la empresa, ha respaldado públicamente la iniciativa de crear el Integrity Institute y ha animado a los referentes del sector a colaborar con el mismo "para abordar los desafíos en la intersección de la tecnología y la sociedad". De momento ya cuentan con colaboradores que han ejercido esta labor en nueve plataformas distintas.
Vía | Protocol
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