Abre el paquete con impaciencia, emocionada por saber cómo le queda esa preciosa gabardina beige que compró hace unos meses. Desgarra el cartón con los dedos y, desilusionada, tira de la tela, amarillenta y de un tono tan brillante que se encuentra lejos del algodón 100% que prometía. Al acudir al portal donde la adquirió su sorpresa es todavía mayor: resulta prácticamente imposible poner una reclamación.
Si eres un habitual de las compras por Internet, seguro que alguna vez te has visto envuelto en una situación similar. Una estafa ante la que no siempre podemos tomar cartas en el asunto y que la semana pasada saltó a la palestra informativa de la mano de una serie de tiendas anunciadas en Facebook que recaban cientos de quejas de este tipo pero cuya popularidad ha seguido subiendo en la plataforma. Una realidad que ahora la red de Zuckerberg pretende cambiar.
La decisión
De esta manera, la semana pasada, Buzzfeed puso de manifiesto que un grupo de firmas de ropa china –entre las que se encuentran DressLily, Rosegal, RoseWe, Choies, Romwe, TideBuy y Zaful- habían sido capaces de florecer en la comunidad virtual a pesar de las miles de usuarias insatisfechas que, entre otras cuestiones, aseguran que estas compañías emplean imágenes robadas de otras personas y empresas con la finalidad de vender ropa de imitación “mal hecha” y, a menudo, “inservible”.
Unas copias que, para más inri, tardan semanas e incluso meses en llegar –en caso de que lo hagan- y sobre las que resulta casi imposible recibir un reembolso, acceder al servicio al cliente, y similares, a pesar de su razonable enfado. Lo peor del caso es que este tipo de prácticas y según apunta el citado medio, es que la mayoría de ellas se encuentran conectadas al gigante del comercio electrónico Global Egrow, cuya facturación anual ha conseguido ascender hasta los 200 millones de euros y cuyos “timos” se han convertido en una clave de su negocio.
Entre las quejas más frecuentes se encuentran que las prendas son tan pequeñas que no podría caber ni un niño, la falta de coincidencia con el color y materiales, el olor a productos químicos, etcétera. Por fortuna y a raíz de este “destape”, la red de Zuckerberg ha decidido tomar cartas en el asunto. Algo que no nos sorprende si tenemos en cuenta los múltiples mensajes encontrados en sitios como SiteJabber, Trustpilot, Better Business Bureau y otras más que se han presentado ante la Comisión Federal de Comercio.
Tal es así, que incluso esta penúltima (Better Business Bureau) emitió una advertencia acera de SammyDress y DressLily el pasado abril después de recibir 504 solicitudes en cuestión de meses. SiteJabber, de momento cuenta con más de 13 mil del mismo tipo.
Sí, porque de seguir permitiendo que esta clase de publicidad fraudulenta, continuarían erigiéndose como un altavoz para estos timadores. De esta manera y aunque la entidad se defendió inicialmente alegando que las reglas acerca de las páginas y anuncios se centraba en el lenguaje y las imágenes, han tomado nota de estas desafortunadas tendencias.
Una responsabilidad que deben asumir, especialmente si tenemos en cuenta que uno de los trucos habituales de estas páginas consiste en borrar los comentarios negativos, publicar números de teléfono de atención al cliente y correos electrónicos falsos y similares.
“Uno de los objetivos más importantes de los anuncios de Facebook es presentar experiencias que son relevantes y de alta calidad”, ha comentado Andrew Bosworth, vicepresidente de esta sección. “Somos conscientes de la gravedad de este problema y nos lo estamos tomando muy en serio”. De hecho y según han asegurado, están “pensando en maneras de incorporar nuevos indicativos (alarmas) que nos ayuden a identificar cuáles de las más de 50 mil compañías activas en nuestra plataforma están entregando productos y servicios que no resultan satisfactorios”, ha rematado.
En todo caso, no queda claro cómo gestionarán el tema de las imágenes robadas o manipuladas de las marcas originales. Unas medidas que todavía esperamos y que no dejan de contrastar con otras iniciativas llevadas a cabo por la comunidad virtual –y también por Instagram-, como su política de nombre real, la eliminación de determinadas fotografías supuestamente pornográficas, el férreo control sobre la venta de armas y drogas, y otras.
Asimismo, no podemos olvidar que, recientemente, la compañía subió su apuesta y lanzó sus tiendas online con Shop. Una iniciativa que llevó a cabo de la mano de una alianza con Shopify que permite “disfrutar” de las compras de manera integrada en esta red social. La aplicación, de hecho, nos brinda la oportunidad de comprar directamente sin salir de la comunidad virtual. Un punto en el que resultará imprescindible que el gigante tecnológico verifique sus fotografías, productos y demás.
Casos concretos
Al margen de lo comentado, no podemos evitar recoger algunos de los mensajes más interesantes y curiosos al respecto. Los claros ejemplos de que “hay algo que no marcha bien”. Nos topamos así con Lisa Little, programadora de Massillon, que incluso llega a asegurar al Buzzfeed que le entraron ganas de cerrar Facebook”. Una posición que una usuaria llamada Griffeth lleva más allá: “al permitir que estos anunciantes vendan productos falsificados, Facebook es cómplice de aceptar dinero de la estafa”, asegura.
El dueño de una tienda de vestidos de fiesta, también explica el testimonio de dos clientas, que muy disgustadas y tras gastar 150 euros en un vestido de graduación que resultó defectuoso, acudieron a su local en busca de una alternativa.Por desgracia y a pesar de todo, los responsables siguen atribuyendo las causas de todos los problemas al envío, la diferencia de tamaño entre chinos y americanos, y otras excusas. Asimismo, también defienden el uso de Facebook como una plataforma para atraer al mercado extranjero hacia sus productos. Algo que, francamente, esperamos que no dure demasiado.
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